Es
coordinadora de la Red Intercontinental de Promoción de la
Economía Social y Solidaria (RIPESS), y presidenta directora
general del Chantier1
de la Economía Social de Quebec, Canadá. Sirel dialogó con
ella mientras se desarrollaba la reciente Cumbre Pancanadiense de la Economía Comunitaria celebrada en
Ottawa, Canadá, abordando diversos aspectos de la relación
entre los emprendimientos de la Economía Social y Solidaria
(ESS) y el movimiento sindical.
-¿Cómo
describirías al Chantier de la Economía Social?
-Es un gran punto de encuentro que agrupa a un conjunto de
actores para promover y desarrollar la economía social y
solidaria en
Quebec.
Esto significa que somos un grupo de redes de empresas
cooperativas, asociativas en diversos sectores como la
vivienda, el medio ambiente, las cooperativas de trabajo,
los centros educativos para la primera infancia
(guarderías). Además de esta red de empresas colectivas,
agrupamos redes que trabajan en el desarrollo de sus
comunidades locales, tanto en medios urbanos como rurales. A
esto se agrega algo que para nosotros es de suma
importancia, y son los grandes movimientos sociales que
apoyan el desarrollo de la
ESS como una
contribución a la democratización económica. Me refiero, por
ejemplo, a las dos centrales sindicales más importantes de
Quebec,
el movimiento de jóvenes, de mujeres, el movimiento
asociativo por una democracia cultural, entre otros.
El Chantier se ha dado una misión, que es la promoción de la
ESS para que
las personas que lo desean puedan concretar emprendimientos
que respondan a las necesidades de sus comunidades. También
pone un conjunto de herramientas a su disposición para
lograr la concertación entre el conjunto de los agentes
involucrados en cada acción. Nuestra propia estructura es un
espacio de concertación y de trabajo conjunto sobre los
temas que nos reúnen.
-¿Puedes
dar un ejemplo?
-Tenemos un comité de condiciones de trabajo que se reúne con
una red de empresas, analiza las condiciones laborales en
las empresas colectivas, estudia junto al movimiento
ecologista cómo mejorar las prácticas ambientales de
nuestras empresas; esto es, un espacio de concertación donde
tratar las diferencias, las contradicciones y buscar las
soluciones colectivamente.
El Chantier se ha dado una misión, que es la
promoción de la
ESS
para que las personas que lo desean puedan
concretar emprendimientos que respondan a las
necesidades de sus comunidades. También pone un
conjunto de herramientas a su disposición para
lograr la concertación entre el conjunto de los
agentes involucrados en cada acción |
Por otra parte, tenemos también un mandato de representación,
por lo que estamos reconocidos por el gobierno de la
provincia de
Quebec,
y también por el conjunto de la sociedad civil, tanto en
la provincia como a nivel internacional, donde somos representantes de la
Economía Social.
-¿Cuáles
son los lazos históricos entre la economía social y los
sindicatos en Quebec?
-Es un tema de primera importancia y, creo, una clave del
éxito y de la fuerza del movimiento de la
ESS en
Quebec.
Realmente no se trata de algo reciente; existen cooperativas
y asociaciones desde hace mucho tiempo en nuestra provincia,
pero la renovación de ese movimiento ciudadano en el corazón
de la economía tiene sus raíces en el principio de los años
80, cuando se dieron simultáneamente dos debates socialmente
muy importantes.
Uno de ellos fue en el seno del movimiento sindical. Mientras
la sociedad buscaba caminos para salir de la crisis
económica que padecimos en aquel momento -luego vendrían
otras-, la Federación de Trabajadores de
Quebec
(FTQ) comenzó a preguntarse si permanecería siempre en una
actitud defensiva, lo que incluye una de las funciones
esenciales de los sindicatos como es la negociación de
Convenciones Colectivas y de condiciones de trabajo, o si
adoptaría un comportamiento “proactivo”, esto es, actuar
para resolver el problema de fondo como crear empleos,
salvar empleos.
La
FTQ
negoció con el Estado un marco legal que permitió la
creación del primer fondo de los trabajadores de
Canadá
que se llama “Fondo de Solidaridad de los Trabajadores y
Trabajadoras de la
FTQ”.
Se trata de un fondo de pensiones -complementarias al régimen
general- que es controlado al 100 por ciento por los
sindicatos de esta central, y que tuvo por objetivo
estimular a los trabajadores que no tenían fondo de pensión
o carecían del hábito de ahorrar para su retiro, el comenzar
a hacerlo, y una vez acumulados los recursos suficientes, el
Fondo debía invertir para crear y sustentar el empleo en la
provincia de
Quebec.
Así, el 60 por ciento de la recaudación del Fondo debe ser
destinado obligatoriamente en la actualidad a ese fin.
Se trató de un cambio extremadamente importante en el
panorama social, que provocó un efecto de emulación en otras
centrales sindicales, y al mismo tiempo respondió a la misma
pregunta que también se estaba haciendo el movimiento
asociativo: trabajábamos para defender las leyes sociales,
sobre todo de los sectores en situación de pobreza en los
barrios urbanos, pero nos cuestionábamos si en realidad
nuestra labor no colaboraba a reproducir la pobreza, porque
el modelo de desarrollo de aquella época, con el auge del
neoliberalismo,
Ronald
Reagan
en Estados
Unidos,
Margaret
Thatcher
en Inglaterra,
no permitía otra cosa.
En ocasión de una nueva crisis que se presentó
en los años 90 vimos que estábamos en
condiciones de promover la
ESS
como respuesta a esa crisis, a la necesidad de
crear empleos. En ese momento el movimiento
sindical estuvo desde el primer día junto a
nosotros para desarrollar esta idea |
-¿Cómo
fue el proceso para operar ese cambio?
-No éramos muy numerosos en aquella época, lo que facilitó un
poco todo, pero fueron debates por momentos desgarrantes.
Finalmente llegamos a la conclusión de que debíamos
ocuparnos de la economía, pero de una manera nueva. Nosotros
estábamos emplazados en el sudoeste de
Montreal,
en un barrio que era un corazón industrial de
Canadá, y estaban ocurriendo muchos cierres de fábricas, había
gente que ya era la segunda generación de desempleados, y
nuestras luchas se entrecruzaron en el terreno.
Comenzamos a trabajar junto al movimiento sindical para
salvar nuestras fábricas, desarrollar el empleo y la
capacitación de los trabajadores ya que rápidamente
detectamos un déficit en la formación de base y la
calificación de muchos de ellos.
Construimos entonces lo que llamamos las Corporaciones de
Desarrollo Económico Comunitario que aún existen y que
incluso inspiraron cambios en la política pública de
Quebec hacia las comunidades, pero que sobre todo nos mostraron que
establecer una política de alianzas era muy importante no
sólo en el plano social, sino también en el económico.
Esta construcción de asociativismo se fue desarrollando
con el tiempo, y en ocasión de una nueva crisis que se
presentó en los años 90 vimos que estábamos en condiciones
de promover la
ESS
como respuesta a esa crisis, a la necesidad de crear
empleos. En ese momento el movimiento sindical estuvo desde
el primer día junto a nosotros para desarrollar esta idea.
Esto no quita que hubo debates bastante importantes ya que,
con toda lógica, había temores. Por ejemplo, el sindicato
del sector público tenía reservas respecto a que el gobierno
utilizara esa voluntad ciudadana de autogestión para
responder a las necesidades sociales con mecanismos más
baratos y que eliminara empleos públicos.
Pero en el marco de esta relación de complicidad, de trabajo
conjunto entre nosotros, pudimos dar ese debate de manera
franca, transparente y productiva. Pudimos definir dónde
termina el servicio público y dónde comienza la autogestión
comunitaria de sus propias necesidades sin que haya
afectación al empleo. Más aún, con el tiempo y el
crecimiento de nuestros emprendimientos, vimos nacer un
sindicato de dependientes de la
ESS, lo que,
contrariamente a los empleadores convencionales, nos pareció
muy bien.
También es cierto que les pedimos a los sindicatos que
repensaran la forma de practicar el sindicalismo, ya que no
puede ser la misma que, por ejemplo, en General Motors o en
una corporación transnacional que en un pequeño centro
educativo infantil sin objeto de lucro, controlado por los
padres en un barrio. Está muy bien que haya un sindicato,
pero la forma de relacionarse no puede ser la misma.
Estas cosas han hecho que haya un diálogo muy fluido e
intenso con el movimiento sindical, al punto que las
centrales están presentes y participan activamente en la
estructura del Chantier, así como en todas las demás
organizaciones que se han construido para desarrollar la
ESS en
Quebec.
Otro nivel muy importante de colaboración con
las centrales sindicales son los fondos de
solidaridad, que en el caso de la
FTQ
alcanza ya a 7 mil millones de dólares, y que
estatutariamente debe dedicar en un 60 por
ciento a inversiones dentro de nuestra provincia
de
Quebec |
-¿El
sindicalismo en las empresas de ESS respetan igualmente las
leyes laborales?
-Por supuesto, y en general reciben retribuciones superiores
que en los mismos empleos en las empresas convencionales.
Pero se trata de ir más allá, mejorar la forma de trabajo
conjunto; en los casos en los cuales existe una parte del
ingreso asegurado por subvenciones del Estado, se intenta
luchar juntos para mejorar las retribuciones, asegurar mejor
calificación para los trabajadores y trabajadoras, inclusive
se crearon nuevos oficios.
Por ejemplo, innovamos abriendo una empresa que ofrece ayuda
doméstica a personas de edad avanzada que han perdido algo
de autonomía pero no quieren ir a centros de ancianos. Esta
tarea no existía institucionalmente, y es una labor muy
calificada porque no sólo hay que limpiar, cocinar, sino que
también se comparte la intimidad de otra persona, se
establece una relación de confianza y afecto y es necesario
saber discernir muchas cosas delicadas, incluso si es
necesario en algún momento prevenir a los servicios sociales
o de salud sobre la situación de alguna de estas personas.
Por eso, junto a las empresas comunitarias que brindan este
servicio, creamos un curso de capacitación que está
reconocido por el Estado y que acaba de diplomar a su
primera generación.
Otro tanto hemos hecho en la gestión de materiales
residuales, donde se crearon varias empresas que reciclan y
reducen el despilfarro de materiales. La primera tarea es la
selección de aquello que puede ser reciclado si no se tira a
la basura, lo que permitió desarrollar un oficio al que
llamamos “valorista”, y que trabaja en la puerta de ingreso
de estos materiales. Selecciona lo que es, por ejemplo,
telas, algodón, seda, fibras sintéticas para saber qué vale
cada cosa. Esto aumentó la productividad de estas empresas
de manera sensible.
Estas cosas nunca se podrían haber realizado sin la
asociación con los sindicatos.
Más recientemente, agrupando organizaciones de mujeres, de
jóvenes, emprendimientos de la
ESS, se creó un
fondo de pensión complementaria “multiempleadores”, de forma
que si uno trabaja en una pequeña estructura, la empresa
puede adherirse a este fondo, cosa que antes no era posible
porque los fondos de pensión existían sólo en las grandes
empresas o en la función pública.
Por supuesto, otro nivel muy importante de colaboración con
las centrales sindicales son los fondos de solidaridad, que
en el caso de la
FTQ
alcanza ya a 7 mil millones de dólares, y que
estatutariamente debe dedicar en un 60 por ciento a
inversiones dentro de nuestra provincia de
Quebec.
Igualmente, la Central de Sindicatos Nacionales (CSN) de Quebec, tiene un fondo más pequeño pero más
especializado en la
ESS,
con una gestión participativa y un foco dirigido a las
empresas ambientales. También con ella hemos creado un fondo
de 20 millones de dólares que son invertidos en empresas de
capital social y cuyo control es cedido a los actores
locales, contrariamente a lo que ocurre en el mercado
habitual de créditos, donde las empresas que solicitan
asistencia deben compartir el control de su actividad con el
financista. Aquí existe un respeto total hacia el agente
económico productivo, hacia su misión social, ambiental,
cultural.
-¿Qué
diferencia hay entre una empresa de la ESS y una
cooperativa?
-Lo que comprendimos en
Quebec
es que había cooperativas muy antiguas, como lo es la mayor
institución financiera de la provincia que fue creada hace
más de 100 años. En 1996 tuvimos la ocasión de reunirnos y
adoptar un vocabulario común que es el de la
ESS, definida como
la empresa colectiva, ya sea asociativa o cooperativa,
gestionada democráticamente, sin objeto de lucro, que
respeta la primacía de la persona sobre el capital, con
autonomía de gestión en relación con el Estado.
Descubrimos que reuniéndonos todos
-las
cooperativas, las asociaciones, las mutuales-
demostrábamos que teníamos un peso económico
importante y representábamos una forma diferente
de realizar actividades económicas |
Descubrimos que reuniéndonos todos -las cooperativas, las
asociaciones, las mutuales- demostrábamos que teníamos un
peso económico importante y representábamos una forma
diferente de realizar actividades económicas. De allí a demandar políticas públicas que reconocieran las
especificidades de esas empresas, no hubo más que un paso.
Es
cierto que algunas de las grandes y antiguas cooperativas
han olvidado un poco sus raíces, pero podemos decir que la
vasta mayoría de las pequeñas cooperativas integran el Chantier y, por tanto, este gran movimiento que procura
promover una transformación de la economía y de la sociedad.
El Chantier fue creado acumulando experiencias del pasado. El
movimiento sindical y el cooperativo nacieron
simultáneamente en reacción ante el capitalismo. El primero
para proteger a los trabajadores contra los abusos
patronales y empresariales, y el segundo para controlar
democráticamente los medios de producción. Pero ocurrió que
a menudo ambos sectores no se visualizaban como formando
parte de la misma familia. Por eso nos aseguramos de que
desde el principio, la estructura misma del Chantier no se
apoyara solamente en las empresas de
ESS, sino también en los movimientos sociales con vocación de
transformación social y en los actores territoriales, para
encontrar un equilibrio interno a largo plazo asegurándonos
que las empresas de
ESS
permanezcan siendo una herramienta de desarrollo y no un fin
en sí mismo.
-Has
sido designada coordinadora por un año de la Red
Intercontinental de Promoción de la Economía Social y
Solidaria (RIPESS). ¿En qué está la Red?
-En RIPESS se ha definido que la rotación en estos cargos es la
política que seguiremos en adelante, lo que me parece muy
bien. Somos una red de redes que está aún emergiendo a
partir de una dinámica que comenzó en
América Latina, en Lima en 1997, que continuó en
Quebec
en 2001, luego en
Senegal
en 2005 donde se formalizó finalmente la estructura de
RIPESS.
Nos definimos como “intercontinentales” y no
“internacionales” porque consideramos que la nuestra debe
ser una red que crezca desde su base, con expresiones
locales, regionales, nacionales y continentales, con sus
propias realidades y características que queremos respetar.
Por eso pensamos en conformar una red en cada continente.
Así están surgiendo la red en
América
del Norte
con
Estados
Unidos
y Canadá,
otra en
América
Latina,
la región donde sin duda las redes de
ESS
están mejor implantadas y reconocidas, en
Europa hay un movimiento que apunta a la creación de su capítulo
RIPESS
el próximo año, después de la realización del II Encuentro
Intercontinental que tuvo lugar en 2009 en
Luxemburgo.
En África
se están creando diversas redes y habrá un gran encuentro
continental en octubre próximo en
Marruecos
donde probablemente se formalizará la existencia de
RIPESS-África. Y en
Asia se está desarrollando el mismo proceso; el III Encuentro
Intercontinental de
RIPESS se celebrará en Filipinas en 2013.
Por lo tanto, poco a poco y con nuestra propia dinámica,
estamos construyendo nuestro movimiento con verdaderas
raíces locales, nacionales y regionales, evitando otras
lógicas que, a menudo, vienen impuestas por organizaciones
que sólo pretenden hegemonizar las iniciativas de la
sociedad.
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