Brasil - Araraquara

Con Tamás Szmrecsányi

Las fragilidades del etanol

 

Es profesor de Política Científica y Tecnológica en el Instituto de Geociencias de la Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP), São Paulo. Participó en el Taller sobre agrocombustibles organizado recientemente en la ciudad de Araraquara por la Federación de Empleados Rurales Asalariados del Estado de São Paulo (FERAESP) y la UITA. Sirel dialogó con él sobre algunos de los puntos más salientes, e incluso polémicos, de su exposición en dicha actividad.

 

-Durante su ponencia usted aportó datos sobre la relación entre el cultivo de la caña de azúcar y el empleo. ¿Podría ampliar esos antecedentes?

-Señalé que la caña genera empleo pero no ocupación, entendiendo que el primero es circunstancial, marcado por la relación capitalista empleador-empleado, y la segunda es permanente, de todo el año, mucho más relacionada con la producción de alimentos. La caña está empleando mucha mano de obra porque está ocupando cada vez más tierra, y esto ocurre en la modalidad brasileña de tenencia según la cual la propia usina es la terrateniente. El avance espacial de la caña provoca un incremento del empleo (zafral) y una disminución de la ocupación permanente, ya que desplaza cultivos que ocupan más personas por hectárea. Quiere decir que la expansión de la caña de azúcar está provocando desempleo.

 

-¿Cuánta gente ha desplazado la caña en el estado de São Paulo?

-No hay datos disponibles para decirlo con certeza. Puedo comentar que en el estado hay otro proceso en curso que es la mecanización del corte de la caña, cuya implementación progresiva va eliminando incluso miles de aquellos empleos zafrales. Otra forma de medir la desocupación provocada por la caña es tener en cuenta que en la época en la cual el cultivo rey era el café, São Paulo era autosuficiente en la producción de alimentos, y hoy tiene que importar grandes cantidades desde los estados del sur de Brasil.

 

-También señaló en su intervención que los países europeos no están confirmando las expectativas creadas alrededor del etanol.

-España es un gran productor de etanol, pero utiliza cereales importados. Hay que atender a las diferencias entre los países que tienen industria automovilística y los que no la tienen. España está en la misma situación que Brasil: no tiene industria propia. Francia, Alemania o Inglaterra, que tienen industrias del automóvil, y en algún caso también petróleo, estos países no tienen tanto interés en el etanol. La mayor parte de su flota de coches y de transporte usa motores diesel. Al contrario que en Brasil, donde el etanol es mezclado a la gasolina, allá se usa como aditivo y es fabricado dentro de las refinerías de petróleo. El biodiesel lo obtienen a partir de materias primas propias e importadas desde nuestros países.

 

-Las grandes corporaciones están invirtiendo mucho dinero en toda la cadena del etanol…

-…eso ocurre por las condiciones peculiares de Brasil, donde la tierra y la mano de obra son baratas, el retorno es muy rápido y entonces la inversión es interesante.

 

-¿No está ocurriendo lo mismo en el sudeste asiático y en algunas regiones de África?

-Sí, aunque más lentamente. En África, el país más avanzado en esta tecnología es África del Sur, que inclusive está delante de Brasil en la industria de la caña. Pero ellos hacen combustible a partir de cereal y no de caña de azúcar. Lo mismo ocurre en Australia, y en la India usan el bagazo para hacer papel, pero no fabrican etanol. En Brasil existe esta situación única de que las usinas son las dueñas de la tierra, y las mejores tierras del país están aquí en São Paulo. La expansión va hacia el oeste, donde la tierra es más barata y no hay tanta reglamentación. Mi opinión es que estamos en la situación actual por lo que se puede llamar el “efecto Bush”. Quien sea que gane las próximas elecciones en Estados Unidos cambiará la política, porque ese país está sintiendo las consecuencias de lo que crearon, invadiendo Irak e instalando un clima mundial de ansiedad. Mi opinión es que cuando esa política cambie, el petróleo bajará, y entonces el etanol dejará de ser tan atractivo como lo es hoy.

 

-Sin embargo, quedaría en pie el objetivo de reducir las emisiones de dióxido de carbono para mitigar el cambio climático, y para eso estaría el etanol.

-El cambio climático se puede mitigar de otras maneras. Si miramos los intereses de la industria automovilística, veremos que el futuro no es el coche “flex”, que usa indiferentemente gasolina, etanol o la mezcla de ambos, sino el llamado “carro híbrido”, que solamente usa combustibles fósiles cuando no puede propulsarse con energía eléctrica. El futuro es el coche eléctrico.

 

-O sea que en su opinión el biodiesel podría ser más demandado que el etanol. ¿Eso implicaría que la soja desplazara a mediano plazo a la caña de azúcar?

-En Brasil el cultivo que más ha crecido en los últimos años es la soja. Acá ocupa el doble del área que en Argentina, y sigue avanzando, inclusive en donde no debería hacerlo, en la Amazonia.

 

-¿Cree que es posible que sustituya a la caña de azúcar aquí en São Paulo?

-Es una posibilidad. Hace tiempo que la soja está en São Paulo. Cada cinco años el cañaveral es levantado, y entonces para el siguiente ciclo se planta soja porque fija el nitrógeno en la tierra y la prepara nuevamente para la caña.

 

-¿Su pronóstico es que la caña de azúcar va a disminuir en São Paulo?

-No. El cultivo de caña ha tenido crisis cíclicas de sobreproducción. El programa de uso de alcohol como combustible surgió de una de ellas. Creció porque la esperanza de los militares era sustituir a Cuba en el mercado estadounidense, pero cuando el precio del azúcar subió demasiado, ellos lo sustituyeron con edulcorante de maíz. En Brasil, sin embargo, las inversiones ya estaban hechas, y así surgió el etanol. La historia puede volver a repetirse. El auge que vive actualmente está motivado por el precio del petróleo, pero si éste baja, habrá que ver qué ocurre con el etanol. La tendencia mundial es producirlo a partir sobre todo de maíz, porque se puede estoquear, se puede guardar todo el año, y también se puede usar como alimento en caso de necesidad. Así lo hacen Estados Unidos, China y otros países. Las transnacionales están invirtiendo en el etanol porque las grandes empresas crecen por diversificación, ya que si lo hicieran por especialización, aumentarían la producción y tarde o temprano se desencadenaría una guerra de precios. Eso no es conveniente en los regímenes de oligopolio actuales. Estas inversiones pueden retroceder, cambiar hacia otros destinos.

 

-La lógica capitalista, sin embargo, no es la de la utilidad social o ambiental de un producto. En ese sentido, si el etanol es un negocio las corporaciones lo explotarán al máximo.

-La lógica es la del lucro, y en ese plano no hay ninguna otra cosa que importe. Si genera ganancias aceptables, sin duda se usará el etanol.

 

En Araraquara, Carlos Amorín

Rel-UITA

28 de mayo de 2008

 

 

 

Fotos: Lucía Iglesias

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