Uruguay
Con el
ingeniero Rómulo Ferreira
Al fin
esta idea florece
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Durante décadas, sí,
décadas, Ferreira intentó convencer a los diversos gobiernos
uruguayos sobre la conveniencia para el país de producir
etanol combustible. Nunca tuvo eco. Nunca... hasta ahora. Le
pedimos que relatara cuál fue el papel de la Rel-UITA en
este proceso.
-Usted es uno de los primeros
promotores de la producción de etanol en Uruguay.
-Vengo promoviendo este proyecto
desde hace mucho tiempo porque ya siendo muy joven trabajé
en la industria del azúcar a la que conozco bien. Cuando
regresé al Uruguay, después de muchos años de trabajo en el
exterior –gran parte de ellos directamente vinculado a la
producción de etanol-, ingresé por concurso como docente en
la Facultad de Ingeniería. Allí hablaba con los colegas
sobre mi experiencia con el etanol. Un par de ellos se
interesaron realmente y se entusiasmaron, pero en la
Facultad el tema nunca dejó de ser secundario. En 1998 tuve
un quebranto de salud y abandoné obligadamente la docencia,
pero el proyecto continuó en mi cabeza. Cuando el barril de
petróleo pasó los 30 dólares pensé que ya nadie podía parar
la producción de etanol. Pero con excepción de esos dos
colegas de la Facultad no tenía a nadie con quien hablar del
tema. Hasta que entré en contacto con la UITA andaba
bastante desvalido, luchando contra molinos de viento, no
sabía cómo continuar.
-¿Cómo entró en contacto con
la UITA?
-Se me ocurrió primero hablar
con el rector de la Universidad, el ingeniero Rafael Guarga,
pero mis amigos me aconsejaron que mejor hablara con Rucks,
pro-rector de extensión universitaria. Pude entrevistarme
con él en noviembre de 2004. Rucks me dirigió hacia la UITA,
una organización que yo desconocía, y me adelantó que tenían
una fuerte inserción en Bella Unión. Salí de allí y me
colgué al teléfono, pero Gerardo Iglesias, el secretario
regional, y Leonardo de León, coordinador del tema en la
UITA, estaban fuera de Uruguay. Un par de semanas después
encontré a Leonardo e inmediatamente me di cuenta de que
había caído en el mejor lugar del Uruguay para llevar
adelante este proyecto. Hay que agradecérselo a Rucks, a
quien volví a encontrar 15 días después de esa primera
entrevista con UITA. Mientras tanto la relación con Leonardo
y la UITA había madurado rápidamente, y veíamos que teníamos
las mismas ideas.
-¿Cuáles fueron los primeros
pasos juntos?
-Fue proponerle al ingeniero
Rudigger Von Sanden, profesor grado cinco de la Facultad de
Ingeniería, que se integrara al grupo. Así se consolidó la
participación de la Universidad de la República.
-¿Qué papel jugó la UITA en
este proceso?
-La UITA fue fundamental, porque
ellos estaban buscando a alguien con mis conocimientos para
complementar los suyos y poder armar el proyecto. En aquel
entonces Ancap (Administración Nacional de Combustibles
Alcohol y Portland) estaba como el avestruz, con la cabeza
bajo la arena, y en la Facultad de Ingeniería no había nada
sobre este tema.
Ya en diciembre de 2004 se hizo
un seminario en Bella Unión, donde pudimos contar con la
presencia prestigiosa del ingeniero Von Sanden, y después la
UITA me dio la oportunidad de ponerme en contacto con los
medios de comunicación. He hecho no menos de diez
intervenciones radiales, otras en televisión y múltiples
entrevistas de prensa. Anduvimos por el Interior donde nos
reunimos con grupos de productores, y todo ese gran trabajo
de difusión de este proyecto lo hizo la UITA. Después se
empezó a expresar avidez por el tema, y creo que todo el
mundo reconoce que nosotros fuimos los promotores. La ex
decana de la Facultad de Ingeniería, María Simon, ahora
presidenta de Antel (Administración Nacional de
Telecomunicaciones), colaboró muchísimo y dejó la semilla en
esa casa de estudios.
-¿Cómo fueron los contactos a
nivel oficial?
-Fuimos recibidos por el grupo
asesor del ministro José Mujica y hubo inmediato
entendimiento sobre el interés del proyecto para el país, y
lo mismo ocurrió con la Federación Ancap, el sindicato de la
refinería, que también es un apoyo fundamental en este
proceso. Igualmente nos reunimos en varias ocasiones con el
directorio completo de Ancap que es muy favorable a
desarrollar la producción de etanol. Y ahí se completó la
trilogía: la Universidad, Ancap y la UITA. Ahora todo
depende de las decisiones políticas que se tomarán a nivel
del gobierno.
Pero quiero enfatizar en que
todo esto fue posible por las puertas que abrió la UITA, por
los espacios que se fueron logrando con su intervención.
Después de tantos años de que esta idea estuvo trabada,
maniatada, ahora florece.
Carlos Amorín
© Rel-UITA
17 de agosto de 2005
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