Argentina
El boom sojero deja dramáticas consecuencias en
Argentina |
La
injusta distribución de la riqueza y el monocultivo de la
soja han dejado como consecuencia que miles de campesinos y
campesinas sean literalmente desterrados y cientos de
pequeños pueblos y localidades borrados del mapa
Según un estudio del Instituto INTA, en el Gran Buenos
Aires 8 de cada 10 personas desempleadas provienen de la
agricultura. La dominación de los agronegocios genera más
concentración de la población en grandes urbes, con un
panorama de pobreza creciente, pues avanzan desplazando a
las comunidades rurales.
Actuar ante las graves consecuencias generadas por la
intensificación del monocultivo agroindustrial de la soja
transgénica, es desde hace una década la consigna de
distintos movimientos ecologistas y contestatarios que se
movilizan contra el denominado modelo de la "Soja
sustentable" en Argentina. Tejiendo fuertes alianzas con
movimientos de Latinoamérica que comparten la misma lucha,
realizaron dos grandes eventos, el Foro Social de
Resistencia a los Agronegocios y el Encuentro por la
Biodiversidad contra el Modelo Sojero en América Latina, que
representaron una alternativa y una respuesta a lo que se
estaba discutiendo en otros dos eventos promocionados por la
Conferencia Mundial de la Asociación Internacional de
Management de Agronegocios y el Congreso de Soja del
Mercosur.
El Foro Social en Resistencia a los Agronegocios [dirección
disponible en la área de Links], planteado como un espacio
de intercambio entre organizaciones de diferentes países del
Cono Sur que luchan contra el modelo de monocultivos
industriales, fue organizado por el Grupo de Reflexión Rural
(GRR) [dirección disponible en la área de Links] y el Centro
de Políticas Públicas para el Socialismo (CEPPAS), con la
convocatoria de decenas de organizaciones extranjeras, entre
ellas, Acción Ecológica de Ecuador, GRAIN, BaseIS de
Paraguay, Bolivia Libre de Transgénicos, FBOMADE de Bolivia,
Terra de Direitos de Brasil y la Red por Una América Libre
de Transgénicos. "Queremos convocar a una plataforma amplia
de organizaciones y movimientos para cuestionar el MERCOSUR
de los monocultivos que nos impone el mercado global,
coordinar estrategias de campañas de resistencia a nivel
regional y romper la división campo-ciudad en lo público y
político.
Queremos mostrar la cara política del agronegocio y
denunciar los devastadores proyectos de país y sociedad que
implican para el presente y las futuras generaciones", fue
la propuesta de los organizadores del foro.
El Grupo de Reflexión Rural (GRR) se formó en la década del
90 como un espacio de debate multidisciplinario sobre la
problemática rural y sus relaciones con la sociedad global.
El GRR se manifiesta contrario al modelo agrario impuesto en
la Argentina, basado en la exportación de commodities
forrajeras elaboradas a partir de sojas y de maíces
transgénicos.
En diálogo exclusivo con Mosaico Social, Jorge Rulli,
especialista en desarrollo sostenible y reconocido miembro
del GRR, señaló que uno de los principales objetivos del
foro fue "incorporar el concepto mismo del agronegocio, con
todo lo que implica de cadenas agroalimentarias, de
supermercados pero, sobre todo, de conversión del agricultor
en un hombre que hace negocios. Es lo que se llama el
agrobusiness, un concepto que en la Argentina se extendió
mucho y que ahora se está extendiendo por el resto de
América Latina. Debemos verlo como un desafío a encarar por
los movimientos sociales".
El Foro Social en Resistencia a los Agronegocios se propuso
afianzarse como un espacio alternativo a la Conferencia
Mundial de la Asociación Internacional de Management de
Agronegocios (IAMA), realizada en Argentina y organizada por
grandes corporaciones de agronegocios.
Con posterioridad a ese evento, del 27 al 30 de junio, la
ciudad de Rosario en la provincia de Santa Fe fue escenario
del Encuentro por la Biodiversidad contra el Modelo Sojero
en América Latina, un espacio para intercambiar experiencias
e información y organizarse para luchar por una alternativa
social, agrícola, económica, cultural y política
radicalmente distinta, que rechaza el modelo sojero, la
economía de monocultivo y sus consecuencias. "Es
indiscutible que la producción agroindustrial de soja a gran
escala con fines de exportación conlleva graves
consecuencias para el medio ambiente y la salud de nuestras
comunidades y ecosistemas. Presenciamos la destrucción de la
tierra fértil, el desmonte de los bosques nativos, la
contaminación de la tierra y el agua con agrotóxicos, las
fumigaciones con glifosato de los campos, la pérdida de
biodiversidad, el desalojo de miles de campesinos
agricultores, las inundaciones, los efectos catastróficos en
los ríos y el clima y, por supuesto, la inequidad social, la
pobreza, la malnutrición y la pérdida de nuestra soberanía
alimentaria. Todo eso, como resultado del fortalecimiento e
intensificación de la sojización de América Latina",
manifestaron en un comunicado los organizadores del
encuentro.
Este espacio se realizó en clara confrontación al Congreso
de Soja del Mercosur (Mercosoja 2006, antesala del Congreso
Mundial de Soja a realizarse en China en 2009), un
megaevento organizado entre otros por la Asociación Cadena
de la Soja (Acsoja), que sesionó en la misma localidad y
durante los mismos días bajo el lema "Soja sudamericana,
liderando el porvenir". La elección de esta ciudad como sede
del Mercosoja 2006 no fue casual, ya que esta región es la
de mayor producción de soja de la Argentina y el puerto de
Rosario es una de las principales bocas de exportación.
Agronegocios:
de la matriz del petróleo al boom sojero
"Este mundo que nosotros conocemos tiene una matriz, el
petróleo. Pero el petróleo se está terminando y además ya no
es redituable porque no da patentes. Y lo que viene ahora es
la matriz de la soja, es la matriz de la biotecnología, de
las semillas transgénicas, de la nanotecnología y de los
biocombustibles. Es la matriz de las alconaftas, del etanol,
de los biocombustibles provenientes de la soja", explica
Rulli. En razón de que la soja y sus derivados (aceites y
harinas) son poco consumidos en la Argentina, el grueso de
la producción agraria nacional pasó a depender del mercado
externo, que no controla. Pero, como en todos los procesos,
con anterioridad a esta delicada situación hubo una serie de
instancias político-económicas que habilitaron la dominación
de lo que se da en llamar el "nuevo colonialismo de los
agronegocios".
Los agronegocios son distintos procesos implicados en la
producción y distribución de alimentos, una cadena
controlada por grandes empresas trasnacionales que imponen
un modelo de agricultura de gran escala y de
comercialización concentrada. En poder de grandes
corporaciones, los agronegocios tienen como fin incrementar
su producción de insumos industriales, sean granos de
oleaginosas o celulosa para abastecer a los mercados
globales.
En su investigación periodística "Del genocidio y robo de
tierras al 'boom sojero'. Historia política y económica de
la provincia de Santa Fe", Oscar Ainsuain realiza un
recorrido histórico que finaliza en la demostración de cómo
se fueron consolidando los tres pilares técnicos que
prepararon y sostienen estratégicamente el escenario para el
proceso de sojización: la siembra directa, la soja RR y el
herbicida a base de glifosato.
En 1996, el entonces secretario de Agricultura del gobierno
del ex presidente Carlos Menem (1989-1995 y 1995-1999),
Felipe Solá, autorizó la semilla de soja RR creada por la
multinacional estadounidense Monsanto, una semilla
resistente al Roundup, la marca comercial del herbicida
total glifosato que mata todo vegetal menos la soja
(desarrollado por la misma corporación).
A partir de 2004 y tras lograr la supremacía en el mercado
argentino, Monsanto comenzó a presionar para recaudar
regalías por el uso de sus semillas. Además, en ese mismo
período se difundió el sistema de siembra directa, un
sistema de labranza que se realiza con una máquina moderna
y, a diferencia del modo tradicional, abre un pequeño surco
depositando la semilla junto al fertilizante y deja siempre
el suelo cubierto del rastrojo del cultivo anterior porque
no da vuelta toda la tierra. De esta manera se lograría
impedir la erosión de la tierra producida por el viento y el
agua.
Según el referente del GRR y muchos otros especialistas, el
enorme negocio que significarán en un futuro próximo los
biocombustibles, hará que el mercado internacional demande a
países como la Argentina y Brasil una exportación que puede
llegar a poner en jaque, entre otras cosas, la soberanía
alimentaria, entendida como el derecho de los pueblos,
comunidades y países a definir sus propias políticas
agrícolas, pastoriles, laborales, de pesca, alimentarias y
agrarias que sean ecológica, social, económica y
culturalmente apropiadas a sus circunstancias exclusivas.
La Argentina, como primera exportadora de aceites vegetales en el
mundo, se ubica en un lugar expectante en el mercado de los
biocombustibles, al que ya ingresaron Brasil, Estados Unidos
y Europa y ya se están dando pasos firmes para lograr una
producción de mayor escala.
"Algunos países de Europa están sustituyendo 2 a 5 por
ciento de la nafta usada en los automóviles por
biocombustibles y se piensa llegar al 10 por ciento. La
Argentina y el Brasil son países que van a tener que
producir nada más que biocombustibles. El tema es qué va a
comer nuestra población.
Porque en este proyecto, si nosotros tenemos que abastecer
el mercado de la energía europea, no vamos a tener qué
comer. El biocombustible sale del aceite y el resto de la
soja ¿quién se lo va a comer? Nosotros, evidentemente",
explica Rulli a Mosaico Social.
Y afirma que, según los pronósticos, de aquí a cinco años -
sólo media década - los productores de soja se dedicarán
exclusivamente a generar aceite de soja para producir
biocombustible. "Ya no les va a convenir hacer otra cosa
como forrajes, preparar harina de soja. Entonces todo eso va
a quedar como un residuo que evidentemente será la única
comida que va a haber, lo cuál es gravísimo", destaca Rulli.
Durante la Conferencia Mundial de la Asociación
Internacional de Management de Agronegocios realizada en
junio en Argentina, se dieron cita los grandes empresarios
del negocio de la soja. Uno de los directivos de la IAMA es
Héctor Lorenz, quien a su vez preside la Fundación Vida
Silvestre, una de las organizaciones ambientalistas más
conocidas del país.
En el marco de dicha conferencia, los empresarios afirmaron
públicamente que son las corporaciones las que están
generando las políticas públicas agrícolas en la Argentina.
"Esto nos preocupó. Empezamos a entender por qué en muchas
de las entrevistas que tenemos con funcionarios o con
dirigentes políticos, ciertos temas no aparecen: es que los
políticos los ignoran. Descubrimos que los políticos ignoran
que son las empresas las que hoy dibujan o generan muchas de
las políticas de Estado que la Argentina tiene", expresa
Rulli.
El ambiente y la salud pública
Si se toma el mapa de la Argentina y se observan las
regiones más afectadas por la sojización, se constata que la
denominada Pampa Húmeda - que comprende las provincias de
Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe - es la más perjudicada.
Pero ya comienzan a verificarse impactos muy dramáticos en
las provincias de Salta y Chaco, ambos ecosistemas
extremadamente frágiles. "Toda la negociación de tierras y
la negociación de la madera del bosque de El Impenetrable
Chaqueño que desapareció, todo eso va siendo empujado por la
soja. Primero viene la negociación de la madera y después
llega la soja", señala Rulli. Cabe destacar que en la
Argentina se talaron 5 millones de hectáreas de bosques y
montes desde 1996 para el cultivo de soja. El cultivo de
soja avasalla y ya está entrando en Neuquén, provincia de la
Patagonia argentina.
Según Rulli, la Argentina tendría que estar en emergencia
forestal desde hace 10 años pero aún hoy la esfera
gubernamental no habla del tema. La problemática ambiental a
nivel del gobierno nacional argentino es responsabilidad de
la Subsecretaría de Medio Ambiente que depende del
Ministerio de Salud y Ambiente, cuyo secretario es Atilio
Sabino, ex gerente del Ceamse, el mayor relleno sanitario
contaminante de la provincia de Buenos Aires.
"En las provincias de Buenos Aires o Santa Fe, el deterioro
del suelo va a demorar en evidenciarse porque son suelos muy
ricos. Se puede haber perdido una tercera parte o la mitad
del suelo pero de todas maneras, queda suelo y hay capacidad
para poner fertilizantes químicos, cuando antes jamás se
hubieran usado. Pero hay suelos frágiles como los del
desmonte del Chaco que dan para 2 o 3 cosechas y después va
a quedar sólo el desierto", señala el miembro del GRR. "Los
gobiernos no hacen nada porque van detrás del interés de
corto plazo de un gran negocio: tres cosechas. Después se
acabó. No tenemos un secretario de Medioambiente que diga
nada. Y el exterminio de flora y fauna es angustiante para
la gente que se preocupa por los ecosistemas", agrega.
Los efectos del monocultivo de soja y los agrotóxicos
utilizados para su cultivo ya están quedando en evidencia,
de forma dramática, en la salud de las personas. Una misión
integrada por organizaciones de Ecuador, Brasil, Bolivia y
España se hizo presente el pasado 20 de junio en la ciudad
de Córdoba para registrar los impactos del cultivo de soja
transgénica. La llegada de esta misión respondió a la
aparición masiva en los pobladores de esas zonas de
enfermedades vinculadas al uso de agrotóxicos, entre ellas,
casos de cáncer, lupus, malformaciones congénitas, alergias
y asma. La delegación estuvo integrada por representantes
del Foro Boliviano de Medioambiente, Bolivia Libre de
Transgénicos, Federación Nacional de Mujeres Campesinas
Bartolina Sisa, Terra de Direitos, Veterinarios sin
Fronteras y Coordinadora Nacional de Organizaciones
Campesinas.
¿Qué ciudad para este campo
y qué campo para esta ciudad?
En la Argentina y especialmente en la provincia de Santa
Fe, la propiedad de la tierra está concentrada en los mismos
niveles de principios del siglo XX. Ainsuain expone en su
trabajo que "los planes económicos aplicados en distintos
períodos de nuestra historia -como sucedió en los '90- han
contribuido no sólo a mantener sino a profundizar el proceso
de concentración de tierras". "A tal punto esto es así, que
tomando como base los Establecimientos Agropecuarios
Productivos de más de 5.000 hectáreas, el censo agropecuario
de 1913 mostraba que 5.300 terratenientes eran dueños del 48
por ciento de las tierras y el censo 2001 puso en evidencia
que algo más de 6 mil propietarios controlan 50 por ciento
de las mismas".
Tomando datos del Censo Agropecuario 2001, Ainsuain revela
cifras sorprendentes: los 936 terratenientes más poderosos
tienen 35.515.000 hectáreas y, en el otro extremo, 137.021
agricultores poseen 2.288.000. Sólo Benetton (900.000),
Cresud (460.000), Bunge (260.000) y Amalia Lacroze de
Fortabat (220.000) poseen 2 millones de hectáreas,
superficie comparable al territorio de Bélgica. De las 35
familias tradicionales que en el censo del año 1913
concentraban la mayor parte de las tierras, 30 siguen siendo
grandes propietarios; entre ellos se destacan los Anchorena,
con 40 mil hectáreas y los Gómez Alzaga con 60 mil.
La injusta distribución de la riqueza y el monocultivo de
la soja han dejado como consecuencia que miles de campesinos
y campesinas sean literalmente desterrados y cientos de
pequeños pueblos y localidades borrados del mapa. Según un
estudio del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria
(INTA), en el Gran Buenos Aires 8 de cada 10 personas
desempleadas provienen de la agricultura. La dominación de
los agronegocios genera más concentración de la población en
grandes urbes, con un panorama de pobreza creciente, pues
avanzan desplazando a las comunidades rurales.
"La soja ha despoblado el campo porque ha establecido un
modelo de agricultura sin agricultores. Ahora tenemos
ciudades inmanejables, con mucha violencia, mucha
inseguridad, sin trabajo, en las cuales faltan redes de gas,
de cloacas, de agua, porque el Estado no da abasto para
construir infraestructura urbana. La gente vive como puede.
Lo que ha habido es un cambio demográfico brutal, cerca del
mil pueblos del interior han quedado prácticamente vacíos. Y
la emigración continúa, no hay un día en que no haya nuevos
despoblamientos consecuencia de la soja", destaca el
representante del Grupo de Reflexión Rural.
Con la convicción de que "oponerse hoy al modelo de los
agronegocios es hacer frente a la faceta más dinámica del
neoliberalismo en el Cono Sur de América Latina", estos
movimientos proponen recuperar el control sobre las semillas
e identificar a las corporaciones que monopolizan la
producción de los cultivos transgénicos y el control sobre
los alimentos. Pero también buscan confrontar las políticas
estatales que promueven la penetración de estas empresas y
denunciar las violaciones a los derechos humanos y actos de
criminalidad económica por las que serían responsables.
Flavia Fascendini
CampoNOVA.com
Tomado de
Biodiversidad LA
4 de enero
de 2007
Fotos:
redsemillaroja.org
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