Declaración de la Comisión Nacional de Fomento Rural
En el Día Mundial del Medio Ambiente creemos oportuno
compartir con la opinión pública, una alerta vinculada a
nuestro recurso natural más importante: la tierra.
La Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR)* viene
propugnando desde hace mucho tiempo una MORATORIA en
las autorizaciones para compras de campos por parte de
extranjeros no residentes, hasta que se legisle en la
materia.
Lamentablemente, a la fecha es muy poco lo que se ha hecho al
respecto, a pesar de que la presente administración de
gobierno posee las mayorías necesarias para ello, a lo que
se suman integrantes de otros sectores partidarios que han
anunciado su disposición a legislar con ese objetivo.
En reunión mantenida días atrás en nuestra casa, el Ministro
de Ganadería, Agricultura y Pesca nos manifestó que en su
Cartera se estaba elaborando un proyecto para controlar la
EXTRANJERIZACIÓN en franjas de frontera, pero dejó
traslucir que POCO O NADA puede hacerse para
controlar la CONCENTRACIÓN. Agregó que hay sectores
que se oponen a ponerle topes o freno a la concentración de
la tierra y que se hace necesario que la sociedad civil
organizada (las gremiales) levantemos el tema para generar
el debate público.
Por encima de la incidencia que en este proceso concentrador
ha tenido el modelo forestal que nuestro país ha venido
aplicando en los último tiempos y que todos conocemos,
creemos del caso compartir una muy valiosa información que
hace pocos días recibimos de investigadores de RAPAL-Uruguay,
sobre los impactos que está provocando en nuestro país el
MONOCULTIVO SOJERO, que consideramos puede ayudar a
tomar conciencia de la irresponsabilidad con que -en nuestro
concepto- el país viene encarando este problema.
Algunas
cifras ilustrativas
En Uruguay tan sólo once
gerenciadores agrícolas controlan el 25 por ciento del área
sojera, y en la zafra 2005-06 solamente el 6 por ciento de
las empresas (131) controlaban el 54 por ciento del área de
este cultivo.
Entre 2005 y 2008 el margen bruto por hectárea creció de 95
dólares a 431, y las exportaciones de soja crecieron de 100
millones de dólares a 209 millones.
¿Qué pasa
con esa renta?
¿Cómo se distribuye y dónde se gasta?
El sector agropecuario es el más desigual en la distribución
del ingreso, y en el caso de la soja esta inequidad es
alarmante, ya que ni siquiera hay un proceso de
industrialización a nivel nacional que pudiera implicar
algún ingreso en el sector agroindustrial y ocupación de
mano de obra.
Con referencia a la
ocupación por hectárea, la lechería y empresas familiares
ocupan 23 personas cada 1.000 hectáreas y la soja apenas
supera las dos personas en la misma superficie.
Como agravante, debemos consignar que a la renta que se
llevan estos empresarios como producto de las exportaciones,
debe sumarse la riqueza de los suelos que también
“exportan”, ya que la soja en este modelo es un cultivo muy
extractivo que saca del suelo mucho más nutrientes (sobre
todo materia orgánica) de lo que le aporta.
Además, debe tenerse en
cuenta la fuerte erosión que está provocando el monocultivo.
Unas 350 mil hectáreas, o sea el 53 por ciento del área
sembrada con agricultura de secano, en la primavera 2006 ya
mostraba graves signos de erosión.
Estas cifras se explican en parte por el hecho de que el 92
por ciento del área cultivada con soja continua es arrendada
(o medianería), razón por la cual los empresarios no asumen
ningún tipo de compromiso con la conservación del recurso
natural al que esquilmarán mientras produzca.
Por otra parte, el avance
del monocultivo sojero ya le ha quitado más de 100 mil
hectáreas al sector lechero, así como también a otros rubros
dirigidos a la alimentación humana.
¡¡Nuestro país está sustituyendo la producción de alimentos
por la soja para la exportación!!
Somos un país con capacidad para alimentar a 12 millones de
personas, y resulta que (NdR: con apenas tres
millones de habitantes) aún tenemos un porcentaje importante
de niños con desnutrición.
En muchos países existen leyes que reglamentan el uso y la
tenencia de la tierra y no se permite su adquisición por
parte de extranjeros no residentes. En algunos de ellos sólo
pueden comprar tierra productores o hijos de éstos. Para
lograr la autorización debe presentarse un proyecto a largo
plazo que debe ser aceptado por las autoridades y cumplirse
cabalmente.
No hay nada que inventar; nuestro país debería adoptar y
adaptar a nuestra realidad la experiencia existente en otros
países. Nos consta que se manejan disposiciones en materia
de ordenamiento territorial y está muy bien pero:
¿Por qué
no buscamos también generar un ordenamiento productivo que
es el motor del país?
Por suerte tenemos un país chico pero con suelo y clima aptos
para producir muchos alimentos, para un mundo que demanda
año a año alimentos en forma creciente para millones de
seres humanos.
No
obstante ello, y como triste y lamentable paradoja,
constatamos que en los últimos tiempos -y más precisamente
por estos días- nuestro gobierno está promoviendo la
importación de frutas y hortalizas, ya que no llegamos a
autoabastecernos de las mismas.
No desconocemos que el problema surge en parte por trastornos
climáticos, pero también tenemos muy en claro que la causa
fundamental está en que en la producción y comercialización
de muchos de esos productos, se ha dado un proceso
concentrador que inevitablemente llevó a la especulación.
Utilicemos el suelo más ordenadamente y con productores
uruguayos radicados en la tierra con sus familias. Esa
estrategia es la única que nos puede garantizar
sustentabilidad alimentaria.
Si arrendamos o vendemos nuestra tierra a extranjeros estamos
perdiendo soberanía. Existen en el mundo muchos poderosos
que estarían en condiciones de comprar el Uruguay entero y
están en conocimiento de que existen las condiciones para
ello.
¡¡NO
VENDAMOS NUESTRO RICO PATRIMONIO AL BAJO PRECIO DE LA
NECESIDAD!!
Nuestro país tiene una herramienta: el Instituto Nacional de
Colonización, que fue creado a impulsos de nuestra CNFR,
mediante una ley que aún hoy es ejemplar a nivel mundial y
que, lamentablemente, sucesivas administraciones de gobierno
fueron desvirtuando hasta llevar al Instituto casi a la
desaparición total. Si la ley 11.029 se hubiera aplicado
correctamente, hoy no estaríamos hablando de estas cosas.
¿Qué es
lo que se nos viene?
Cuando
pase el boom sojero y estos empresarios golondrinas vayan a
otros lugares del mundo a buscar negocios más atractivos
para sus inversiones, nos quedará un país con suelos
empobrecidos y sin el capital más importante para un
proyecto de país productivo: la gente de campo.
¡¡Este
Proyecto de País Productivo es “pan para hoy y hambre para
mañana”!!
No podemos seguir esperando pasiblemente a que llegue este
punto final que seguramente será irreversible. Las gremiales
y la sociedad civil organizada debemos unirnos ya, para
sensibilizar a la población y a nuestros gobernantes, a
efectos de encontrar sin más demoras, soluciones para este
grave problema de la concentración y extranjerización de
nuestra tierra.
Por favor:
¡¡¡ASUMAMOS LA RESPONSABILIDAD ANTES DE QUE SEA DEMASIADO
TARDE!!!
Montevideo, 5 de junio de 2008
Comisión Nacional de
Fomento Rural
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