España
Los inmigrantes
hacen crecer la economía |
Barcelona.-
La señora preguntó al verdulero si podia fiarle un poco de
fruta y verduras. "Te lo pago en dos días", dijo. El asintió
con una sonrisa. "Mucha gente no pude llegar a fin de mes y
pide fiado, pero nunca me fallan", dijo el verdulero, un
joven de 26 años inmigrante de Pakistán. Imran Ahmed habla
bien el español, es delgado y de modales agradables. Salió
de su país a los 18 años, "porque allá es difícil ganarse la
vida".
Primero fue
a Holanda, donde trabajó en una empacadora de frutas. Llegó
a España dos años después y pudo "legalizarse" gracias a la
ley de emigración del año 2000. Un tío le ayudó a instalar
su propio comercio en Badalona, al norte de Barcelona. "Es
mucho trabajo, pero me va bien", dice sonriendo, y explica
que en los últimos años el barrio se está poblando de
inmigrantes que abren comercios o trabajan en la
construcción.
Uno de
estos trabajadores, Belkassem Salhi Vajda, de 33 años,
emigró de Marruecos a los 25 años, cuando ya llevaba 11 años
en el oficio de carpintero. Por eso no tuvo problemas en
conseguir empleo. "Aunque también podría trabajar en mi
país, ya llevo tiempo aquí y traje a mis padres y tres
hermanos." Cassim, como lo llaman sus amigos, se siente
cómodo en España. Habla pausadamente, buscando las palabras
adecuadas en su español adoptivo.
Los
marroquíes representan la comunidad inmigrante más numerosa
de España, con más de medio millón de personas según el
Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Le siguen
ecuatorianos, con 497.000; rumanos, 317.000 y colombianos,
271.000. Esta corriente emigratoria se dirige principalmente
al área de Madrid, que recibe el 13,1 por ciento de los
recién llegados, seguida de Cataluña, con el 11,4 por
ciento. De los 44 millones de ciudadanos que tiene el país,
casi tres millones son extranjeros. La migración creció 4,13
por ciento entre 2004 y 2005, y la tendencia sigue
aumentando.
La
enfermera Nancy Nogales, de 31 años y origen quechua, salió
de Bolivia en el año 2003, cuando a consecuencia de las
privatizaciones del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada
(1993-1997 y 2002-2003) hubo despidos masivos. "No es bueno
emigrar, pero a veces no quedan opciones -dijo timidamente-.
Ahora estoy tramitando un contrato que me ayudaría a obtener
la residencia legal, y así podré traer a mi hijo de ocho
años." Y explica que no puede ejercer como enfermera porque
antes debe revalidar su diploma; pero trabajo no le ha
faltado.
Estos
inmigrantes, a pesar de sus diferentes origenes y
especialidades, tienen algo en común con los miles que
llegan a Europa a través de España: contribuyen al
desarrollo económico de su nueva sociedad. De acuerdo a un
estudio presentado a fines de agosto del 2006 por el banco
Caixa Catalunya, los inmigrantes han sido el factor clave
del "milagro económico español", que entre 1995 y 2005 tuvo
un crecimiento anual del 3,6 por ciento. Sin el aporte de
esta mano de obra extranjera, continua el reporte, el
producto interior bruto (PBI) español habría sido negativo.
El
documento agrega que la inmigración también ayudó a Europa a
crecer el 2,2 por ciento anual; en este sentido, España es
el cuarto país europeo más favorecido, después de Irlanda,
Grecia y Suecia. Y también indica que los inmigrantes son
más productivos que los nacionales: 2,4 de los 3,3 millones
llegados son trabajadores activos, que aportan a la
Seguridad Social. Cabe destacar que los inmigrantes en
España tienen (incluso los "sin papeles") acceso a la salud
pública.
La
situación de los recién llagados a España, o "sin papeles",
no se asemeja en nada a la de sus colegas que buscan un
futuro mejor en Estados Unidos. Sin bien no es fácil
conseguir empleo sin documentación, los trámites son más
rápidos y prácticos. Para obtener la residencia, un
inmigrante debe probar que ha vivido tres años seguidos en
el país; pero con prueba de alojamiento y pasaporte, puede
empadronarse y obtener así acceso a la salud pública aunque
no pueda trabajar.
"Existe,
claro, el trabajo ilegal, y cuando el gobierno necesita
trabajadores en determinadas zonas, se agilizan los trámites
de residencia legal", explica Bashir Mohammad, mediador
intercultural de la organización "Salud y Familia", de
Barcelona, que provee servicios de apoyo a inmigrantes,
especialmente "sin papeles". Visiblemente, España ha crecido
y cambiado en los últimos años. "También hay mayor riqueza
cultural, y áreas de la economía que se desarrollan
aceleradamente, como el transporte a ciertas regiones del
país o del mundo, como es el caso de los vuelos a Ecuador",
comenta Cynthia Sierra, colega de Bashir.
"No extraño
mucho, y la calidad de vida aquí es buena", dice Cassim, que
también habla árabe y francés. Cortesmente explica que no
practica la religión y que las diferencias culturales con
otras comunidades no le preocupan. Y parece querer
demostrarlo, pues desde hace un año es pareja de Nancy. Ella
extraña su tierra y dice que le gustaría tener más
información de su país, "un periódico o algo así". Mientras
tanto, Ahmed, recién casado con una muchacha de origen
paquistaní, cree que regresará pronto a Holanda. "Ahí tengo
familia, y mi esposa también."
Los tres
coinciden en que el racismo en España existe, aunque de
manera sutil. También coinciden en que trabajan intensamente
para mejorar sus vidas y son concientes de su aporte a la
sociedad, pero quieren más. "Quisiera crear una empresa
latinoamericana; hay mercado, hay posibilidades", dice Nancy
con entusiasmo. Una ilusión compartida por millones.
Eduardo Stanley
C onvenio
La Insignia /
Rel-UITA
18 de setiembre de
2006 |
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Foto1: Ahmed y clienta.
Foto2:
Nancy y Cassim.
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