Luxemburgo - RIPESS

  Culminó el IV Encuentro de la Economía Social y Solidaria

Un camino ético hacia el desarrollo inclusivo

 

Con más de 600 delegados y delegadas de los cinco continentes, culminó el IV Encuentro de la Red Intercontinental para la Promoción de la Economía Social y Solidaria (RIPESS) “Globalización de la Solidaridad”. La Rel-UITA presentó allí dos experiencias latinoamericanas en el taller de “Acción sindical y economía social y solidaria”.

 

 

El Encuentro estuvo organizado en esta oportunidad por el Instituto Europeo para la Economía Social y Solidaria (INESS), y se celebró en la capital de Luxemburgo y dos ciudades adyacentes.

 

Durante tres días, doce talleres temáticos se reunieron para intercambiar experiencias, debatir las alternativas y poner en común las propuestas.

 

La representación latinoamericana y caribeña (RIPESS-LAC) fue numerosa y participativa, y paralelamente al Encuentro realizó dos reuniones continentales a las que asistieron más de 70 personas, y una charla con las delegaciones africanas en la que, una vez más, se constataron los amplios intereses comunes que comparten ambas regiones en este tema.

 

Qué es la economía social y solidaria

 

Esta designación amplia intenta definir una actividad económica asociativa que se encuentra desde hace algunos años en desarrollo explosivo. No es extraño, pues se trata de una respuesta al libre mercado impuesto por las políticas neoliberales aplicadas en todo el mundo, un perro rabioso por el lucro que en estos meses se muerde a sí mismo, llevando su lógica hasta el fin.

 

El sindicalismo y la economía social y solidaria nacieron juntos, creándose a menudo uno al otro desde las mutuales, las asociaciones y uniones obreras, las cooperativas y grupos de ayuda mutua, y en muchos casos ambos mundos continúan interactuando hasta hoy aunque pocas veces esa relación se haga visible.

 

Desde aquellos inicios, la economía social y solidaria ha perdurado como instrumento, reapropiado y muchas veces recreado por una gran cantidad y variedad de organizaciones y entidades sociales en todo el mundo. La antigua herramienta solidaria dio paso a múltiples formas de asociación para la producción, la comercialización, el ahorro y el consumo.

 

En la actualidad, y con nombres diversos, la economía social y solidaria representa un vasto movimiento de emprendimientos, instituciones de cooperación, fomento y asesoramiento, sindicatos y entidades públicas.

 

El gran punto en común de este universo es la crítica a la economía de libre mercado y la promoción de prácticas económicas que colocan al ser humano y sus necesidades en el centro de sus preocupaciones. En ese sentido, la lucha de los sindicatos por mejores condiciones de vida, de trabajo y de desarrollo personal para los trabajadores, trabajadoras y sus familias es una forma muy concreta de bregar por los principios de una economía solidaria. A ello se pueden agregan los diversos servicios que muchos de ellos ofrecen a sus afiliados y afiliadas de manera gratuita o sin fines de lucro, lo que constituyen una práctica real y cotidiana de economía solidaria.

 

Por otra parte, la mayoría de los emprendimientos de economía social y solidaria surge a partir de los excluidos y excluidas de la economía formal, tanto en las ciudades como en el ámbito rural. El desempleo, la emigración rural y el avance de la agricultura industrial son las principales generadoras de alternativas de supervivencia; cuando ellas son colectivas y organizadas se transforman en emprendimientos de economía social y solidaria.

 

En su libro “Frente a la vieja injusticia en el nuevo milenio. Bienestar para todos”,* Enildo Iglesias estableció algunos puntos esenciales en el marco teórico de las relaciones entre los sindicatos y otras organizaciones y agentes sociales. Poniendo el ejemplo de una fábrica que cierra licenciando a todo su personal, Enildo apuntó que en ese caso el sindicato bregará para obtener las mayores compensaciones económicas para los despedidos. Y allí terminará el vínculo entre los sindicatos y los cesados, aún cuando se trate de avezados cuadros gremiales. “Desde el punto de vista de la representación clasista y de los intereses de la organización, ¿es esto correcto? –se preguntó el autor–.

 

La conclusión es muy simple –continuó Enildo–: el movimiento sindical también debe representar a los excluidos y estos tener cabida en la organización sindical, con los respectivos derechos y obligaciones. Llevarlo a la práctica resulta mucho más difícil, en primer lugar porque deberán cambiar (tanto en su funcionamiento como en su estructura) las propias organizaciones sindicales.

 

Nuestra propuesta –lanzaba entonces Enildo– es que el derecho al bienestar para todos debe constituirse en la bandera fundamental de lucha del movimiento sindical. Lo cual lleva implícito que las organizaciones sindicales deberán ampliar su base en lo que a actuación y representación se refiere, incluyendo en ellas tanto a los marginados del sistema como a los amenazados de serlo”.

 

La economía social y solidaria se nutre de una parte importante de esos “marginados del sistema o amenazados de serlo”. Tal es el caso de las empresas autogestionadas, de los emprendimientos de las mujeres rurales, de las comunidades campesinas, de las cooperativas de consumo, de las de ahorro y crédito, de las asociaciones de productores y procesadores artesanales de alimentos y un sinfín de variantes que juntas proponen que la economía esté al servicio de la política, y que ésta se ocupe de las necesidades humanas básicas, del desarrollo de todos y de todo el ser humano, de la sustitución de la lógica del lucro a toda costa por otra de la cooperación, la solidaridad, la inclusión y la ayuda mutua.

 

Los sindicatos en Luxemburgo

 

Por primera vez en el marco de los encuentros de RIPESS se abrió espacio para un taller específicamente enfocado hacia el movimiento sindical, designado como “La economía social y solidaria y la acción sindical”.

 

En él participaron representantes de la Confederación de Sindicatos Nacionales (CSN) de Québec, la Federación General de Trabajadores de Bélgica (FGTB), la Confederación Sindical Independiente de Luxemburgo (OGB-L), la Intersindical Alternativa de Cataluña (IAC), la Rel-UITA y público en general.

 

En este ámbito, la Rel-UITA presentó la experiencia de la Unión de Trabajadores del Turismo, la Hotelería y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA) relacionada con su Obra Social que provee un servicio integral de salud a sus afiliados, afiliadas y sus familias, sus Centros de Formación Profesional así como sus emprendimientos de turismo social, todo íntegramente gestionado por el sindicato.

 

También fueron presentadas las diversas experiencias del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Agropecuaria (SINTRAINAGRO), de Colombia, en materia de vivienda, salud, educación y promoción de cooperativas de productores y productoras familiares.

 

Entre las propuestas sintetizadas al cabo de los tres días de taller, los participantes acordaron que es necesario desarrollar una economía plural con una estrategia igualmente plural. Definieron algunos principios para una acción en economía social y solidaria:

 

  • orientar la economía hacia finalidades sociales respondiendo a necesidades sociales

 

  • interpelar al Estado en sus funciones de regulación y redistribución

 

  • democratizar las opciones en materia de desarrollo y de inversiones así como la gestión de las empresas

 

  • defender y desarrollar el empleo y combatir la exclusión

 

  • defender la misión de los servicios públicos

 

  • reforzar los lazos solidarios en las colectividades y promover la cohesión social

 

  • responsabilizar socialmente a las empresas

 

 

Los participantes señalaron además que para alcanzar una complementariedad efectiva, es imprescindible una clarificación de los roles en la economía solidaria, tanto de los propios sindicatos como de las estructuras públicas y de las ONG.

 

Asimismo, se reclamó una mayor participación del movimiento sindical en los debates de economía social y solidaria, tanto en los ámbitos nacionales como internacionales, siendo que ya existen estructuras, redes, a las cuales podría integrarse.

 

En la declaración final se expresa que “La economía social y solidaria es un creciente proceso colectivo de trabajo creativo. Constituye un camino ético de un desarrollo inclusivo que se traduce en verdaderas prácticas de cooperación, reciprocidad, democracia participativa, justicia económica y social, paz, pluralidad y diversidad cultural, creatividad, sustentabilidad y equidad (Norte-Sur, género, etnicidad, clase, edad)”.

 

Los participantes en el Encuentro se comprometieron a “Promover y fortalecer las redes y organizaciones de economía social y solidaria; facilitar la participación de los movimientos sociales y políticos en el movimiento de economía social y solidaria, y participar en la coproducción de políticas públicas para permitir que la economía social y solidaria pueda jugar un rol significativo contra los impactos de la crisis global y por la obtención de equidad para todos los ciudadanos y ciudadanas del mundo”.

 

En Luxemburgo, Carlos Amorín

Rel-UITA

7 de mayo de 2009

 

 

 

*Rel-UITA. Septiembre de 2000.

 

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