Es
profesor de Política Científica y Tecnológica en el
Instituto de Geociencias de la Universidad Estadual de
Campinas (UNICAMP), São Paulo. Participó en el Taller sobre
agrocombustibles organizado recientemente en la ciudad de
Araraquara por la Federación de Empleados Rurales
Asalariados del Estado de São Paulo (FERAESP) y la UITA.
Sirel dialogó con él sobre algunos de los puntos más
salientes, e incluso polémicos, de su exposición en dicha
actividad.
-Durante
su ponencia usted aportó datos sobre la relación entre el
cultivo de la caña de azúcar y el empleo. ¿Podría ampliar
esos antecedentes?
-Señalé que la caña genera empleo pero no ocupación,
entendiendo que el primero es circunstancial, marcado por la
relación capitalista empleador-empleado, y la segunda es
permanente, de todo el año, mucho más relacionada con la
producción de alimentos. La caña está empleando mucha mano
de obra porque está ocupando cada vez más tierra, y esto
ocurre en la modalidad brasileña de tenencia según la cual
la propia usina es la terrateniente. El avance espacial de
la caña provoca un incremento del empleo (zafral) y una
disminución de la ocupación permanente, ya que desplaza
cultivos que ocupan más personas por hectárea. Quiere decir
que la expansión de la caña de azúcar está provocando
desempleo.
-¿Cuánta
gente ha desplazado la caña en el estado de São Paulo?
-No hay datos disponibles para decirlo con certeza. Puedo
comentar que en el estado hay otro proceso en curso que es
la mecanización del corte de la caña, cuya implementación
progresiva va eliminando incluso miles de aquellos empleos
zafrales. Otra forma de medir la desocupación provocada por
la caña es tener en cuenta que en la época en la cual el
cultivo rey era el café, São Paulo era autosuficiente
en la producción de alimentos, y hoy tiene que importar
grandes cantidades desde los estados del sur de Brasil.
-También
señaló en su intervención que los países europeos no están
confirmando las expectativas creadas alrededor del etanol.
-España es un gran productor de etanol, pero utiliza
cereales importados. Hay que atender a las diferencias entre
los países que tienen industria automovilística y los que no
la tienen. España está en la misma situación que
Brasil: no tiene industria propia. Francia,
Alemania o Inglaterra, que tienen industrias del
automóvil, y en algún caso también petróleo, estos países no
tienen tanto interés en el etanol. La mayor parte de su
flota de coches y de transporte usa motores diesel. Al
contrario que en Brasil, donde el etanol es mezclado
a la gasolina, allá se usa como aditivo y es fabricado
dentro de las refinerías de petróleo. El biodiesel lo
obtienen a partir de materias primas propias e importadas
desde nuestros países.
-Las
grandes corporaciones están invirtiendo mucho dinero en toda
la cadena del etanol…
-…eso ocurre por las condiciones peculiares de Brasil,
donde la tierra y la mano de obra son baratas, el retorno es
muy rápido y entonces la inversión es interesante.
-¿No
está ocurriendo lo mismo en el sudeste asiático y en algunas
regiones de África?
-Sí, aunque más lentamente. En África, el país más
avanzado en esta tecnología es África del Sur, que
inclusive está delante de Brasil en la industria de
la caña. Pero ellos hacen combustible a partir de cereal y
no de caña de azúcar. Lo mismo ocurre en Australia, y
en la India usan el bagazo para hacer papel, pero no
fabrican etanol. En Brasil existe esta situación
única de que las usinas son las dueñas de la tierra, y las
mejores tierras del país están aquí en São Paulo. La
expansión va hacia el oeste, donde la tierra es más barata y
no hay tanta reglamentación. Mi opinión es que estamos en la
situación actual por lo que se puede llamar el “efecto
Bush”. Quien sea que gane las próximas elecciones en
Estados Unidos cambiará la política, porque ese país
está sintiendo las consecuencias de lo que crearon,
invadiendo Irak e instalando un clima mundial de
ansiedad. Mi opinión es que cuando esa política cambie, el
petróleo bajará, y entonces el etanol dejará de ser tan
atractivo como lo es hoy.
-Sin
embargo, quedaría en pie el objetivo de reducir las
emisiones de dióxido de carbono para mitigar el cambio
climático, y para eso estaría el etanol.
-El cambio climático se puede mitigar de otras maneras. Si
miramos los intereses de la industria automovilística,
veremos que el futuro no es el coche “flex”, que usa
indiferentemente gasolina, etanol o la mezcla de ambos, sino
el llamado “carro híbrido”, que solamente usa combustibles
fósiles cuando no puede propulsarse con energía eléctrica.
El futuro es el coche eléctrico.
-O sea
que en su opinión el biodiesel podría ser más demandado que
el etanol. ¿Eso implicaría que la soja desplazara a mediano
plazo a la caña de azúcar?
-En Brasil el cultivo que más ha crecido en los
últimos años es la soja. Acá ocupa el doble del área que en
Argentina, y sigue avanzando, inclusive en donde no
debería hacerlo, en la Amazonia.
-¿Cree
que es posible que sustituya a la caña de azúcar aquí en São
Paulo?
-Es una posibilidad. Hace tiempo que la soja está en São
Paulo. Cada cinco años el cañaveral es levantado, y
entonces para el siguiente ciclo se planta soja porque fija
el nitrógeno en la tierra y la prepara nuevamente para la
caña.
-¿Su
pronóstico es que la caña de azúcar va a disminuir en São
Paulo?
-No. El cultivo de caña ha tenido crisis cíclicas de
sobreproducción. El programa de uso de alcohol como
combustible surgió de una de ellas. Creció porque la
esperanza de los militares era sustituir a Cuba en el
mercado estadounidense, pero cuando el precio del azúcar
subió demasiado, ellos lo sustituyeron con edulcorante de
maíz. En Brasil, sin embargo, las inversiones ya
estaban hechas, y así surgió el etanol. La historia puede
volver a repetirse. El auge que vive actualmente está
motivado por el precio del petróleo, pero si éste baja,
habrá que ver qué ocurre con el etanol. La tendencia mundial
es producirlo a partir sobre todo de maíz, porque se puede
estoquear, se puede guardar todo el año, y también se puede
usar como alimento en caso de necesidad. Así lo hacen
Estados Unidos, China y otros países. Las
transnacionales están invirtiendo en el etanol porque las
grandes empresas crecen por diversificación, ya que si lo
hicieran por especialización, aumentarían la producción y
tarde o temprano se desencadenaría una guerra de precios.
Eso no es conveniente en los regímenes de oligopolio
actuales. Estas inversiones pueden retroceder, cambiar hacia
otros destinos.
-La
lógica capitalista, sin embargo, no es la de la utilidad
social o ambiental de un producto. En ese sentido, si el
etanol es un negocio las corporaciones lo explotarán al
máximo.
-La lógica es la del lucro, y en ese plano no hay ninguna
otra cosa que importe. Si genera ganancias aceptables, sin
duda se usará el etanol.
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