A
orillas del caudaloso río Orteguasa, que baña las
selvas y la llanura del departamento del Caquetá y que
sirve de autopista fluvial para indígenas y campesinos
pero también para la insurgencia armada de las FARC o
para el ejército regular, se encuentra la vereda
curiosamente llamada La Luz de la Esperanza, del
municipio La Montañita. En ese sitio majestuoso, desde
donde se divisa el imponente Orteguasa, vive, en una
casa de madera y techos de zinc, el líder campesino
Ananías Ramírez Ortiz, gestor y promotor de la
organización social campesina que dio origen a la UNAC.
Don Ananías, como le dicen sus colegas de batalla por
la recuperación de tierras, es un hombre de contextura
delgada pero fuerte, con el clásico color moreno
pálido de la región, con mirada escrutadora y
desconfiada ante el desconocido pero supremamente
amable y familiar con los conocidos. Es la tipología
característica del campesino que sufre los rigores de
la guerra.
-¿Por qué la UNAC-UITA en Caquetá?
-Fui
impulsor con otros campesinos y campesinas de la creación de
la UNAC en el departamento vecino del Huila. Puesto a andar
ese proyecto regresé al Caquetá, donde existe sed y hambre
de organización social por satisfacer y esa posibilidad la
he visto en la UNAC-UITA.
-En un territorio tan agredido por los efectos de la guerra y la siembra
de cultivos ilícitos, ¿qué respuesta a su iniciativa de
organización han dado los campesinos?
-En
conversaciones cotidianas de familia informé sobre la
existencia de la UITA y la UNAC, que es su filial en
Colombia y que organizó la regional en el Huila con más de
36.000 campesinos y campesinas y algunas asociaciones
comunitarias. La UITA fue fundamental para derrotar el
pretendido remate de las fincas de los campesinos por deudas
en el Banco Agrario. Luego de un paro que dejó tres
compañeros muertos, se logró que el gobierno del presidente
Andrés Pastrana desistiera en su intención de desapropiación
por deudas y aceptara una refinanciación por más de once mil
millones de pesos, que hoy tiene en franca recuperación la
pequeña producción cafetera.
Siempre he
insistido en abrir nuestra lucha al conocimiento del fuero
internacional. ¿Qué mejor, para ello, que la estructura de
la UITA? Compañeros de la UITA nos dictaron talleres sobre
agroecología, medio ambiente y biodiversidad, presentaron lo
que es y lo que hace la UITA en Colombia y en el mundo, y
eso fue suficiente para empezar a trabajar en la
constitución y reconocimiento legal de la UNAC en este
departamento.
-¿Cuáles han sido los resultados de esos esfuerzos por organizar
legalmente la UNAC-UITA?
-Luego de
la visita de esos compañeros, entre ellos Sebastião Pinheiro,
se firmó un convenio con la Universidad de la Amazonía y se
establecieron contactos con otras organizaciones.
Posteriormente convocamos a un encuentro constitutivo de la
UNAC y se produjo el nacimiento de la Asociación
Agroalimentaria y Pecuaria del Caquetá. Con asesoría de la
UNAC, ya logramos obtener la personería jurídica y de esta
forma el bautismo institucional.
-¿Sólo bastó con unos talleres y la información sobre lo que es la UITA y
hace la UNAC en Colombia para lograr que los campesinos se
organizasen como UNAC-UITA?
-No, el
cuento es muy largo y tiene otros antecedentes. Nosotros,
que somos 150 familias denominadas “invasoras” por parte de
terratenientes y gobierno, le pedimos a la UNAC que nos
ayudara a iniciar el trámite de asignación y titulación de
tierras, y así sucedió. Tras reuniones en Bogotá y Florencia
con el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural fuimos
logrando encausarnos. Entonces la gente vio que en la UNAC
no había ningún interés diferente a la solidaridad y el
apoyo solicitado.
-¿Y qué ha pasado con la lucha por recuperar las tierras?
-En buena
medida pudimos derrotar al burocratismo estatal,
influenciado y manipulado por quienes dicen ser los dueños
de la tierra. Hasta hoy, obtuvimos la titulación de los
predios ocupados por 36 familias y en los próximos días
aspiramos a que se legalice la tierra de las restantes 114
familias.
-¿Qué otro elemento influyó para que los campesinos del Caquetá llegaran
a UITA por intermedio de UNAC?
-Primero,
que nadie había asumido el reto de meterse en este
territorio a organizar con objetivos serios a la gente.
Segundo, leímos bien los materiales que nos dieron en UITA-UNAC
sobre sus logros y objetivos, y no encontramos en esas
estructuras ninguna atadura a proyectos religiosos,
políticos o raciales, y sí un indefinido espacio pluralista.
Por otra
parte, estas 150 familias de desplazados dimos ejemplo para
que se acercaran y afiliaran a la UNAC el Colectivo de
Ingenieros Agroecológicos, el Comité de Pequeños Productores
de Ganado Vacuno y otras asociaciones municipales
campesinas. Ya nos hemos convocado para tener una sola
estructura organizativa y unos mismos objetivos, pues si
todos formamos parte de la UNAC no se justifica trabajar
separadamente.
-En el reciente Comité Latinoamericano de UITA se planteó una alianza
entre la UNAC colombiana y la Confederación Nacional de los
Trabajadores de la Agricultura de Brasil (CONTAG) para
trabajar por objetivos comunes en la Amazonía. ¿Qué opina al
respecto?
-Bienvenida
la mano de los hermanos campesinos del Brasil para luchar
por la defensa de ese patrimonio de la humanidad que es la
Amazonía y unirnos a la lucha internacional para impedir la
privatización de la biodiversidad y la acelerada depredación
de la selva y sus recursos naturales. Nos hemos enterado que
los gringos quieren patentar hasta la sangre de los
indígenas, que no son afectados por fiebre amarilla,
paludismo o lesmaniasis. Iniciativas como esta alianza con
los campesinos de Brasil sirven para luchar contra esos
planes.
-¿Algo que agregar?
-Que la
recuperación de tierras, con el apoyo de UNAC-UITA, nos crea
renovadas esperanzas de que nuestras familias no terminen
engrosando los cinturones de miseria de los centros urbanos
de los municipios o ciudades capitales. Nuestra gente está
entusiasmada y urgida por los nuevos talleres sobre
agroecología y soberanía alimentaria que nos prometieron los
compañeros de la UITA. Cuando los campesinos tenemos apoyo
sin pretensiones utilitaristas o de manipulación damos
buenos resultados organizadamente. Por ello, estas primeras
36 titulaciones de tierra las ofrecemos como resultado
concreto y estímulo a la UITA y a toda la UNAC para que nos
sigan apoyando. Cuando seamos mayorcitos institucionalmente,
esa solidaridad la devolveremos con creces para otros
marginados, aquí o en cualquier parte del mundo.
Luis
Alejandro Pedraza
© Rel-UITA
30 de
marzo de 2005
*
Secretario General de la Unión Agroalimentaria y Pecuaria de
Caquetá, promovida por la Unión Nacional Agroalimentaria de
Colombia (UNAC-UITA).