Las diarias batallas de la agricultura global

Los cañeros estuvieron peleando frente al edificio de Secretaría de Agricultura una de las muchas batallas de una guerra global. Batallas bilaterales y multilaterales que estallan todos los días en muy diversos foros. Se pelea producto por producto. Se batalla en las negociaciones bilaterales y en las calles. Quienes creían que la nueva fase agroalimentaria global impuesta por las trasnacionales se expandiría sin resistencia alguna, se equivocaron por completo. No sólo son las y los campesinos; también los pueblos y hasta los estados los que defienden con todas las armas su soberanía alimentaria, sus agriculturas, sus recursos naturales.

 

El azúcar es, precisamente, uno de los principales ejes de los actuales enfrentamientos. Los productores de Centroamérica y República Dominicana se quejan de que, pese a la entrada en vigor -de panzazo- del Tratado de Libre Comercio de Centroamérica y República Dominicana con Estados Unidos (CAFTA), sólo tendrán oportunidad de colocar conjuntamente en este país 117 mil toneladas del dulce. Los cañeros colombianos, ecuatorianos y peruanos, por su parte, se oponen a la firma del Tratado de Libre Comercio Andino-Estados Unidos (AFTA), porque saben que tendrán muy limitado acceso al mercado estadounidense... a cambio de abrir el suyo a las oleadas de azúcar de betabel y alta fructosa made in USA. Hasta los mismos productores estadounidenses se quejan de que, con los tratados comerciales que su gobierno negocia ahora, se podrían importar a su país 25 millones de toneladas, suficientes para borrarlos del mapa.

 

Hay otra batalla en curso: la del arroz. El Uruguay de Tabaré Vázquez se anima y acude ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) para denunciar los apoyos del gobierno de Estados Unidos a los productores de arroz de ese país. Mil 500 millones de dólares de subsidio han desplazado el excelente grano largo charrúa de Perú, Sudáfrica y Trinidad y Tobago, entre otros países. En el Caribe, los arroceros dominicanos alzan su voz para dejar bien claro que serán arrasados cuando entre en vigor el CAFTA.

 

La OMC da por fin una de cal: concede la razón a nueve países latinoamericanos productores de plátano en su demanda contra la Unión Europea (UE), que planea aumentar sus aranceles sobre ese fruto a partir de 2006. La Comisión Europea tiene previsto aumentar a 230 euros por tonelada el arancel que impone a los países latinoamericanos productores de plátano para entrar en el mercado europeo, que actualmente es de 75 euros.

 

Pero la disputa más profunda no es por plátanos ni mangos: es contra Estados Unidos y la Unión Europea, que pretenden apoderarse del suministro global de alimentos básicos de todo el mundo: granos, lácteos, cárnicos, oleaginosas. Es decir, de arrebatar soberanías alimentarias a cambio de conceder accesos restringidos y muy competidos a productos nada estratégicos y prescindibles.

 

En Centroamérica y Dominicana los agricultores preparan protestas callejeras y bloqueos carreteros ante la aprobación del CAFTA. En Colombia, los cerealeros organizan una consulta para ver si sus agremiados están de acuerdo en la entrada en vigor del AFTA. Lo mismo hacen los agricultores peruanos y ecuatorianos. La referencia desde el Suchiate hasta el desierto de Atacama es la misma: "si a los agricultores mexicanos los está destruyendo el TLCAN, ¿qué podrán esperar nuestras más débiles agriculturas"?

 

Pero se van logrando avances. El tema agrícola es uno de los factores que hacen que el CAFTA se apruebe apenas con dos votos de diferencia en el Congreso de Estados Unidos. Es también el mayor obstáculo para que llegue a su fin la negociación del AFTA, que ha fracasado ronda tras ronda, la más reciente de ellas en Washington. Cómo estarán las cosas que hasta The New York Times reconoce que los tratados de libre comercio "han perdido su sex appeal". Muestra de ello es que el CAFTA fue apoyado sólo por 14 legisladores demócratas, pero contó con el rechazo de 27 republicanos, a pesar de las mentiras y los cochupos de Bush.

 

En Ginebra, en la reunión de la OMC no hay acuerdo entre los países desarrollados sobre la eliminación de subsidios. Dejan entrever que estarían dispuestos a abrir algo de sus mercados a los países en vías de desarrollo, pero inclusive se ponen tacaños para aplicar el calificativo "en vías de desarrollo". Los desacuerdos proliferan, los combates se multiplican. Hong Kong y la ronda de Doha de la OMC tendrán en diciembre un tiempo muy, muy borrascoso.

 

Víctor M. Quintana

La Jornada

15 de agosto 2005

 

 

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