Brasil

Con Luis Facco

El algodón y la caña de azúcar

desplazarán a la soja

 

Es técnico agrícola, economista y asesor de la CONTAG que representa a cuatro millones de agricultores familiares brasileños. Es, sin duda, una de las organizaciones campesinas más importantes del mundo. Conversar con Luis es asomarse a la pasión por la defensa del campo, su gente y su futuro.

 

 

-¿Hacia dónde apunta la agricultura en la actualidad de Brasil?

 

-Una de las preocupaciones de la CONTAG en este momento es el crecimiento acelerado del interés en la agricultura por nuevas commodities como el azúcar, el etanol y el algodón. Hay un gran incremento de la demanda internacional. Por ejemplo, Estados Unidos, Japón y China han adelantado su intención de adquirir etanol a Brasil, lo que proyecta a corto plazo un avance muy importante en la superficie cultivada con caña de azúcar. Esto, sin duda, tendrá grandes impactos sociales y ambientales. La experiencia indica que cuando se producen estos fuertes movimientos especulativos en la agricultura, los pequeños y medianos productores de alimentos básicos –porotos, maíz, mandioca– son presionados para que vendan sus propiedades a los grandes propietarios. Esto resulta en una profundización del éxodo rural hacia las ciudades. Si Japón formaliza su demanda de 4 mil millones de litros de etanol, China anuncia que compraría aún mucho más que eso y la Unión Europea otro tanto, entonces Brasil tendrá graves problemas, porque las transnacionales ya están planeando extender la acción de la agroindustria.

 

-¿Por qué aumenta tanto la demanda de etanol?

 

-El Protocolo de Kioto obliga a que antes de 2006 entre 8 y 20 por ciento de la gasolina debe ser sustituida por componentes que no produzcan dióxido de carbono.

 

-¿Hay posibilidades en Brasil de producción agrícola para fabricar biocombustible?

 

-Es una alternativa que hemos planteado, pero no hay una gran demanda. El interés de esta producción sería de los agricultores del centro oeste y nordeste de Brasil vinculado a los cultivos de soja, el aceite de mamona, del girasol... Se trataría de alternativas de producción para pequeñas propiedades que harían viable la agricultura en zonas muy áridas. Pero verdaderamente se trata de iniciativas muy marginales. Además, hay que tener en cuenta que los países ricos están buscando dónde comprar sumideros de carbono, y hay que desafiar el mito de que el biodiesel es el “combustible limpio”. ¿Cuán limpio puede ser un combustible que se produce a partir de enormes monocultivos con uso intensivo de agrotóxicos, con alteración grave de los ecosistemas, con la eliminación quizás irreversible de la “mata” atlántica atacada por el corrimiento permanente de la llamada “frontera agrícola” hacia la Amazonia? A esto podemos agregar las condiciones de explotación tremendas a las que son sometidos los asalariados rurales, mal alimentados, mal dormidos, y obligados a tener una productividad inhumana de ocho toneladas diarias de caña por un salario vergonzoso de dos dólares diarios. Del caño de escape del auto para atrás, el biocombustible es muy sucio.

 

-¿Cuáles son las perspectivas del algodón?

 

-La derrota de Estados Unidos en la OMC abre un nuevo marco para la producción de algodón en Brasil que había perdido su excelente posición internacional como productor de esta fibra, como consecuencia del desmoronamiento de nuestra moneda, el Real. Pero en los últimos tres años el cultivo del algodón se viene recuperando con una velocidad nunca vista, recuperando prácticamente su antigua situación e incluso mejorándola. Las variedades de semillas que se han podido adaptar en Brasil producen un algodón de fibra larga y resistente, muy apreciado en el mercado internacional. La EMBRAPA –instituto de investigación agrícola estatal– está produciendo algodones de color azul, violeta, rojo...

 

-¿Son transgénicos?

 

-No lo sé, pero esta calidad de la fibra y la precoloración “natural” atrae enormemente a los industriales del ramo que ya han comprado anticipadamente toda la cosecha de la zafra actual que marchará casi completamente al exterior. El 45% de la zafra del año que viene ya está vendido.

 

-¿Brasil produce lo que come?

 

-La producción de alimentos básicos corre por cuenta de la pequeña y mediana propiedad. Son ellas las que sostienen la seguridad alimentaria del país. Por eso nos preocupa mucho la presión que ejercerán sobre estos productores los grandes propietarios ávidos de espacio para sus cultivos especulativos de caña, algodón o soja, tres productos que en la actualidad tienen precios altos en el mercado internacional.

 

-¿Cuál es la situación con respecto al algodón?

 

-En toda la prensa se anuncia que el nuevo “oro blanco” de la agricultura en Brasil será al algodón. Se lo ha redescubierto, y se están haciendo enormes inversiones en Mato Groso, en el centro oeste, en el sur de Pará, con áreas muy extensas de algodón, está reapareciendo en el norte de Paraná, en Minas Gerais y San Pablo, Bahía y otros estados del nordeste también han recibido inversiones similares.

 

-¿Está compitiendo con la soja?

 

-Hay muchos productores sojeros que están cambiando hacia el algodón, que según algunas fuentes tiene una rentabilidad 4,5 veces más que la soja. Quiere decir que si este precio se mantiene, y perdura el interés por el algodón brasileño, seguramente veremos cómo muchas chacras sojeras de la actualidad serán reconvertidas al algodón.

 

-¿Qué pasa con el maíz?

 

-Ha perdido espacio en beneficio de la soja, y perderá aún más por la caña o el algodón, porque la tendencia del maíz es incrementar su precio en el mercado interno. El gobierno decidió incentivar a los productores de maíz previendo que si no se hace algo en los próximos años habrá escasez de este insumo con el que se fabrican las raciones para pollo y cerdos.

 

-¿Cuál es la política de la CONTAG para proteger a los pequeños y medianos productores?

 

-Nuestra gran bandera de lucha es seguir defendiendo la agricultura familiar y el Programa Nacional de Agricultura Familiar (PRONAF). Todos los años la CONTAG organiza una gran movilización hacia Brasilia donde nos reunimos con el gobierno para negociar, para ajustar o definir políticas que vayan asegurando que se atiendan las necesidades de los productores. Este año realizamos el “X Grito de la Tierra”, como llamamos a esta movilización, y presentamos una extensa lista de reivindicaciones y temas a discutir, y conseguimos pactar con el gobierno de Lula acuerdos sobre varios puntos muy importantes para los agricultores familiares. Se reafirmó el compromiso de cumplir con las metas del plan de reforma agraria, por el cual este año quedarán asentadas 115 mil familias de sin tierras. Además, el gobierno asumió proveer una estructura básica a los asentamientos como energía, escuelas, casas, demarcación de lotes para cada familia y el dinero para que cada asentado continúe trabajando y haciendo de su trabajo su creación. En el PRONAF los asentados tendrán dinero –cerca de 15 mil reales al 1,5% anual de interés– para pagar en diez años con tres años de gracia, y si puede pagar al día, sin atrasarse tendrá un descuento del 45%. Así, tenemos políticas de financiación para los agricultores más pobres que casi todos se ubican en el nordeste, para los que consideramos en vías de consolidación y para los ya instalados. Este programa tiene este año un presupuesto de 7.200 millones de reales.

 

-¿Quién los distribuye?

 

-Los bancos oficiales y los estaduales. También tenemos una línea de crédito para mujeres que financia pequeñas inversiones como congeladores para la producción artesanal, cocinas grandes u otras ideas.

 

-¿El actual gobierno ha tenido en cuenta a la agricultura familiar?

 

-La conquista verdaderamente importante es el PRONAF, que existe desde hace ocho años por la lucha de los agricultores, de la CONTAG y del movimiento sindical. Pero cuando llegó el gobierno de Lula sentimos un cambio significativo porque con él hay un compromiso mayor con un desarrollo sostenible en el campo. Para eso tenemos que hacer la reforma agraria, consolidar los pequeños productores, alcanzar un equilibrio ambiental básico en el cual puedan vivir las poblaciones locales con su creación, su producción.

 

-Hay una aparente contradicción entre promover la pequeña y la gran escala al mismo tiempo.

 

-Brasil es “un continente” y hoy tiene la mayor riqueza del mundo. Es el único país que tiene aún tanta tierra potencialmente utilizable para la agricultura y condiciones tan claras para ser el granero del mundo. La realidad es que tenemos dos agriculturas: una de base empresarial, también llamada agrobussines, y también tenemos la agricultura familiar a la que se dedican 4,3 millones de familias, esto es cerca de 12 millones de agricultores. Ese sector es esencial para la seguridad y la soberanía alimentarias de Brasil. Prácticamente el 70 por ciento de los alimentos producidos en Brasil provienen de ahí. Pero también el 40 por ciento de la producción del agrobussines proviene de la agricultura familiar, el 39 por ciento de PBI de la agricultura se produce en las chacras familiares, así como el 92 por ciento del tabaco, casi la totalidad del vino, 72 por ciento de la leche, y hasta 42 de la soja. En el sur, inclusive, la participación de la agricultura familiar en la soja supera ampliamente el 60 por ciento. Es cierto que parece una contradicción, pero la mayor parte de las chacras combinan cultivos alimentarios con especulativos.

 

-¿Cuál es la posición de la CONTAG con respecto a los transgénicos?

 

-Estamos en contra, pero no automáticamente. Proponemos que se instruya a un instituto de investigación nacional con credibilidad para que analice científicamente las ventajas y desventajas de los OGM hasta que se compruebe que estos productos no hacen daño a la salud humana o al ambiente. Mientras tanto, la CONTAG estima que debe decretarse una moratoria para que no se libere ningún producto con fines comerciales sin tener un estudio seguro de inocuidad. En Brasil tenemos cerca de 270 productos con distribución comercial que contienen alguna parte de componentes provenientes de transgénicos, y no tenemos una ley que obligue a etiquetar esa característica en esos alimentos. En este momento la discusión está en el Senado donde se estudia un proyecto de Ley de Bioseguridad, y estamos coordinando esfuerzos con organizaciones amigas para sostener esta posición sobre los transgénicos. Las empresas trasnacionales hacen un lobby muy fuerte para que esta ley no los prohíba, y por ahora llevan la delantera, aunque no está previsto que se apruebe antes de 2005, así todavía tenemos oportunidad.

 

-¿Qué niveles de coordinación tiene la CONTAG en el Mercosur?

 

-Representamos a los productores familiares brasileños en la COPROFAM, que es la coordinadora de agricultores familiares del Mercosur, fundada en 1994 y que congrega a ocho organizaciones de Bolivia, Chile, Paraguay, Argentina, Uruguay y Brasil. La COPROFAM tiene el cometido de luchar para obtener de los respectivos gobiernos compromisos dirigidos a la promoción y consolidación de la agricultura familiar que vayan eliminando las asimetrías actualmente existentes, que permitan alcanzar la soberanía y la seguridad alimentarias, un desarrollo sostenible en el campo y que los pequeños productores continúen viviendo, contribuyendo y creando en el campo de manera racional equilibrada, utilizando formas comerciales justas.

 

 

Carlos Amorín

© Rel-UITA

21 de julio de 2004

 

 

  

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