Uruguay - Argentina

Soja, trigo, maíz y arroz son los rubros de interés

Los argentinos vienen por más

 

El aumento de los impuestos sobre la producción agropecuaria por parte de Cristina Kirchner anticipa otra ronda de compras de tierras cultivables en Uruguay, donde los inversores valoran la seguridad jurídica y los precios.

 

Oscar Alvarado, presidente de la empresa agropecuaria argentina El Tejar, es elocuente: “La actual política para el campo en Argentina no promueve la inversión. Y muchos productores estamos mirando a Uruguay con muchísimo cariño”, dice. Las palabras de Alvarado, que cultiva unas 60.000 hectáreas entre propias y arrendadas en las localidades uruguayas de Young, Durazno y Melo, colocan en negro sobre blanco lo que es un secreto a voces en ambas márgenes del Río de la Plata: es inminente una segunda ola de compras de tierras cultivables en Uruguay por parte de argentinos.

 

La primera etapa se inició en 2002, cuando el principal atractivo para los argentinos era el menor valor de la tierra en Uruguay. Por entonces, una hectárea en Soriano cotizaba a solo el 25 por ciento del valor de una extensión de similar calidad del suelo en Argentina. La otra mano que empujó a los argentinos fue la aplicación de impuestos (retenciones) a las exportaciones agrícolas. “Argentina tiene una mayor productividad de su suelo que Uruguay, un clima más estable, costos portuarios bajos y el gasoil más barato. Pero la presión tributaria ya está haciendo inviable la producción en algunas zonas”, advierte sobre el punto Eduardo Manciana, analista de la consultora agropecuaria CEO, en Buenos Aires.

 

Si la aplicación de retenciones estimuló en los últimos años la carrera de inversores argentinos al país, todo indica que esa tendencia se profundizará aún más en los próximos meses. La suba de las alícuotas y el lanzamiento de un nuevo esquema de retenciones móviles para las exportaciones agrícolas anunciados por el gobierno de Cristina Kirchner en marzo pasado no solo están provocando efectos en la rentabilidad de los emprendimientos agrícolas. “Los agricultores privilegiamos cada día más la seguridad jurídica que hay en Uruguay, donde, a diferencia de lo que ocurre en Argentina, se puede planificar a mediano plazo”, dice un productor argentino que adquirió unas 1.500 hectáreas en Soriano y Río Negro entre 2003 y 2005 para cultivar trigo, soja y maíz.

 

A todo eso se le suma que los precios de los campos en Uruguay, aún con el alza que experimentaron en los últimos cuatro años, continúan siendo atractivos para los compradores argentinos. “Un campo en Córdoba, sojero y de buena calidad, está a 15.000 dólares la hectárea. En Uruguay, un campo de buena calidad, está entre 6.000 y 7.000 dólares. El problema es que no son muchos los que quieren vender, y hoy la demanda crece más que la oferta”, dice el ingeniero José Salgado, titular de JS Negocios Inmobiliarios Agropecuarios.

 

Precios más bajos que en Argentina, un esquema tributario amigable a la inversión y seguridad jurídica son los principales atractivos que ofrece Uruguay. Es un plato que luce cada vez más tentador. “La tendencia de argentinos comprando en Uruguay fue bastante fuerte hasta dos años atrás, y se paró un poco por el alza del precio de los campos. El nuevo aumento de las retenciones seguramente dará un nuevo impulso a este fenómeno”, dice Ricardo Baccarin, analista jefe de Paniagrícola SA, empresa dedicada a la comercialización agrícola en Buenos Aires.

 

Según datos de Opypa, el precio promedio de la tierra en Uruguay pasó de 385 dólares la hectárea en 2002 a casi el doble en 2005 (725 dólares), y hoy ya habría vuelto a duplicar su valor desde entonces arañando los 1.400 dólares. Si se trata de tierras de calidad para cultivo, los valores pueden trepar sin problemas al cuádruple.

 

Hasta ahora, el grupo argentino con mayor extensión de áreas propias y arrendadas es El Tejar. Pero Los Grobo, el principal grupo sojero de Argentina (ver recuadro), promete seguir adquiriendo más tierras en el país. En alianza con el productor uruguayo Marcos Guigou desde 2003 bajo el nombre Agronegocios del Plata, Los Grobo ya tiene 40.000 hectáreas -gran parte en arrendamientos- en Uruguay. Otra de las compañías provenientes de Argentina es Calyx Agro, formada por capitales argentinos y accionistas de la multinacional Louis Dreyfus. Y asoman nuevos visitantes. Cresud -la compañía agropecuaria del grupo IRSA- acaba de ampliar su capital y captó 288 millones de dólares con el objetivo de expandir su actividad en Argentina y desembarcar en Uruguay, Paraguay y Bolivia.

 

Sumas y restas

 

El aluvión de argentinos fue un aliado de peso para multiplicar la producción agrícola uruguaya en los últimos años. Solo en soja, según estimaciones de la Dirección de Estadística Agropecuaria (Diea), en la zafra 2007-2008 se sembrarán en Uruguay unas 450.000 hectáreas, cincuenta veces más que en la campaña 1999-2000. En esa suba impactante mucho tienen que ver los argentinos: un 54 por ciento del área de soja está siendo explotada por productores que ingresaron al país desde 2002, cuya gran mayoría provino de la vecina orilla.

 

Una tendencia similar -aunque más tenue- sucede con el trigo, el maíz y el arroz. Pero, más allá de las inversiones, hay otros aportes de los argentinos en el crecimiento agropecuario de Uruguay. “La alianza con Los Grobo me aportó mucha información en la parte comercial, de organización, del trabajo en redes, software para llevar la gestión de producción, análisis de riesgo. Los uruguayos manejamos mucha información, pero nos pasamos discutiendo y no realizando cosas. Los argentinos, en cambio, están convencidos del potencial agrícola de esta parte del mundo y actúan en consecuencia”, dice Marcos Guigou, socio uruguayo de Los Grobo.

 

Aunque, claro, los especialistas también advierten sobre algunos efectos negativos. “Claramente (la llegada de productores argentinos) está profundizando la concentración de la producción. En la zafra 2007/08 seis empresas -la mayoría extranjeras o relacionadas a capital extranjero- plantan aproximadamente un 25 por ciento del área agrícola”, dice Pedro Arbeletche, docente del Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República.

 

La concentración de la tierra no es el único problema. Según una investigación del Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República, estos nuevos productores utilizan sistemas de agricultura continua, a diferencia de los tradicionales de rotación de agricultura y pasturas que preservan mejor el recurso natural. ¿Que riesgos implica eso? “Si el sistema es de monocultivo de soja, resulta en erosión y degradación del recurso suelo. Ahora, si el sistema es agricultura continua, con una buena secuencia de cultivos, hay investigaciones que demuestran que son posibles, pero no son fáciles de implementar”, dice Arbeletche. Son factores a tener en cuenta, más cuando se espera otra nueva ola de compras argentinas. Los vecinos están golpeando la puerta, una vez más.

 

 El País

14 de abril de 2008

 

 

 

 

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