Brasil  AGRICULTURA | TERMINATOR

El sueño perverso

de las transnacionales de semillas

y la izquierda trasnochada

   

Que las gremiales de latifundistas y grandes corporaciones de agrobussines desarrollen un intenso lobby para liberar la tecnología Terminator no es una sorpresa, pero sí que un diputado del oficialista PT presente también una propuesta con ese objetivo. A la intensa polémica política que se ha desatado, se suma una campaña nacional e internacional de organizaciones sociales que se oponen a esta medida que está a estudio del Congreso brasileño.

 

En los años 90, nuestra bien conocida Delta&Pine Company* y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) patentaron una tecnología con la cual se logra que las semillas se autoesterilicen. Una vez conocida por el público, recibió el mote de “Terminator”.

 

Pocos meses después, la empresa era comprada por Monsanto, uno de los gigantes mundiales de las semillas, pionera de los transgénicos a nivel planetario.

 

Desde entonces no ha cesado la presión de ésta y de otras transnacionales en todos los ámbitos imaginables para que el uso de "semillas Terminator" sea liberado.

 

¿Qué es Terminator?

 

Esta tecnología fue catalogada por sus propietarios como "Sistema de Protección de la Tecnología". Desde finales de los 90 prácticamente todas las grandes corporaciones semilleras poseen patentes similares a la Terminator original.

 

Su propósito declarado es el “control de la expresión de los genes de las plantas”. Lo que traducido a un lenguaje común significa que mediante la manipulación de sus genes se puede lograr activar o desactivar características físicas y químicas de los vegetales.

 

En su principal aplicación desarrollada hasta ahora, la tecnología Terminator provoca en las plantas la esterilización de sus semillas, es decir que mata la generación siguiente.

 

Las corporaciones continúan financiando más investigaciones para hallar nuevas aplicaciones de Terminator, que en teoría podría hacer posible la activación de enfermedades o características negativas en las plantas previamente manipuladas genéticamente.

 

Una suerte de guerra biológica mucho más cerca de su utilización militar que de la ciencia ficción. De hecho, los complejos industriales militares están siguiendo muy de cerca estas pesquisas.

 

¿Qué consecuencias tendría la

liberación de Terminator?

 

Si las corporaciones transnacionales logran su objetivo de liberar Terminator, habrán dado prácticamente el asalto final sobre el control de los alimentos del mundo entero.

 

Terminator no sólo asegura que los agricultores –grandes y pequeños- deberán reabastecerse cada año de semillas y de los productos químicos que conforman el “paquete productivo”, sino que borrará de la faz de la tierra a los campesinos locales y familiares amenazados por la extinción gradual de las semillas tradicionales.

 

No es una casualidad que las corporaciones apunten sus dardos más poderosos hacia los países del Sur

Para decirlo de otra manera, si hubiese un maíz Terminator, los agricultores obtendrían granos, pero nunca más semillas.

 

Esto tendría muy fuertes consecuencias ecológicas, dado que Terminator podría contaminar otros cultivos. Pero además, millones de campesinos quedarían condenados a desaparecer o a transformarse en “empleados” de las compañías, como ya se ve en el caso de los fasoneros de aves y las familias cultivadoras de Palma Africana en Brasil.

 

Veríamos más emigración del campo a la ciudad -con todas sus consecuencias indeseadas-, mayor dependencia alimentaria, política y económica de las transnacionales, amenaza letal para la seguridad y soberanía alimentarias del planeta.

 

No es una casualidad que las corporaciones apunten sus dardos más poderosos hacia los países del Sur, con legislaciones menos estrictas y, a menudo, con sistemas políticos corruptos que facilitan la penetración de los intereses transnacionales.

 

Terminator está prohibido…

por ahora

 

En 2000, el Convenio de Diversidad Biológica de Naciones Unidas (CDB), aprobó una moratoria global contra la experimentación y uso de la tecnología Terminator que aún sigue vigente.

 

Varios países -entre ellos Brasil- incluyeron en sus legislaciones nacionales la prohibición de utilizar Terminator.

 

Desde entonces, diversos gobiernos –especialmente el mexicano- han tenido iniciativas en diferentes ámbitos para lograr la anulación de la moratoria declarada por el CDB de las Naciones Unidas. Hasta ahora sin éxito.

Parece claro que si Terminator es liberado en Brasil, el siguiente paso de la diplomacia brasileña será iniciar una campaña internacional para lograr el fin de la moratoria global

 

La más reciente de ellas se está desarrollando actualmente en Brasil, donde el diputado del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), Cándido Vaccarezza, nacido en el estado de Bahía pero afincado en Sao Paulo, se sumó a la voluntad de las gremiales ruralistas que agrupan a los grandes propietarios de tierra que demandan la liberación de Terminator. El diputado presentó su propia propuesta de liberación de esta tecnología.

 

Pero poco después se supo que Vaccarezza había elaborado su proyecto de ley con el asesoramiento de la abogada Patricia Fukuma, quien reconoció públicamente su participación. Fukuma está estrechamente vinculada a Monsanto.

 

Esto ha instalado una dura polémica en la interna del PT en la cual se debate cuál debe ser la posición de la agrupación política ante esta tecnología, ya que la propuesta de los ruralistas y la de Vaccarezza están siendo analizadas en una Comisión del Congreso con el fin de acelerar su tratamiento en el Plenario.

 

Parece claro que si Terminator es liberado en Brasil, el siguiente paso de la diplomacia brasileña será iniciar una campaña internacional para lograr el fin de la moratoria global, ya que de lo contrario no podría utilizar esta tecnología en el país sin violar acuerdos internacionales.

 

En estos días numerosas organizaciones sociales brasileñas e internacionales realizan una intensa campaña contra la liberación de Terminator en la que está participando Rel-UITA que, en Uruguay y en Nicaragua, integra una coordinación social contra los transgénicos.

 

 

En Montevideo, Carlos Amorín

Rel-UITA

12 de septiembre de 2011

 

 

 

 

 

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