Hace diez años, la soja ocupaba 5 millones de hectáreas de
tierra. Hoy toma 16 millones. Esta ampliación alocada está
liquidando los cinturones de producción de hortalizas,
verdura y fruta en las ciudades, y subiendo los precios.
El avance de la soja se
refleja en la mesa familiar de todos los días y está
poniendo en peligro la seguridad alimentaria del país. Página/12 tuvo acceso a un informe reservado del
Ministerio de Economía, basado en datos de la Secretaría de
Agricultura y del Mercado Central, que revela el
espectacular avance de la soja sobre el resto de los
cultivos, base de la dieta doméstica. Hace diez años esa
oleaginosa sólo ocupaba menos de 5 millones de hectáreas, en
la actualidad sobrepasa los 16 millones.
Así les fue restando áreas de explotación a otros cultivos.
Entre ellos, a
las hortalizas y frutas, que cedieron 200 mil hectáreas. Esa es una de las principales razones de que un kilo de
pomelos haya aumentado un 299 por ciento en el Mercado
Central desde 2001; uno de naranjas, un 295, y uno de
limones un 290.
El área destinada a la siembra de frutas cayó casi 100 mil
hectáreas. Lo mismo ocurrió con las hortalizas: desapareció el
cinturón verde de Rosario y está ocurriendo lo mismo con el
que bordea Santa Fe. Se redujeron en un 80 por ciento las
plantaciones de hortalizas en zonas emblemáticas, como La
Plata y Florencio Varela. Así, por ejemplo, las hortalizas de hoja perdieron la mitad
de la superficie que ocupaban. El resultado es que la
lechuga en el Mercado Central aumentó un 282 por ciento
desde la salida de la convertibilidad y el tomate, un 277
por ciento. La soja también avanzó sobre los granos
tradicionales de la pampa húmeda: por ejemplo, la última
cosecha de trigo fue de sólo 14,5 millones de toneladas.
Hace una década
el trigo, símbolo de la Pampa Húmeda, ocupaba
7,3 millones de hectáreas; hoy, sólo 5,6
millones |
En 1998 el total del área sembrada era de 26,2 millones de
hectáreas, de las que sólo 5 millones se destinaban a la
soja. En la actualidad se extendió la frontera agropecuaria
al norte del país con lo que la superficie de siembra
estimada para 2008 es de 30,2 millones de hectáreas. De
ellas, 16,6 millones serán sembradas de soja. Es decir, que
el área sembrada total creció 4 millones de hectáreas y
la de soja 11. Las siete de diferencia es por lo que
perdieron el resto de los cultivos y la ampliación de la
frontera agropecuaria. La razón de este impresionante
avance es la rentabilidad de este grano, que se da por
varios motivos: su altísimo precio internacional, la
posibilidad de obtener dos cosechas (soja de primera y soja
de segunda o primero trigo y luego soja) y la fortaleza que
le otorga su semilla genéticamente modificada.
Según el informe de Economía, a raíz de la espiralización del
precio de los alimentos en el ámbito internacional, en todo
el mundo se debate el tema de la seguridad alimentaria.
En el país la
soja ya cubre el 54 por ciento del área sembrada, pero sólo el 2 por ciento de ese poroto se utiliza para
consumo humano. El 95 por ciento se exporta y el resto se utiliza para
alimento animal. El trigo sí está en la dieta de los
argentinos. Sin abundar demasiado, basta citar la harina, el
pan y los fideos. Pero ese grano, símbolo de la pampa
húmeda, está perdiendo espacio y peso en la producción
nacional. Hace una década, ocupaba 7,3 millones de
hectáreas; hoy, sólo 5,6 millones. Por ese entonces se
producían 15,9 millones de toneladas de trigo al año, en
2007, a pesar del enorme aumento de la productividad, la
producción cayó a 14,5 millones.
Las milanesas, las papas fritas y las ensaladas son un
clásico en la mesa argentina. Para preparar todas esas
comidas se utiliza aceite. En la mayoría de los hogares,
aceite mezcla, que contiene un 90 por ciento de girasol.
Hace diez años esa oleaginosa ocupaba 4,2 millones de
hectáreas, en la actualidad apenas 2,3 millones. El resto lo
cedió a la soja. Así la producción cayó de 7,1 a 3,5
millones de toneladas. Junto a la suba del precio
internacional, esta merma en la producción derivó en un
aumento en el precio interno de la botella de un litro y
medio de aceite mezcla del 458 por ciento.
Los argentinos consumen por cápita casi 70 kilos de carne
vacuna por año. Cada vez más productores alimentan el ganado
con maíz. Según un informe del Departamento de Nutrición de
la Facultad de Medicina de la UBA, en el país se come
pollo al menos una vez a la semana. Estas aves se alimentan
en un 90 por ciento de maíz. También los cerdos engordan con
este grano. Y con maíz también se fabrica aceite. En la
última década su área sembrada se redujo de 4,1 a 3,5
millones de hectáreas. Pero el aumento de su
productividad logró que aun así incrementara su producción
de 19,3 a 21,7 millones de toneladas. De todas maneras, este
crecimiento no es suficiente para acompañar el desarrollo
avícola, el nuevo modelo de alimentación vacuna, el
incremento del consumo interno y el internacional. Así,
una botella de un
litro de aceite de maíz aumentó desde 1999 un 580 por ciento.
Argentina es uno de los países que tienen el privilegio de
tener soberanía alimentaria: su territorio le permite
sembrar los cultivos suficientes para producir todos los
nutrientes necesarios para una alimentación integral.
Pero en poco más de una década, ante la falta de políticas
de Estado, el avance de la soja puso en peligro esa
soberanía. El pasado 11 de marzo el Estado tuvo por primera
vez un atisbo de política agropecuaria al diferenciar las
retenciones de la soja con respecto al maíz y el trigo con
20 puntos porcentuales de diferencia. Así espera desalentar
el avance de la oleaginosa, en detrimento del resto de los
cultivos.
La fertilidad de sus tierras y la variedad de sus climas le
dieron históricamente al país la posibilidad de obtener de
su suelo una enorme variedad de alimentos. El arroz se puede
encontrar en el guiso de un obrero o acompañando una trucha
de 40 dólares en un restaurante cinco estrellas. Este grano
llegó a ocupar 290 mil hectáreas hace una década en
provincias en las que jamás habían visto un poroto de soja;
como por ejemplo en Entre Ríos, epicentro del
reciente conflicto del campo. En 2007 sólo se sembraron
168 mil hectáreas de arroz. El resultado fue que de 1,7
millones de toneladas de producción se cayó a 1 millón. Así,
su precio ya subió un 270 por ciento desde la salida de la
convertibilidad.
La reducción de
la producción de alimentos básicos tiene como
efecto inmediato el aumento de precios, entonces
los primeros en sufrir el impacto del avance
sojero son los que menos tienen |
“Es más bueno que el Quaker”, todavía se dice cuando
se quiere alabar la generosidad de una persona. No es casual
que se use a la avena como emblema de lo bueno. Es el cereal
que por décadas se les dio a los niños de pocos meses como
primer alimento sólido, por su importante componente
nutritivo. Hoy la soja lo tiene arrinconado y en vías de
desaparición del campo argentino. Hace diez años ocupaba 177
mil hectáreas; en 2007, sólo 66 mil. Su producción cayó en
ese lapso de 555 a 242 mil toneladas. Otro cereal que
conforma la enorme variedad nacional es el centeno,
recomendado por los nutricionistas. Generalmente se lo
consume en pan común o en rebanadas. En sólo diez años su
producción cayó de 120 mil a 54 mil toneladas y para 2008 se
esperan menos de 40 mil.
La
producción de tomate cayó 15 por ciento en diez años.
La lechuga perdió la mitad
de su superficie de siembra. Los cítricos sólo retrocedieron un 2 por ciento en su producción en diez
años. Pero en ese lapso el consumo creció un 50 por ciento.
De esa forma la soja ha avanzando sobre el resto de los
cultivos, poniendo en peligro la seguridad alimentaria de
los argentinos. La reducción de la producción tiene como
primer efecto el aumento de precios, entonces los primeros
en sufrir el impacto del avance sojero son los que menos
tienen.
Entre Ríos y el Chaco
El núcleo del conflicto con el campo fueron las retenciones a
la soja. De las 47,4 millones de toneladas que se esperan
terminar de cosechar en las próximas semanas, el 80 por
ciento saldrá de la Pampa Húmeda, área que abarca Buenos
Aires, Santa Fe y Córdoba. Pero el
conflicto más grande se dio en Gualeguaychú, Entre
Ríos. En esta provincia sólo se espera cosechar 3,9
millones de toneladas. Los productores de la Pampa Húmeda
conocen la palabra retenciones desde hace muchos años.
Entre Ríos no. Hasta hace diez años el 85 por ciento
del campo entrerriano se destinaba al cultivo de arroz y el
10 por ciento a cítricos. Pero apareció la soja y en diez
años la producción arrocera cayó de 970 mil a 408 mil
toneladas en 2007. Para 2008 se estima una siembra que
resultará en una producción menor a 390 mil toneladas.
De las 700 mil toneladas de arroz que perdió el país, 500
mil fueron de Entre Ríos. Pero la protesta tiene
cierta lógica: vivieron la riqueza de la Pampa Húmeda unos
años y no quieren perderla. Cuando el Estado llegó a
corregir el error ya se habían acostumbrado. Ahora va a ser
difícil convencerlos de volver al arroz. Un caso similar
ocurre en el Chaco, la provincia del algodón.
En una década esta
provincia pasó de producir 156 mil a 1,3 millón de toneladas
de soja. Pero este poroto desplazó al tradicional algodón, que
aunque sólo en 2007aumentó su precio un 60 por ciento, rinde
mucho menos que la soja. Así, su producción cayó de 1,4
millón a 545 mil toneladas en diez años. La soja también
avanzó sobre zonas que nadie hubiese imaginado, como La
Matanza, La Plata, Pilar y San Pedro.
Este último pueblo se caracterizaba como uno de los pilares
de los cítricos en el país y fue también uno de los cortes
de ruta más aguerridos. Aquí la oleaginosa tuvo un aliado
para ganar espacio: el cambio climático. Las heladas del año
pasado terminaron de convencer a los fruticultores de
pasarse a un cultivo más resistente. Algunos se convirtieron
en productores de soja, otros se asociaron con pooles. Por
eso la reacción cuando las retenciones móviles se
anunciaron: era la primera vez que iban a ver tanta plata.
Otro caso extremo es el del centeno en La Pampa. Esa
provincia tiene las características específicas para
producir ese cereal. En 1998 el 75 por ciento de la
producción nacional salía de La Pampa. En total, 90
mil toneladas. En 2007 sólo produjo 19 mil.
Cosechas 1998-2008 (en
miles de toneladas)
Cultivos |
1998 |
2008 |
Arroz |
1.700 |
1.000 |
Algodón
(Chaco) |
1.400 |
545 |
Centeno |
120 |
54 |
Avena |
555 |
242 |
Girasol |
7.100 |
3.500 |
Trigo |
15.900 |
14.500 |
Soja |
15.800 |
47.400 |
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