Argentina

Con Enrique Martínez, del INTI

Lo que está en crisis

es el modelo de consumo energético

 

¿Será el despegue económico de América o la ruina de los trabajadores rurales y el éxito de un puñado de empresas? ¿Cuál será su impacto en el éxodo rural, la desertificación o la contaminación con agrotóxicos? Los agrocombustibles merecen una mirada global y social antes de que sea el mercado el que decida por todos. Para entender más esta tendencia creciente, Sirel dialogó con Enrique Martínez, presidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), un experto en el tema

 

-¿Qué quiere decir usted cuando habla de priorizar las necesidades comunitarias?

-Después de la triste experiencia del neoliberalismo que intentó eliminar -desde el propio Estado- toda intervención del Estado en la vida económica y social del país, quedan dos grandes cuestiones por resolver. Aquellos problemas que abarcan al conjunto de la comunidad no sólo no se han resuelto, sino que se han agudizado. La falta de acceso general a la satisfacción de las necesidades básicas; la infraestructura (energía, transporte, comunicaciones); el hábitat y el medio ambiente, están necesitando y reclamando las estrategias y las acciones debidas.

La otra, el paradigma de “achicar el Estado es agrandar la Nación” se evaporó. Pero no ha sido reemplazado aún por otro de igual fuerza. Este vacío conceptual tiene dos consecuencias graves. Por un lado, no existe una forma compartida masivamente para pensar los problemas. Por otro, reaparece una y otra vez, inercialmente, la tentación de usar la mirada neoliberal, donde es el mercado el que ordena nuestras vidas.

 

-¿Los agrocombustibles y la energía renovable entran en esta lógica?

-Al definir las mejores opciones para la ecuación energética argentina, estos condicionantes suelen estar presentes. Está claro que aquí y en todo el mundo hay que asumir la progresiva reducción de la importancia de los recursos no renovables. Pero no está igualmente claro cuál es el menú alternativo. El sol, el viento, el agua, las mareas, la biomasa, solos o combinados incrementalmente con fuentes convencionales, son opciones. ¿Cómo elegir? ¿Cómo formular la ecuación? Aquí aparece la divisoria de aguas. Si el mercado es quien ordena, hay que dejar que los emprendedores -aún el Estado en su rol empresario- seleccionen las variantes siguiendo el principio de mejor rentabilidad. Para tal mirada, la política definida por un país tan influyente como Estados Unidos, que provoca que el precio del maíz aumente bruscamente por usarlo en proporción muy apreciable para producir etanol, será una señal positiva. Seguramente aparecerán empresarios dispuestos a subirse al barco y sembrar más maíz para exportar o incluso producir etanol en el país para exportar. Simplemente: el precio es la señal excluyente. Si, en cambio, las necesidades comunitarias fueran prioritariamente evaluadas, para recién después definir el espacio de acción para los negocios, al precio del maíz se sumarán otras reflexiones. Será imposible dejar de evaluar que se trata de un alimento directo para los pueblos pobres, e indirecto –a través de las diversas carnes– para todos los demás. Se verá entonces que el aumento brusco de precios seguramente agudiza las condiciones de pobreza u obliga a los gobiernos a subsidiar la producción de carne, restando recursos a otros destinos. Se agregará la mirada del balance energético, comprobando que la ganancia de energía al producir etanol a partir de maíz es magra, y si se transporta el etanol a grandes distancias, es seguramente negativa. Se entenderá que la tierra es un recurso finito y por lo tanto asignarla a un uso dominante, obviamente resta su disponibilidad para otros usos.

 

-Por lo tanto, el Estado debe tomar una decisión estratégica sobre la conveniencia o no de la producción de agrocombustibles…

-Seguro. Y antes de tomar la decisión de estimular inversiones en una dirección determinada, debe hacerse un análisis desde una perspectiva más amplia que la de la rentabilidad empresaria micro. Si luego se decide, en función de lo que beneficia a la mayoría de la sociedad, se estará encontrando un método de trabajo que permitirá dejar definitivamente atrás el neoliberalismo, tanto como teoría, así como práctica. Esta es la cuestión, y creo que ninguna otra.

 

-¿Cuál es la diferencia entre renovabilidad y sustentabilidad?

-Una fuente de energía puede ser renovable, pero que sea renovable no implica que sea intrínsecamente buena. La renovabilidad de la fuente es una característica, un atributo de la fuente, mientras que la sustentabilidad es un atributo del uso que se hace de esa fuente. Esa utilización puede ser terriblemente insustentable y perjudicial para el ambiente. Cuando analizamos la fuente analizamos la renovabilidad, pero analizamos también la sustentabilidad, entendida desde un punto de vista no sólo ambiental, sino también socio-ambiental.

El análisis que se hace de las políticas energéticas está incompleto. Es muy difícil trabajar la cuestión del abastecimiento energético de un modelo de consumo sumamente insaciable. No va a alcanzar ningún tipo de fuente sin atacar el modelo de consumo. Las políticas energéticas tienen dos partes: una es la que se ocupa de generar energía y otra la que se ocupa de consumirla. En general tenemos una mirada unilateral: tratamos de buscar fuentes y más fuentes para abastecer algo insaciable, sin pensar en para qué la usamos, para quién, qué beneficios nos da o no nos da esa energía.

 

-Cuestionar el modelo energético vigente implica comenzar también a revisar el modelo de producción…

-Sí, efectivamente. Desde los procesos productivos hasta el transporte. El modelo productivo implica cuestionarse qué es lo que producimos, para qué y cómo. Los principales complejos exportadores argentinos son el complejo sojero, el petróleo y gas y el complejo automotriz. El 70 por ciento de la producción argentina va al NAFTA, al MERCOSUR, a la Unión Europea o a China. Entonces, tenemos un fuerte consumo energético para abastecer otros mercados de insumos. Lo que se trata es de pensar a largo plazo. Las preguntas a responder son: ¿qué imaginamos a futuro como país? ¿Pensamos que nuestro país dentro de 10 o 15 años debería tener una industria automotriz fuerte? ¿Ese es el modelo de desarrollo al que aspiramos? O, ¿qué bienes queremos producir y para quién? ¿Para el consumo interno o para la exportación? Eso es discutir el modelo de desarrollo, no sólo en el agro, en lo industrial también. En la medida en que no podamos rediscutir esta cuestión vamos a seguir tratando de correr el consumo con la generación a partir de destruir recursos naturales, poblaciones, etc.

 

-¿Cuál es el impacto social directo de la búsqueda de energía?

-El impacto social siempre queda fuera de estas políticas. Hoy estamos subiendo la cota de Yaciretá, expulsando 50 mil personas más del lugar donde viven para abastecer de energía eléctrica fundamentalmente al "Gran Buenos Aires" y al Litoral, que son los grandes consumidores. Sin embargo, nadie se entera de que 50 mil personas se van a tener que ir de sus hogares y les van a quitar el territorio.

Lo mismo pasa con el modelo sojero, que ha dejado a miles y miles de pequeños agricultores sin trabajo, por la concentración de su producción. Ni hablar del desmonte y el éxodo de los pueblos nativos, para cultivar soja.

 

-¿Por qué se promociona tanto la producción de agrocombustibles en Argentina y en la región?

-El discurso dominante en la promoción de este tipo de combustible es la sustentabilidad, el efecto benévolo con el medioambiente y el beneficio económico. Con esos argumentos las instituciones financieras internacionales tienen líneas de apoyo a esta tendencia. Las voces que denuncian la situación destacan la necesidad de Estados Unidos y de Europa de conseguir terrenos que aumenten la producción para reemplazar a petróleo, y para ello miran al sur. El tema del agrocombustible viene atado y de la mano de una presión muy fuerte de los países europeos y de Estados Unidos, preocupados por el cambio climático, de cambiar sus matrices y disminuir el consumo de combustibles fósiles. Piensan que podrían abastecerse de agrocombustible del resto del mundo para seguir un modelo de consumo que es inviable con combustibles fósiles, pero también lo será con agrocombustibles.

En Buenos Aires, Javier Amorín

© Rel-UITA

22 de mayo de 2007

 

 

 

 

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