Uruguay
La horticultura ecológica contra
el desempleo |
Jaqueada por plantaciones forestales y de soja,
la localidad de Quebracho –ubicada al noroeste de Uruguay,
en el departamento de Paysandú– se debate entre el desempleo
y la pobreza. Pero sus pobladores no se resignan y algunas
familias intentan organizarse para desarrollar la
horticultura agroecológica.
El lunes 3 de mayo, en el local del Centro de Promoción
Humana de Quebracho, productores hortícolas y sus familias
se reunieron con los integrantes del Departamento de
Agroecología de Rel-UITA Leonardo de León y Manuel Silva, junto a
Mauricio Vives, productor de la zona rural de Montevideo y
vicepresidente de la
Asociación de Productores
Orgánicos del Uruguay (APODU).
Durante la reunión, los quebrachenses –entre ellos el
periodista local Aldo Bóffano– manifestaron su preocupación
porque en el pueblo no hay trabajo. Numerosos horticultores
abandonaron cultivos como los del tomate, debido a las
fumigaciones aéreas practicadas por los forestadores de la
zona y al alto costo de los insumos agroquímicos.
Leonardo de León demostró cómo es posible y viable la
producción hortícola sin agrotóxicos aprovechando los restos
orgánicos existentes en la zona, por ejemplo estiércol de
gallina, cáscaras de frutas y verduras, rastrojos y otros
residuos orgánicos.
Sin embargo –dijo este técnico– los productores
“escuchan por los ojos”,
por lo cual se coordinó una futura visita a las chacras
agroecológicas que funcionan en la localidad de Bella Unión,
en el norteño departamento de Artigas, fronterizo con
Brasil, y también en la vecina localidad argentina de Monte
Caseros, zonas éstas que han sufrido los efectos nocivos de
las fumigaciones aéreas de agrotóxicos.
Por su parte Silva expresó que la producción orgánica está
estrechamente vinculada al concepto de desarrollo local,
sobre todo en lo que hace a la generación de puestos de
trabajo, al tiempo que se favorece la salud de los
pobladores en tanto se incentiva el consumo de alimentos
naturales.
“Para ello es necesaria la complementación y la coordinación
de los productores con toda la sociedad civil y con las
autoridades municipales que en la zona y hasta ahora se han
mostrado receptivas a este tipo de emprendimientos firmando
convenios de colaboración, como el suscrito entre la
Intendencia Municipal de Paysandú y UITA” indicó Silva.
Es de destacar que Quebracho, que hoy cuenta con algo más de
2.000 habitantes, cuenta con un alto nivel de desarrollo en
materia de organizaciones civiles.
Vives, horticultor de tres hectáreas, expresó a su vez que
la pequeña dimensión de su chacra no constituye un
obstáculo, ya que “esa extensión de tierra es la que una
familia puede atender, aunque en época de zafra puedo llegar
a tener entre diez y quince personas trabajando”.
Este productor no utiliza insumos químicos y considera que
la mayoría de estos productos son innecesarios y dañinos
para el medio ambiente y la salud humana.
Según Vives, la extendida comercialización de productos
químicos obedece a los grandes intereses económicos que a
través de la propaganda han hecho que las generaciones
actuales olvidaran las prácticas hortícolas de sus
predecesoras. “Nuestra experiencia en Montevideo demuestra
que es posible producir sin utilizar venenos”, subrayó.
En cuanto a la comercialización –destacó– resulta viable si
se trabaja organizadamente, sustituyendo la competencia por
la complementación entre los productores. Así se trabaja en
Bella Unión, y en las ciudades de Colonia y San José,
ubicadas al oeste de Montevideo, evitando intermediarios que
encarecen el producto y perjudican tanto al consumidor como
al productor.
“Todo esto no es fácil –aceptó Vives–, pero es posible”. Y
agregó: “Al grupo de productores al que yo pertenezco en
Montevideo le llevó por lo menos tres años consolidar su
feria propia de productos orgánicos”.
Ante la pregunta de un agricultor de Quebracho en cuanto a
cómo se garantiza que realmente se trate de productos
orgánicos, Vives respondió que los productores se controlan
a sí mismos: “Visitamos nuestras chacras, vemos cómo se
trabajan los cultivos y certificamos la condición orgánica
de los productos. En una población pequeña como la de
Quebracho esto no sería difícil”, aconsejó.
Carlos Caillabet
© Rel-UITA
6 de mayo de 2004
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