La política de tierras, el endeudamiento,
la agricultura familiar y los temas sanitarios fueron
algunos de los asuntos abordados. Los participantes en el
encuentro consideraron de primordial importancia encarar
estrategias comunes en temas como el uso y la tenencia de la
tierra: su creciente extranjerización, la agresión
tecnológica y el avance del monocultivo.
-Resulta llamativo que este congreso se realizara en un país
que practica el monocultivo ya que la producción primera y
fundamental de Argentina es la soja.
-Sí, pero también es llamativo –y fue una
de las sorpresas que me llevé en este congreso– que
productores sojeros a los que les va bien y están superando
sus problemas económicos plantearan que la soja en todos
estos países daña la tierra mucho más allá de los beneficios
obtenidos, que son coyunturales. Ellos fueron los que
señalaron que la producción intensiva de soja expulsa gente
del campo, como ser productores ganaderos y lecheros, al
tiempo que genera daños ambientales. Argentina pasó de
autoabastecerse a importar leche. El presidente de la
Federación Agraria Argentina es un productor sojero y está
alertando sobre los riesgos de los pool de siembra, que son
grupos económicos que arrasan con la naturaleza. Hacen la
suya y se van. Es lo que está sucediendo actualmente en el
Chaco.
-Argentina vende su soja sobre todo a China. Si los chinos,
por cualquier razón, dejan de comprar, ¿qué sucede con la
economía argentina?
-Ante una eventualidad como la que usted
plantea el gobierno argentino no tiene respuestas de efecto
rápido. No se puede reinstalar a corto plazo un sistema
ganadero o lechero.
-En poco más de un año Uruguay ha pasado de 10 mil hectáreas
de soja plantada a 260 mil, y todo indica que continuará la
expansión de este cultivo debido a que los impuestos a la
exportación de soja aquí no superan el 3 por ciento,
mientras que en Argentina rondan el 22. En caso de que en
las elecciones nacionales de octubre próximo triunfe la
coalición de izquierda Frente Amplio, ¿qué pasaría?
-La implantación y expansión del modelo
sojero en Uruguay está sustentada en una ventaja impositiva,
pero las respuestas productivas no han sido las esperadas.
Nuestros suelos son diferentes a los suelos en que se planta
soja en Argentina y no han respondido favorablemente a este
cultivo, por ser muy sensibles a las secas de verano. Los
productores uruguayos pronto comprobarán que el modelo
sojero no les sirve, y continuarán cruzando sus producciones
tradicionales.
Por otro lado, un gobierno progresista
tendería a promover un modelo autosustentable con
agricultura asociada, lo que no quiere decir que sea el
propio productor de carne o leche el que practique la
agricultura sino que se fomentarán asociaciones con
agricultores experimentados dentro de un sistema de
complementación productiva. Existen investigaciones que
demuestran la viabilidad de esta opción.
-Los presidentes de Brasil y Argentina, Lula y Néstor
Kirchner, son considerados progresistas, pero muestran
tolerancia respecto a las plantaciones de soja. ¿Por qué la
izquierda uruguaya obraría de manera diferente?
-Uruguay parte de bases distintas de esos
dos países, tanto económicas como sociales. Las
privatizaciones de empresas públicas y recursos naturales y
la estructura productiva del modelo liberal caló mucho más
hondo en Argentina que en Uruguay. Ante esta situación el
gobierno de Kirchner se aferró a la producción de soja, que
es lo que le vino primero, como se hubiera agarrado de
cualquier otra cosa. En cambio Uruguay mantiene condiciones
para salir adelante en forma más ordenada. Lo puede hacer, en
algunos casos a través de medidas impositivas y en otros a
través del crédito y el estímulo.
-Todo indica que con este tipo de congresos y organizaciones
como la que usted representa se ha elevado la lucha de lo
nacional a lo internacional.
-No podemos desconocer los procesos
económicos, culturales y de todo tipo que emergen de la
globalización. Para poder defender de una mejor forma los
intereses de los productores familiares, en este caso del
MERCOSUR, hay que actuar a los mismos niveles
internacionales de quienes planifican y dirigen las
políticas que se aplican en estos países. Por otra parte,
nuestra organización, así como las de Brasil y Argentina,
coordina acciones con otros sectores. Hay que ampliar y
elevar los niveles de lucha de acuerdo a las circunstancias
actuales. No podemos encerrarnos y morir de ojos abiertos.
-¿Cuáles considera usted que fueron los aportes uruguayos
más importantes en este congreso?
-En Argentina y en otros países se carece
de una ley de colonización como la uruguaya. Nosotros
aportamos elementos jurídicos y técnicos para que en esos
países se pueda contar con instrumentos que permitan el
acceso a la tierra de los sectores con menores recursos
económicos. Esta coordinación también se realiza entre
bancadas parlamentarias.
Carlos Caillabet
© Rel-UITA
13 de agosto de 2004
*
Julio
Pintos, delegado de la
Comisión Nacional de Fomento Rural de Uruguay.
**
En el marco del Congreso Nacional y Latinoamericano sobre
Uso y Tenencia de la Tierra, que culminó en Buenos Aires el
1 de julio. En él participaron también la Confederación de
Trabajadores de la Agricultura de Brasil, la Unión Agrícola
de Paraguay y la Federación Agraria Argentina, que integran,
junto a la Comisión Nacional de Fomento Rural de Uruguay, la
Coordinadora de Productores Familiares del MERCOSUR.