El
constante aumento de los precios de los alimentos a nivel
mundial, un modelo económico extremadamente dependiente de
la agroexportación, de la importación de alimentos básicos y
de la cooperación internacional, una sociedad que sobrevive
principalmente de las remesas familiares y una matriz
energética todavía dependiente del petróleo hacen de
Nicaragua un país peligrosamente frágil frente a las crisis
alimentaria y ambiental que están afectando al planeta.
Según datos del Banco Central de Nicaragua (BCN),
la
inflación interanual (2007-2008) ha alcanzado el 18,91 por
ciento, mientras que el acumulado del primer trimestre de
este año es del 5,01 por ciento. En ambos casos, el
porcentaje de inflación de Nicaragua representa el
doble de los demás países centroamericanos. Antenor
Rosales, presidente del BCN, considera que la
principal causante sea el aumento del precio del petróleo y
de los alimentos en el mercado mundial, y que “el gobierno
tendrá que tomar medidas correctivas para tratar de parar la
inflación y respetar los compromisos asumidos con los
organismos internacionales, para que Nicaragua logre
una estabilidad de los precios”.
Pese al crecimiento de las exportaciones en el primer
bimestre del año (un total de 245,8 millones de dólares),
donde se evidencia la importancia de los productos
agropecuarios y manufacturados (zona franca),
hay que
remarcar un sensible aumento de las importaciones en el
mismo periodo, por un total de 613,8 millones de dólares, lo
cual arroja un déficit de 368 millones.
El estudio del BCN remarcó también un
crecimiento de
las remesas familiares del 18,6 por ciento, y de las
exportaciones de Zonas Francas del 11,5 por ciento, y espera
poder garantizar un crecimiento económico de entre el
4 y
4,5 del PIB, lo cual parece bastante difícil.
La complicada situación en la que se encuentra Nicaragua
está reflejada también en el “Mapa de la Pobreza 2008”,
divulgado por el Instituto Nacional de Información de
Desarrollo (INIDE). Según este informe,
de un total
de 5,4 millones de habitantes, casi 2,3 millones estarían en
situación de pobreza severa, es decir con tres necesidades
básicas insatisfechas de las cinco que se midieron. Según
datos de Naciones Unidas, el 46,2 por ciento de los
nicaragüenses sobreviven con menos de 2 dólares al día.
Para abordar estos temas, Sirel dialogó con el
diputado del FSLN y miembro de la Comisión Económica
de la Asamblea Nacional, Wálmaro Gutiérrez.
-Existe una crisis alimentaria a nivel mundial que está
creando mucha preocupación en toda la región
latinoamericana. ¿A qué se le puede imputar esta situación?
-Efectivamente, estamos viendo un repunte en el precio de los
alimentos. Considero que un primer factor sea el exceso de
demanda de alimentos de grandes focos poblacionales, que
están concentrados en las principales potencias económicas.
Por otro lado, la falta de recursos para poder financiar de
una manera más atractiva a los productores a nivel mundial
es otro elemento que contribuye a esta situación. Un tercer
elemento que se debe tomar en cuenta es la gran diferencia
en cuanto al tratamiento que se les da a los productores de
los países desarrollados, en detrimento de los productores
de los países en vía de desarrollo.
-¿Qué tipo de tratamiento?
-A diferencia de los productores latinoamericanos, que muchas
veces trabajan con pérdidas, a los productores
estadounidenses o europeos se les aprueban grandes
subsidios. Por lo tanto, nuestros países se convierten en
dependientes de los alimentos producidos por fuera de sus
fronteras. Cuando el precio de estos productos tiende a
aumentar a nivel internacional, como efecto de la
especulación de los mercados capitalistas, se genera como
consecuencia una inflación importada de estos países hacia
países más pobres, lo cual nos sume en una mayor pobreza. Es
por eso que creemos que hay que fortalecer nuestra capacidad
productiva, autoabasteciéndonos con nuestra propia
producción, para ir dependiendo cada vez menos de la
producción de estas grandes potencias.
-¿De qué manera el modelo productivo implementado en
Nicaragua y en el resto de la región está afectando a los
países?
-Hay que considerar dos elementos. El primero es la
implementación del monocultivo en toda la región, un modelo
de sistema productivo que desgraciadamente no hemos podido
diversificar y esto nos ha acarreado muchos problemas. El
segundo elemento tiene que ver con la incapacidad de dar
valor agregado a nuestra producción, evidentemente por falta
de financiamiento para el sector productivo. Al no tener
esta posibilidad, no podemos ser competitivos en los
mercados internacionales, porque acarrea como consecuencias
costos muy altos, producción escasa y la imposibilidad de un
mercado atractivo donde colocarla.
-¿Cómo se está reflejando toda esta situación en
Nicaragua?
-Este no es un país alimentariamente soberano; dependemos de
muchos productos de consumo básico que no se elaboran ni
producen aquí o que no se producen en suficientes
cantidades. Al vernos en la penosa necesidad de importar
estos productos alimenticios, como es el caso del arroz, del
maíz y del fríjol, lo que estamos haciendo es trasladando la
especulación de ese mercado internacional a nuestra frágil
economía nacional. Es por eso que el presidente Daniel
Ortega ha dejado muy claro que el enfoque de nuestra
producción tiene que ser al agro. Tenemos que voltear los
ojos al campo y tratar de fortalecer a los sectores
productivos agrícolas que están asentados en las comunidades
y el sector rural.
-El gobierno ha promovido algunos programas dirigidos a
este sector, pero hay también muchas críticas porque se ven
como algo paliativo y no como programas que van a tratar de
resolver el problema de raíz. ¿Qué opina de estas críticas?
-Es evidente que se han hecho esfuerzos, pero también que no
es suficiente. El Estado nicaragüense tiene una economía y
unas finanzas publicas extremadamente frágiles. Recordemos
que es un país beneficiado por la Iniciativa Para los Países
Pobres Altamente Endeudados (HIPC, por sus siglas en
inglés) y que es fuertemente dependiente de la cooperación
internacional. Por lo tanto, no tenemos los recursos que
quisiéramos para volcarnos de manera más agresiva al sector
agrícola, para producir de manera más eficiente, y te puedo
garantizar que si tuviéramos una inyección como la que se
les dio a muchos países europeos para poder incorporarlos a
la Unión Europea (UE), estaríamos hablando de una
historia totalmente diferente para Centroamérica. El
problema es la falta de recursos, pero con lo que tenemos
estamos tratando de enfocarlo y dirigirlo al sector rural.
-La Asamblea Nacional estuvo trabajando alrededor de dos
proyectos sumamente importantes para hacerle frente a esta
situación: la creación de un Banco de Fomento y la
aprobación de una Ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria y
Nutricional. ¿Qué pasó con estos dos proyectos?
-En el caso del Banco de Fomento a la Producción, el Poder
Ejecutivo ya está elaborando el reglamento correspondiente
para que el Banco entre a funcionar, y creemos que en el
tercer trimestre de este año tendremos todas las condiciones
para que eso ocurra.
En el caso de la Ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria y
Nutricional, se ha creado una comisión ad hoc para
hacer una reformulación de la iniciativa de ley que fue
dictaminada en 2006. Hay muchos elementos de esta iniciativa
que ya están desfasados de cara a nuevas disposiciones de
carácter internacional en materia alimentaria, y que no las
tiene el antiguo dictamen. Estamos reelaborando una
propuesta de dictamen que creemos tener lista para mediados
de año.
-¿Para la reelaboración del dictamen se van a basar
solamente en el proyecto presentado por la FAO, o van a dar
espacio también a las organizaciones de la sociedad civil
expertas del tema?
-Se está trabajando con el dictamen de 2006, los insumos que
nos da la FAO, y también con los que nos dan las
organizaciones especializadas en el tema de Soberanía y
Seguridad Alimentaria. Es por eso que ha costado mucho
tratar de conciliar opiniones y hacer un dictamen de
consenso.
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