En el marco del
Seminario Latinoamericano del Sector Lácteo, asistimos a la representación de
la obra “Crónica Cantada La Forestal”, que muestra el miserable papel jugado en
la historia argentina por la compañía inglesa La Forestal, que a principios del
siglo XX explotó el quebracho y a los hombres por igual en la provincia de la
Santa Fe. La obra, estrenada originalmente en Rosario el 12 de enero de 1984,
fue recientemente repuesta por ATILRA*.
Monte y obreros
Un mismo
final
“Allá en el pueblo nos dijeron que
era güena la gente,
que eran güenos los ingleses. Los
ingleses… Ja.
Y nos vinimos nomá pa’l obraje. ¡A
qué señor!
Vivíamo mesmo como lo animale,
señor.
Siempre debiendo en la
proveeduría...”
“The
Forestal Land, Timber and Railways Company Limited”
-conocida como La Forestal-, tuvo el monopolio absoluto de la
mayor reserva mundial de quebracho colorado en el norte de la provincial de
Santa Fe.
La
historia de La Forestal se remonta a 1881, cuando el gobierno de Santa Fe
entregó a la firma inglesa “Cristóbal Murrieta y Cía” 1,5 millones de
hectáreas de tierras fiscales -12 por ciento del territorio total de la
provincia- como forma de pago de una antigua deuda. De aquellos montes salieron
postes, durmientes para el ferrocarril, rollizos y, sobre todo, tanino,
sustancia curtiente muy utilizada en la producción de cueros que fue descubierto
por Emilio Poisier, un curtidor francés que vivía en Argentina.
La
socióloga santafesina Alcira Argumedo puntualiza que “La Forestal
devastó más de 2 millones de hectáreas -100 veces la ciudad de Buenos Aires- del
bosque de quebracho más importante del planeta.
La
empresa tenía su bandera, sus ciudades, puertos y ferrocarriles, moneda propia y
más de 20 mil trabajadores, además de diputados, comisarios, jueces y otros
súbditos que recibían sus favores. Luego de una represión salvaje de las huelgas
en los años 20 que empañó el gobierno de (Hipólito) Yrigoyen,
La Forestal contará con una propia fuerza militarizada (popularmente
conocida como 'los cardenales' o 'gendarmería volante') para disciplinar a los
trabajadores.
En
ese negocio preñado de corrupción política, entrega y subordinación neocolonial, -advierte
Argumedo- Santa Fe perdió casi el 90 por ciento de sus bosques y en toda
la zona del Chaco austral fue devastado el 85 por ciento de la superficie
originaria.
Al
retirarse en 1966 (luego de 60 años de actividad), dejó un inmenso páramo; un
desierto estéril de tierras ardientes; decenas de pueblos fantasmas y el
recuerdo de oscuros enjuagues con dirigentes políticos”.
La dureza del quebracho
y la dura
explotación
“A alguno lo agarraron en los
pueblo nomá, otros los corrieron
monte adentro, la gente se escondía
en donde podía,
algunos conseguimos armas y les
hicimos frente,
venían a caballo los gendarmes
volantes.
Les llamaban los cardenales porque
tenían la
chaquetilla colorada ¡ja!”
Quebracho proviene de la expresión “quiebra-hacha” debido a la gran dureza de su
madera. Los hacheros que se deslomaban en aquellos montes, con aquellos troncos,
cobraban en “moneda de La Forestal”, que únicamente podía ser canjeada
por mercaderías en las proveedurías de la compañía inglesa.
En
1919 se produjeron dos huelgas. Los trabajadores exigían aumento salarial, ocho
horas de trabajo diario y la suspensión de despidos masivos. La tercera huelga,
la de 1922, es relatada así por Osvaldo Bayer: “Fue
la más importante
y culminó con una salvaje represión, donde la ‘gendarmería volante’ y otras
formaciones parapoliciales impunemente patrocinadas por el gobierno de
Hipólito Yrigoyen, actuaron despóticamente con un saldo de centenares de
muertos y 19 dirigentes huelguistas condenados a la cárcel.
En su cuaderno el capataz Aniceto Barrientos
registraba lo siguiente: 'A los muertos los apilaban uno sobre otro, le clavaban
el cuchillo en la nuca por si estaban vivos. Desde ese día tenía miedo de volver
a trabajar porque nos miraban con odio, como si fuéramos perros sarnosos'”.
Crónica
de un olvido
“Vamos a ver qué queda de esa
tierra
Donde el quebracho alzaba su estatura
Vamos a ver qué queda de los
pueblos
Vamos a conocer la historia oscura
La historia oscura”
La
historia oscura de una compañía inglesa que devastó el monte y al hombre por
igual. Una historia que tragó el olvido, y que la desmemoria cómplice sepultó.
La Forestal
se fue del país, pero la devastación ambiental y social no se detuvo en la
Argentina. El desmonte continúa ahora de la mano de la soja y de otra
compañía, Monsanto. Igual que los hacheros fueron desalojados de los
obrajes, el campesino y el hombre rural vienen siendo expulsados del campo. La
marea transgénica avanza, la gente desaparece, el árbol es un estorbo y nada
queda en pie, nada que impida la libre circulación de las cosechadoras y la
parafernalia de la fumigación.
La agricultura made in Monsanto,
combate al agricultor familiar, elimina mano de obra y, además, está
destruyendo en promedio 250 mil hectáreas de bosques por año en la Argentina y
aplicando 200
millones de litros anuales de glifosato.
En un futuro cercano, igual que el poeta, nos
volveremos a preguntar: “Vamos a ver qué queda de esa tierra,
vamos a conocer la historia oscura”.