Mèxico
Trasnacionales redactan cartas
"de
agricultores" |
Agrobio México es una
"asociación civil" cuyos miembros son las trasnacionales
Monsanto, Syngenta, Dupont, Bayer y Dow. Son las mismas que
controlan los cultivos transgénicos en el mundo. Solamente
Monsanto controla 88 por ciento.
La gerente de comunicaciones de
esta asociación, Ana Laura González, envió el 7 de
septiembre un correo electrónico a Jaime Sánchez Ruelas,
presidente de la Unión Agrícola Regional del Norte de
Tamaulipas, con argumentos para que su asociación y otros
agricultores enviaran al Servicio Nacional de Sanidad,
Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), en favor de
las solicitudes de Monsanto, Dow y Pioneer (Dupont), para
experimentar con maíz transgénico en México. Agrobio
aconseja en su carta a los agricultores que "promuevan
comentarios de otras personas: colegas, familiares, etc".
Para que no tengan que pensar ni en cómo disimular quién les
hizo el texto, González envió cuatro versiones diferentes de
cartas para enviar a las autoridades.
El mismo día, el diligente Jaime Sánchez envió todo el
paquete a varias decenas de asociaciones de agricultores e
individuos afines. Si alguien creía que, aun siendo muy
pocos, había agricultores en México que realmente querían
maíz transgénico, queda claro que no hablan por sí mismos,
sino por las trasnacionales.
Los argumentos que Agrobio compiló para esos agricultores
con quienes tiene tan estrecha relación parecen un viaje de
Prozac de las multinacionales: según ellos no hay problema
alguno, sus amigos investigadores de Cinvestav ya previeron
todas las medidas de bioseguridad mediante el Plan Maestro
de Maíz; el maíz transgénico aumentará la producción,
disminuirá el uso de químicos y ahora, por arte de magia,
los agricultores mexicanos podrán competir con los millones
de toneladas de maíz transgénico subsidiado que México
importa desde Estados Unidos. Sorprendente que en tan pocas
hojas compilen tantas falsedades.
En una de las cartas, Agrobio esgrime que los transgénicos
contribuirán a las "Metas de Desarrollo Milenario" (sic) de
reducir la pobreza mundial. Se refieren probablemente a los
Objetivos de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas. Como
los funcionarios de Agrobio reciben sus instrucciones en
inglés directamente de las casas matrices de las
trasnacionales en Estados Unidos, no se han molestado en
leer el texto original y lo tradujeron erróneamente.
De todos modos, a Agrobio lo único que le preocupa de los
pobres es si los puede usar como estrategia de marketing. En
realidad las semillas transgénicas han aumentado la pobreza
en los países del Sur donde se han cultivado por más tiempo,
por ejemplo en Argentina, segundo productor mundial de
transgénicos.
Pero Agrobio no quiere mostrar los datos de producción y uso
de químicos de los transgénicos en los países que más los
han usado. Por eso no menciona los datos del Departamento de
Agricultura de Estados Unidos (USDA), país pionero en estos
cultivos, que tiene más de 60 por ciento de la producción
mundial de transgénicos. En su lugar coloca datos parciales,
con los que manipula resultados usando fuentes de organismos
creados por las propias empresas.
Si se basaran en datos oficiales de USDA, como ha hecho,
entre otros, el investigador Charles Benbrook, tendrían que
informar que hasta 2003 la introducción de transgénicos
significó un aumento de uso de agroquímicos de 23 millones
de kilogramos. Curva que sigue en ascenso. Que en caso del
maíz, en una evaluación de cinco años, también compilada por
Benbrook sobre datos oficiales, el aumento total de
producción fue de 0.6 por ciento, pero como la semilla
transgénica es mucho más cara, los agricultores perdieron 92
millones de dólares porque gastaron mucho más que si
hubieran sembrado maíz convencional. Que las propias
empresas recomiendan a los agricultores dejar "refugios para
insectos" de maíz no transgénico en un 20 a 40 por ciento de
su campo, para retardar la inevitable resistencia que surge
en los insectos que dice combatir. Que por todo eso el
estudio de la USDA Adopción de los cultivos biotecnológicos
(2002) concluyó que "...el tema pendiente más importante es
explicar por qué ha habido un ritmo de adopción tan
acelerado mientras los impactos económicos parecen ser
variados o incluso negativos".
La razón de esto, que Agrobio conoce pero prefiere ocultar,
es que la mayoría de los agricultores de Estados Unidos
tienen una relación de esclavitud con las empresas
semilleras, porque han perdido sus propias semillas y el
acceso a las no patentadas de mejoramiento público. No es
que los transgénicos sean elegidos por los agricultores,
sino que las empresas que monopolizan el mercado no les dan
otras opciones, porque para ellas sí es un gran negocio.
Ochenta y cinco por ciento de los que trabajan el campo en
México son campesinos y usan sus propias semillas, sustento
de sus autonomías, de sus culturas y de poder comer sin
pedir permiso a nadie. Por ellos van las empresas, por las
buenas o las malas. Si se siembra maíz transgénico en México
habrá una inevitable contaminación transgénica, con genes
patentados, mucho más extendida de la que ya produjeron las
empresas y el gobierno con las importaciones de maíz. Esto
sería un crimen de lesa humanidad, con consecuencias
gravísimas para toda la sociedad, ahora y en el futuro. Si
el gobierno legaliza tamaña agresión en favor de las
multinacionales, colocará aún más presión a la caldera a
punto de estallar de la sociedad mexicana. Y quien siembra
viento...
Silvia Ribeiro*
2 de octubre de 2006
* Investigadora del Grupo ETC
FOTOS:
semillas.org.co
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