El
relator especial de Naciones Unidas sobre el Derecho a la
Alimentación, el suizo Jean Ziegler, deja su cargo después
de ocho años. Reproducimos a continuación una entrevista
publicada en un diario alemán bajo el título: “Lo que queda
es rabia y esperanza”, en la que habla de sus expectativas y
decepciones y no ahorra en críticas a quienes considera
responsables del hambre persistente en muchas regiones del
mundo.
-El
número de muertes por hambre sigue aumentando, a pesar de la
meta del milenio de reducir a la mitad la cantidad de
personas mal nutridas hasta 2015. ¿Usted siente frustración
al abandonar el cargo de Relator Especial de la ONU sobre el
Derecho a la Alimentación?
-En primer lugar, no dejaré de luchar, soy candidato al grupo
de expertos que asesorará el Consejo de Derechos Humanos de
la ONU. En segundo lugar, no se trata de este pequeño
burgués de Ginebra, sino de las víctimas. Es
escandaloso que cada cinco segundos un niño menor de diez
años muera de hambre.
-¿Por
qué la política y la economía no están en condiciones de
revertir esta tendencia?
-Es consecuencia del liberalismo, del orden que predomina en
el mundo. Según la Organización de la ONU para la
Alimentación y Agricultura (FAO, por sus siglas en
inglés) se podría alimentar a 12 mil millones de personas.
¿Por qué no se hace?
Las
instancias predominantes como el Banco Mundial, la
Organización Mundial de Comercio y el Fondo Monetario
Internacional practican el Consenso de Washington. Cuando
todos los flujos de capital, bienes y servicios estén
libres, y después de que todos los sectores públicos se
hayan privatizado, dicen, el capital se dirigirá a los
lugares donde realiza los máximos beneficios. En
consecuencia, hoy las 500 compañías más grandes controlan 52
por ciento del producto social bruto del mundo. Esto
implica, por un lado, una refeudalización del mundo, la
creación de monopolios de riquezas increíbles y, por el
otro, la pauperización sin precedentes del hemisferio sur.
Es un crimen de lesa humanidad quemar alimentos
para generar agrocombustibles |
-Usted
acusa a la OMC, al Banco Mundial y al FMI…
-... son los mercenarios de la oligarquía del capital
financiero internacional.
-¿Considera que esas organizaciones podrían ser reformadas?
-No, no pueden ser reformadas.
-¿Qué
debería haber en su lugar?
-Un
acuerdo comercial mundial que tenga en cuenta los
desniveles. La liberalización total equivale a la
organización de una pelea entre el campeón mundial de boxeo
Mike Tyson y un desnutrido desempleado bengalí. Para
decir después al estilo de la OMC que las mismas
reglas valen para los dos, que los dos tienen los mismos
guantes y que seguramente el mejor ganará. Uno se da cuenta
de que esto no puede funcionar después de 400 años de
colonización y explotación por el Norte.
El neoliberalismo en sí es un sistema asesino.
-En la
actualidad la Unión Europea está negociando Acuerdos de
Asociación Económica (AAE) con Estados de África, el Caribe
y el Pacífico (ACP)…
-... una vergüenza.
Los
tratados anteriores como por ejemplo los acuerdos de
Cotonou y de Lomé reconocieron siempre las
asimetrías, es decir que los productos del Sur tengan acceso
libre a los mercados del Norte, en tanto los Estados ACP
puedan cobrar aranceles de importación. Con los AAE
los países perderían el derecho de cobrar aranceles. Aunque
los mismos a veces constituyan la única fuente de ingresos
de los Estados, o por lo menos la fuente más importante. No
hay país en el mundo que se hubiese industrializado sin una
fase de proteccionismo.
-La
ministra alemana de Cooperación Económica, Heidemarie
Wieczorek-Zeul, presentó su "Plan de Acción de Cooperación
Económica para los Derechos Humanos". Uno de sus puntos
principales es el derecho humano a la alimentación. ¿Con
esto Alemania se ubicaría en la vanguardia?
-La ministra Wieczorek-Zeul es una mujer maravillosa.
Sin embargo, la forma de actuar de Alemania es tan
esquizofrénica como la de todos los países occidentales. El
año pasado los países de la OCDE, incluyendo
Alemania, gastaron 349 mil millones de dólares en
subvenciones para la producción y exportación de sus
agricultores. Actualmente, en cualquier mercado africano se
puede comprar verduras alemanas, francesas o italianas a un
tercio del precio de los productos africanos de la misma
calidad. Sin embargo, a unos pocos kilómetros, los
campesinos africanos pueden estar 15 horas diarias al sol,
trabajando sin la posibilidad de ganar un ingreso mínimo. El
dumping agrario de la UE destruye la
agricultura africana y aumenta el número de hambrientos.
El año
pasado los países de la OCDE gastaron 349 mil
millones de dólares en subvenciones para la
producción y exportación de sus agricultores |
-Según
los críticos el hambre es también producto de los
agrocombustibles. Usted reclama una moratoria de cinco años
para la producción de carburantes de base agrícola.
¿Con qué objetivo?
-Es un crimen de lesa humanidad quemar alimentos para generar
agrocombustibles. La producción de bioetanol está cambiando
por completo la situación alimentaria del mundo. A modo de
ejemplo, en enero de 2007 una tonelada de cereales costaba
152 dólares; hoy vale 358 dólares.
Los países importadores de alimentos están siendo
estrangulados.
Por qué una
moratoria: porque la ciencia avanza rápidamente, y tengo la
esperanza de que en cinco años se pueda producir
biocombustibles de residuos agrícolas en gran escala.
-¿Qué
papel juega el Programa Mundial de Alimentos (PMA) en la
lucha contra el hambre? ¿La venta de alimentos a precios
rebajados no está contribuyendo a la destrucción de los
mercados?
-El año pasado el PMA que trabaja en 60 por ciento con
los excedentes agrarios estadounidenses mantuvo con vida a
91 millones de personas. Por supuesto la producción local
sufre a raíz de la repentina distribución gratuita de harina
de maíz. Sin embargo, el PMA actúa solamente en
aquellos casos en los que no queda nada, por ejemplo en
Somalia, Darfur y Burundi. Cuando la gente
ya no tiene nada, cuando ya no pueden sembrar ni cosechar,
la ayuda humanitaria es la única posibilidad de sobrevivir.
Por otra parte, hace unos años el PMA ha agregado una
dimensión de desarrollo, ya no se limita a la distribución
gratuita de alimentos, sino que la condiciona a la
prestación de trabajo comunitario.
-En su
calidad de relator especial usted ha luchado por el derecho
a la alimentación durante los últimos ocho años. ¿Cómo se
siente ahora, a poco tiempo de entregar la tarea a su
sucesor?
-Con rabia y esperanza. Rabia, porque es imposible hacer
valer un interés de la comunidad mundial contra el capital
financiero, y esperanza de que los niveles de conciencia
aumenten. Hoy se sabe que no se trata de una fatalidad, que
se puede hacer algo contra el hambre. Esto provoca una
fortísima movilización de la sociedad civil, desde Porto
Alegre hasta Heiligendamm1. Por supuesto, en
Heiligendamm los jefes de gobierno negociaron solamente
sobre garantías de inversiones y protección de patentes, ni
una palabra sobre el hambre. Pero al otro lado del cerco
había 150.000 personas de 41 naciones, y ellas hablaron
sobre el hambre y sus causas.
Esto es motivo de esperanza.
Tobias
Schwab*
FR-Online.de
19 de
marzo de 2008
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