Desde hace muchos años Maggi Balbuena es una activa
luchadora por los derechos de las mujeres campesinas
desde el lugar que ocupa en la Coordinadora Nacional
de Mujeres Rurales e Indígenas (CONAMURI). Firme y
crítica, habla sin pelos en la lengua y cuestiona
duramente al gobierno paraguayo por ignorar los
reclamos campesinos y tildar a sus dirigentes de
delincuentes y guerrilleros, antes que tratarlos
como ciudadanos con derecho a acceder a una vida
digna.
Desde la enorme casona céntrica de paredes humildes
que sirve de albergue a la CONAMURI y a la
cual llegan a diario mujeres rurales e indígenas
desde todos los rincones del país en busca de cobijo
y asesoramiento para organizarse, defenderse y
reclamar sus derechos, Maggi Balbuena lanzó duros
cuestionamientos a la actual política anti campesina
impulsada por el gobierno de Nicanor Duarte Frutos.
Sentada a un costado de otra luchadora incansable,
Petrona Villasboa, madre de Silvino Talavera, el
niño que murió intoxicado con agroquímicos, Maggi
manifestó que la dirigencia campesina paraguaya se
siente en estos momentos en un callejón sin salida,
porque ya no encuentra “puertas a las que tocar”
para acceder hasta los más altos niveles del Poder
Ejecutivo, para plantear la terrible situación que
afecta a los hombres y mujeres del campo.
“En vez de dar respuestas a nuestros pedidos y de
buscar una solución viable para la grave situación
económica que soporta la agricultura, el gobierno
prefiere amedrentar a los grupos campesinos,
acusándolos de guerrilleros y desestabilizadores de
la democracia”, sentenció vehemente la dirigente.
Balbuena alega que la dirigencia campesina es
perfectamente consciente de que durante el gobierno
de Nicanor Duarte Frutos, probablemente no
encontrarán respuestas viables y contundentes a los
innumerables reclamos presentados por los labriegos.
Por eso no se cansó de cuestionar duramente la
gestión de Duarte Frutos, a quien acusó de “poner en
marcha una estrategia de persecución a las
organizaciones campesinas y a los grupos políticos
de izquierda, buscando amedrentarnos para evitar
atender nuestros reclamos que son urgentes, porque
el campo es un sector vital para el país”, aseveró
Maggi.
La dirigente expresó que los campesinos no se casan
de reclamar y esperar respuestas oficiales que
puedan aliviar la pesada carga que representa la
dura crisis económica que los golpea generando más
pobreza en las zonas rurales del país, lo que obliga
a los agricultores a emigrar a los centros urbanos,
en donde también sufren marginación y penurias de
todo tipo.
Maggi también cuestiona la política de persecución a
los grupos campesinos implementada por Duarte Frutos
tiene por fin extinguir a las organizaciones del
campo y seguir así postergando una reforma agraria
integral y de mayores oportunidades para seguir
desarrollando la producción agrícola.
Persecución y hostigamiento
Desde hace tres años, el actual gobierno viene
ejecutando una serie de variantes persecutorias
hacia los labriegos, especialmente de aquellos que
se encuentran organizados, mediante la
implementación desde el Ministerio del Interior de
las llamadas Guardias Urbanas, grupos compuestos por
civiles armados que tienen luz verde para controlar,
perseguir y sojuzgar a los pobladores de zonas
rurales con el fin de evitar que los mismos se
organicen y reclamen respuestas a su demandas
sociales.
Estos grupos civiles están generalmente conformados
por personas con dudosa moralidad, muchas de ellas
son operadoras políticas del partido de gobierno,
cuentan con antecedentes criminales o no gozan de
muy buena reputación en sus comunidades.
Petrona Villasboa, madre de Silvino Talavera,
denunció que uno de los asesinos de su hijo, Alfredo
Lauro Laustenlager, que afronta una sentencia
apelada de dos años de cárcel por la muerte del
niño, así como los sospechosos de la muerte de su
hermano Serapio, también forman parte de estos
peligrosos escuadrones que siembran el miedo y el
terror en las comunidades agrícolas sopretexto de
mantener el orden y la seguridad de sus pobladores.
Maggi calificó como “vergonzosa” esta nueva
metodología gubernamental y criticó el hecho de que
muchos criminales o sospechosos de haber cometido
delitos sigan libres “caminando por las calles cual
si fuesen grandes señores”. La dirigente campesina
también señala a algunos fiscales quienes, según
afirmó, estarían en contubernio con los criminales
haceiendo la vista gorda a las denuncias de abusos,
muertes o asesinatos cometidos en contra de los
campesinos y sus familias.
“Nosotros calificamos como muy grave la
situación de desprotección e inseguridad que afronta
el país, y rechazamos la política impulsada desde el
Estado de criminalizar la lucha campesina”, reafirmó
la líder rural.
Añadió que el gobierno se burla de la pobreza de la
gente y acusa a la dirigencia campesina y a las
organizaciones sociales de constituirse en nidos de
terroristas y guerrilleros, de albergar a ladrones y
a personas peligrosas, “resulta inverosímil que en
vez de atender nuestros reclamos, nos acuse”. Maggi
es consciente que toda esta coyuntura es un simple
mecanismo utilizado por el gobierno para desviar la
atención pública de la difícil situación que se vive
en el campo.
Sin embargo, la violencia y la falta de seguridad en
las zonas rurales es uno de los aspectos que más
preocupa actualmente a la dirigencia campesina.
Balbuena explica que cada día que pasa estos grupos
ejercen más violencia en defensa abierta de los
intereses de los terratenientes.
“Tememos que estos grupos sigan generando problemas
muchos más graves en las comunidades del interior,
que se produzcan más muertes de dirigentes
campesinos y tengamos que afrontar mayores gastos
con los procesos judiciales, que a la vez pueden
generarnos más conflictos por causa de la gente
perseguida, desalojos de campesinos de sus
tierras...”.
Sin duda, aseveró, si esta situación se agudiza, la
crisis social y política en el campo empeorará
irremediablemente. “Lastimosamente, esta coyuntura
es promovida por el gobierno de Nicanor”.
Semillas transgénicas
Los problemas campesinos se agravaron en el último
tiempo, no sólo por el total abandono estatal al
pequeño productor, sino por la extensa sequía que
asola el país desde principio de año y afectando
gravemente los cultivos. “El algodón no crece más”,
se lamentó con pesar Maggi.
Al mismo tiempo fustigó los “ensayos” que el
gobierno realiza desde el Ministerio de Agricultura,
con el fin de adaptar las semillas de algodón
transgénica para los próximos cultivos. Los
agricultores se resisten a esta “innovación”, más
aún después de ser testigos de los resultados
negativos obtenidos con el último cultivo tempranero
de una variante de la soja transgénica que no
resistió la sequía. La consecuencia fue que se
perdió la cosecha de miles de hectáreas y ahora los
productores sojeros están solicitando “comprensión”
a la Monsanto para que otorgue mayores plazos para
el pago de los royalties por el derecho de las
semillas utilizadas en los cultivos.
Este tipo de “experimentos” sólo generará más
empobrecimiento en el sector rural, alegó Balbuena,
porque los campesinos quedarán más endeudados luego
del fracaso de sus cosechas y no podrán recibir
nuevos créditos por no haber podido pagar el
anterior. “Este es otro claro indicador de que el
campo realmente está mal, sin rumbo”.
Entregados a las multinacionales
Balbuena también criticó al Ejecutivo por demostrar
un evidente desinterés por que el pueblo alcance un
cierto nivel de bienestar económico. Sentenció que
con su desinterés, Nicanor está prácticamente
entregando las riquezas del país a las
multinacionales al impulsar el cultivo desmedido de
la soja transgénica, cuyo expansión podría llegar a
ocupar unos 4 millones de hectáreas en 2008, lo que
podría significar la destrucción parcial de las
últimas 1.800.000 hectáreas de floresta navita que
aún subsisten en la Región Oriental del país.
“Duele observar cómo el gobierno deja las puertas
abiertas al agronegocio, a las transnacionales. Es
muy duro para la población rural ver cómo el
gobierno está persiguiendo, acusando, acosando y
amedrentando a los campesinos sin tener ninguna
respuesta concreta y viable a sus reclamos
sociales”. “Estamos retornado a una época que
creíamos olvidada y a la cual ya no queremos volver,
la época en que el pueblo no tenía voz y era
obligado a callar para no morir, como cuando
gobernaba el dictador Alfredo Stroessner”. Lo cierto
y lo concreto es que el gobierno paraguayo no está
preparado para otorgar respuestas a los innumerables
reclamos campesinos, pues no cuenta con planes
sociales ni económicos viables a corto plazo, por lo
que la situación relatada por Maggi Balbuena refleja
perfectamente la desprotección, el desamparo y el
abandono en que está inmerso el campesinado
paraguayo que, cada vez con más frecuencia,
encuentra las puertas del gobierno cerradas para
plantear sus problemas.
En Asunción, Rosalía Ciciolli
©
Rel-UITA
3
de julio de 2006