-¿Hacia dónde apunta la agricultura en la actualidad de
Brasil?
-Una de las preocupaciones de la CONTAG en este
momento es el crecimiento acelerado del interés en la
agricultura por nuevas commodities como el azúcar, el etanol
y el algodón. Hay un gran incremento de la demanda
internacional. Por ejemplo, Estados Unidos, Japón y China
han adelantado su intención de adquirir etanol a Brasil, lo
que proyecta a corto plazo un avance muy importante en la
superficie cultivada con caña de azúcar. Esto, sin duda,
tendrá grandes impactos sociales y ambientales. La
experiencia indica que cuando se producen estos fuertes
movimientos especulativos en la agricultura, los pequeños y
medianos productores de alimentos básicos –porotos, maíz,
mandioca– son presionados para que vendan sus propiedades a
los grandes propietarios. Esto resulta en una profundización
del éxodo rural hacia las ciudades. Si Japón formaliza su
demanda de 4 mil millones de litros de etanol, China anuncia
que compraría aún mucho más que eso y la Unión Europea otro
tanto, entonces Brasil tendrá graves problemas, porque las
transnacionales ya están planeando extender la acción de la
agroindustria.
-¿Por qué aumenta tanto la demanda de etanol?
-El Protocolo de Kioto obliga a que antes de 2006
entre 8 y 20 por ciento de la gasolina debe ser sustituida
por componentes que no produzcan dióxido de carbono.
-¿Hay posibilidades en Brasil de producción agrícola
para fabricar biocombustible?
-Es una alternativa que hemos planteado, pero no hay
una gran demanda. El interés de esta producción sería de los
agricultores del centro oeste y nordeste de Brasil vinculado
a los cultivos de soja, el aceite de mamona, del girasol...
Se trataría de alternativas de producción para pequeñas
propiedades que harían viable la agricultura en zonas muy
áridas. Pero verdaderamente se trata de iniciativas muy
marginales. Además, hay que tener en cuenta que los países
ricos están buscando dónde comprar sumideros de carbono, y
hay que desafiar el mito de que el biodiesel es el
“combustible limpio”. ¿Cuán limpio puede ser un combustible
que se produce a partir de enormes monocultivos con uso
intensivo de agrotóxicos, con alteración grave de los
ecosistemas, con la eliminación quizás irreversible de la
“mata” atlántica atacada por el corrimiento permanente de la
llamada “frontera agrícola” hacia la Amazonia? A esto
podemos agregar las condiciones de explotación tremendas a
las que son sometidos los asalariados rurales, mal
alimentados, mal dormidos, y obligados a tener una
productividad inhumana de ocho toneladas diarias de caña por
un salario vergonzoso de dos dólares diarios. Del caño de
escape del auto para atrás, el biocombustible es muy sucio.
-¿Cuáles son las perspectivas del algodón?
-La derrota de Estados Unidos en la OMC abre un nuevo
marco para la producción de algodón en Brasil que había
perdido su excelente posición internacional como productor
de esta fibra, como consecuencia del desmoronamiento de
nuestra moneda, el Real. Pero en los últimos tres años el
cultivo del algodón se viene recuperando con una velocidad
nunca vista, recuperando prácticamente su antigua situación
e incluso mejorándola. Las variedades de semillas que se han
podido adaptar en Brasil producen un algodón de fibra larga
y resistente, muy apreciado en el mercado internacional. La
EMBRAPA –instituto de investigación agrícola estatal– está
produciendo algodones de color azul, violeta, rojo...
-¿Son transgénicos?
-No lo sé, pero esta calidad de la fibra y la
precoloración “natural” atrae enormemente a los industriales
del ramo que ya han comprado anticipadamente toda la cosecha
de la zafra actual que marchará casi completamente al
exterior. El 45% de la zafra del año que viene ya está
vendido.
-¿Brasil produce lo que come?
-La producción de alimentos básicos corre por cuenta
de la pequeña y mediana propiedad. Son ellas las que
sostienen la seguridad alimentaria del país. Por eso nos
preocupa mucho la presión que ejercerán sobre estos
productores los grandes propietarios ávidos de espacio para
sus cultivos especulativos de caña, algodón o soja, tres
productos que en la actualidad tienen precios altos en el
mercado internacional.
-¿Cuál es la situación con respecto al algodón?
-En toda la prensa se anuncia que el nuevo “oro
blanco” de la agricultura en Brasil será al algodón. Se lo
ha redescubierto, y se están haciendo enormes inversiones en
Mato Groso, en el centro oeste, en el sur de Pará, con áreas
muy extensas de algodón, está reapareciendo en el norte de
Paraná, en Minas Gerais y San Pablo, Bahía y otros estados
del nordeste también han recibido inversiones similares.
-¿Está compitiendo con la soja?
-Hay muchos productores sojeros que están cambiando
hacia el algodón, que según algunas fuentes tiene una
rentabilidad 4,5 veces más que la soja. Quiere decir que si
este precio se mantiene, y perdura el interés por el algodón
brasileño, seguramente veremos cómo muchas chacras sojeras de
la actualidad serán reconvertidas al algodón.
-¿Qué pasa con el maíz?
-Ha perdido espacio en beneficio de la soja, y perderá
aún más por la caña o el algodón, porque la tendencia del
maíz es incrementar su precio en el mercado interno. El
gobierno decidió incentivar a los productores de maíz
previendo que si no se hace algo en los próximos años habrá
escasez de este insumo con el que se fabrican las raciones
para pollo y cerdos.
-¿Cuál es la política de la CONTAG para proteger a los
pequeños y medianos productores?
-Nuestra gran bandera de lucha es seguir defendiendo
la agricultura familiar y el Programa Nacional de
Agricultura Familiar (PRONAF). Todos los años la CONTAG
organiza una gran movilización hacia Brasilia donde nos
reunimos con el gobierno para negociar, para ajustar o
definir políticas que vayan asegurando que se atiendan las
necesidades de los productores. Este año realizamos el “X
Grito de la Tierra”, como llamamos a esta movilización, y
presentamos una extensa lista de reivindicaciones y temas a
discutir, y conseguimos pactar con el gobierno de Lula
acuerdos sobre varios puntos muy importantes para los
agricultores familiares. Se reafirmó el compromiso de
cumplir con las metas del plan de reforma agraria, por el
cual este año quedarán asentadas 115 mil familias de sin
tierras. Además, el gobierno asumió proveer una estructura
básica a los asentamientos como energía, escuelas, casas,
demarcación de lotes para cada familia y el dinero para que
cada asentado continúe trabajando y haciendo de su trabajo
su creación. En el PRONAF los asentados tendrán dinero
–cerca de 15 mil reales al 1,5% anual de interés– para pagar
en diez años con tres años de gracia, y si puede pagar al
día, sin atrasarse tendrá un descuento del 45%. Así, tenemos
políticas de financiación para los agricultores más pobres
que casi todos se ubican en el nordeste, para los que
consideramos en vías de consolidación y para los ya
instalados. Este programa tiene este año un presupuesto de
7.200 millones de reales.
-¿Quién los distribuye?
-Los bancos oficiales y los estaduales. También
tenemos una línea de crédito para mujeres que financia
pequeñas inversiones como congeladores para la producción
artesanal, cocinas grandes u otras ideas.
-¿El actual gobierno ha tenido en cuenta a la
agricultura familiar?
-La conquista verdaderamente importante es el PRONAF,
que existe desde hace ocho años por la lucha de los
agricultores, de la CONTAG y del movimiento sindical. Pero
cuando llegó el gobierno de Lula sentimos un cambio
significativo porque con él hay un compromiso mayor con un
desarrollo sostenible en el campo. Para eso tenemos que
hacer la reforma agraria, consolidar los pequeños
productores, alcanzar un equilibrio ambiental básico en el
cual puedan vivir las poblaciones locales con su creación,
su producción.
-Hay una aparente contradicción entre promover la
pequeña y la gran escala al mismo tiempo.
-Brasil es “un continente” y hoy tiene la mayor
riqueza del mundo. Es el único país que tiene aún tanta
tierra potencialmente utilizable para la agricultura y
condiciones tan claras para ser el granero del mundo. La
realidad es que tenemos dos agriculturas: una de base
empresarial, también llamada agrobussines, y también tenemos
la agricultura familiar a la que se dedican 4,3 millones de
familias, esto es cerca de 12 millones de agricultores. Ese
sector es esencial para la seguridad y la soberanía
alimentarias de Brasil. Prácticamente el 70 por ciento de
los alimentos producidos en Brasil provienen de ahí. Pero
también el 40 por ciento de la producción del agrobussines
proviene de la agricultura familiar, el 39 por ciento de PBI
de la agricultura se produce en las chacras familiares, así
como el 92 por ciento del tabaco, casi la totalidad del
vino, 72 por ciento de la leche, y hasta 42 de la soja. En
el sur, inclusive, la participación de la agricultura
familiar en la soja supera ampliamente el 60 por ciento. Es
cierto que parece una contradicción, pero la mayor parte de
las chacras combinan cultivos alimentarios con
especulativos.
-¿Cuál es la posición de la CONTAG con respecto a los
transgénicos?
-Estamos en contra, pero no automáticamente.
Proponemos que se instruya a un instituto de investigación
nacional con credibilidad para que analice científicamente
las ventajas y desventajas de los OGM hasta que se compruebe
que estos productos no hacen daño a la salud humana o al
ambiente. Mientras tanto, la CONTAG estima que debe
decretarse una moratoria para que no se libere ningún
producto con fines comerciales sin tener un estudio seguro
de inocuidad. En Brasil tenemos cerca de 270 productos con
distribución comercial que contienen alguna parte de
componentes provenientes de transgénicos, y no tenemos una
ley que obligue a etiquetar esa característica en esos
alimentos. En este momento la discusión está en el Senado
donde se estudia un proyecto de Ley de Bioseguridad, y
estamos coordinando esfuerzos con organizaciones amigas para
sostener esta posición sobre los transgénicos. Las empresas
trasnacionales hacen un lobby muy fuerte para que esta ley
no los prohíba, y por ahora llevan la delantera, aunque no
está previsto que se apruebe antes de 2005, así todavía
tenemos oportunidad.
-¿Qué niveles de coordinación tiene la CONTAG en el
Mercosur?
-Representamos a los productores familiares brasileños
en la COPROFAM, que es la coordinadora de agricultores
familiares del Mercosur, fundada en 1994 y que congrega a
ocho organizaciones de Bolivia, Chile, Paraguay, Argentina,
Uruguay y Brasil. La COPROFAM tiene el cometido de luchar
para obtener de los respectivos gobiernos compromisos
dirigidos a la promoción y consolidación de la agricultura
familiar que vayan eliminando las asimetrías actualmente
existentes, que permitan alcanzar la soberanía y la
seguridad alimentarias, un desarrollo sostenible en el campo
y que los pequeños productores continúen viviendo,
contribuyendo y creando en el campo de manera racional
equilibrada, utilizando formas comerciales justas.
Carlos Amorín
© Rel-UITA
21 de julio de 2004