Uruguay

Con Luis Carlos López, sindicalista y asalariado rural

La tierra para quien la trabaja

 

López es un “peludo” (cortador de caña) de Bella Unión, una localidad del norte uruguayo que supo ser un polo industrial. En representación de la legendaria Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA), López “bajó” este mes desde su ciudad hasta Montevideo para asistir a las jornadas sobre Biodiversidad y Soberanía Alimentaria organizadas por grupos ambientalistas.

 

 

El 3 de setiembre de 1961, a casi 700 quilómetros de Montevideo, en los cañaverales de Bella Unión, nace oficialmente UTAA. Pocos días después llega Raúl Sendic como “asesor jurídico” del sindicato. Por aquel entonces, quien poco después fundaría el movimiento guerrillero tupamaro era un joven procurador al que le faltaba rendir una materia para obtener el título de abogado universitario.

 

López es hijo de aquellos sindicalistas y se considera orgulloso heredero de la lucha de sus padres. Las acciones de UTAA, por aquel entonces, incluyeron tomas de los ingenios azucareros y marchas sobre Montevideo.

 

La continuidad de López y las nuevas generaciones de asalariados rurales en la militancia se explica porque las condiciones de explotación y miseria para ellos no cambiaron, y por la historia de UTAA. En los años 60, relata Rubén Prieto en un libro de hace algunos años*, “la solidaridad se daba en forma directa y alcanzaba a todos incluyendo a los familiares. La acción sindical abarcaba y comprometía toda la vida social de sus integrantes. Un sentimiento de hermandad y comunidad irá surgiendo entre todos. Y allí, en largas horas de espera alrededor de los fogones compartiendo la comida y las dificultades, se discute y se aprende de los más capaces y los más experimentados. Las dificultades se convierten en elementos de cohesión. Cercados por el Ejército, tendrán problemas para abastecerse de alimentos y eso quedará en la memoria colectiva como una oportunidad de reafirmación grupal”.

 

-Sendic provenía del Partido Socialista. ¿Fue en nombre de ese Partido que militó en UTAA?

 

-Sendic se metió entre los peludos y entró a los montes sin hablar de política partidaria. Vivió con nosotros. Cortó caña y comió nuestra comida de olla. Hablaba de los problemas nuestros.

 

-Han pasado 43 años desde la fundación de UTAA. ¿Cómo está hoy el sindicato?

 

-A los asalariados rurales –estemos en UTAA o no– siempre nos consideran uruguayos de segunda clase. Sin voz. Pero nosotros seguimos la huella de los viejos peludos y luchadores sociales. UTAA no es un sindicato que pelee sólo por reivindicaciones salariales. Sigue para que la tierra sea para quien la trabaja (una vieja consigna de décadas atrás), por la conservación del medio ambiente, por todos. A nosotros nadie nos regaló un espacio. Todo se ha conseguido con lucha y esfuerzo. Los rurales somos muy críticos respecto a la central obrera (el PIT-CNT).

 

-¿Cómo es la relación entre UTAA y el PIT-CNT?

 

-Tenemos voz pero no voto, porque no aportamos económicamente a la central. Somos 75 mil trabajadores en todo el Uruguay pero muy dispersos. Andamos de changuita en changuita, de acá para allá entonces se hace difícil cobrar los aportes a los compañeros. Al PIT-CNT lo comandan los gremios grandes, que aportan económicamente. Estamos intentando hacer funcionar una coordinadora pero nos faltan recursos. Nosotros decimos que hay que sacar de Montevideo las reuniones de los rurales, llevarlas al campo, a nuestra realidad. Acá en la capital estamos entre cuatro paredes. Acá hay que venir pero a pelear, como lo hicimos por el seguro de paro, que se consiguió aunque al final les sirvió a los estancieros y a los capitalistas.

 

-¿Por qué?

 

-Porque cuando empezó la epidemia de aftosa les sirvió para mandar a nuestros compañeros al seguro de paro. En Bella Unión, a los cañeros el seguro les paga 1.800 pesos (60 dólares) por mes y los patrones los hacen trabajar igual por un complemento.

 

No queremos irnos de nuestro lugar, de Bella Unión, y acá en Montevideo eso parece que no se entiende bien.

 

-Usted está asistiendo a una jornada contra los transgénicos.

 

-Transgénico para nosotros es una palabra nueva. Nos están metiendo mucha palabra nueva. Pero escuchamos lo que se dice acá porque aprendemos y compartimos la lucha contra los transgénicos y también contra los agrotóxicos que usan las multinacionales para su provecho y que están terminando con la producción del campo. Echan a los productores del campo. En Bella Unión ya murieron niños por culpa de los agrotóxicos. Los aviones que fumigan el arroz pasan encima de los pueblitos y chorrean veneno. Contra eso también es nuestra lucha.

 

-Hoy se recomienda recurrir a la producción orgánica.

 

-La transformación a la producción orgánica está bien, pero hay que discutirla, porque las transformaciones se hacen desde el pie o no se hacen. No es sólo que nos digan que hay que cambiar y se cambia. Esto se tiene que hablar entre los chicos, entre nosotros.

 

-¿Qué opina de eventos como éste?

 

-Para uno que es un "peludo" hay mucha cosa nueva, como por ejemplo alojarnos en un hotel. Si nos ven los viejos de antes calculo que nos criticarían. Dirían: “mire usted cómo se aburguesaron esos peludos”. Sabemos que acá la mayoría no son peludos, pero aprendemos de ellos y creo que también podemos enseñar algo. Hoy llamé a mi mujer por teléfono y le conté que estaba mirando televisión y se asombró, pero hay que estar en estos espacios aunque desde acá no se vea el campo y sus problemas. Acá es todo edificio, todo pared. Los aviones deberían llevar la gente para el Interior. Estas jornadas habría que haberlas hecho allá en Bella Unión.

 

-Eso es lo que hace el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil.

 

-Sí, y está bien. Nosotros tuvimos la oportunidad de ir a un asentamiento de ellos. Sí que están bien organizados. La gente tiene que pasar primero dos años en el campamento para después ir al asentamiento.

 

 

Carlos Caillabet

© Rel-UITA

19 de mayo de 2004

 

NOTA


* Por la tierra y la libertad, Nordan, Montevideo, 1986.

 

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