¿Por qué se afirma que el principal atentado
histórico contra la soberanía alimentaria ha sido el
monocultivo?
Esa es una de las muchas preguntas que pone al mundo
entero el nuevo video “Cosechas amargas”,
realizado y editado por los cineastas Félix
Zurita y Joaquín Zúniga y presentado al público
nicaragüense por la Fundación Luciérnaga.
En un país como Nicaragua, despojada por siglos de
sus recursos naturales y con una história marcada
por la producción para la exportación, que ha
enriquecido a las grandes transnacionales y a unos
pocos empresarios nacionales, el monocultivo ha sido
el principal responsable de los enormes daños
causados al medio ambiente y al ser humano y de la
situación de pobreza extrema en que vive la inmensa
mayoría de los nicaraguenses.
SIREL
ha presenciado a la actividad de la presentación de
“Cosechas amargas”, donde el economista y sociólogo
Orlando Nuñez, director del Centro para la
Investigación, la Promoción y el Desarrollo Rural y
Social (CIPRES), ha tocado los puntos más
neurálgicos de ese tema.
“Según las palabras de nuestro Ministro de Economía,
del Presidente de la República y de muchos
escritores occidentales, el desarrollo es inversión,
generación de empleo y generación de divisa, a
través de la producción para la exportación.
Nadie puede decir de estar en contra de estos
elementos y del desarrollo como término general,
pero esta concepción de desarrollo que nos quieren
imponer crea una gran contradicción. Esto es el
desarrollo verdaderamente existente, porque el
discurso que nos plantean es que para desatar al
bienestar hay que dejar todas la utilidades en mano
de los empresarios, nacionales y sobretodo
extranjeros, para que supuestamente puedan invertir
en ese desarrollo.
Hoy día se le está metiendo muchos apellidos al
desarrollo y se vuelve difícil desenmascarar lo que
está debajo de estos nombres. Se habla de
“desarrollo con rostro humano”, “desarrollo con
enfoque de genero”, “desarrollo de convivencia con
la naturaleza”, pero ¿cuál es el verdadero
resultado?
Que nos han convencido de que el desarrollo es algo
importante, algo imprescindible. Nos han impuesto el
concepto de que el desarrollo conlleva más
crecimiento y que eso es bueno para Nicaragua. Sin
embargo, lo que vemos es que a mayor crecimiento hay
mayores desastres, mayor pobreza y es lógico, porque
si nosotros exportamos café a un precio menor que su
costo, más café exportamos y más perdemos.
Lo que hay que entender es que el crecimiento y el
desarrollo en una sociedad capitalista sólo puede
tener estos resultados. Tenemos que empezar a
rebelarnos contra ese desarrollo y no va a ser
fácil, porque el aparato ideológico que utilizan es
poderoso.
“Desarrollo” sigue siendo una palabra sacrosanta,
que tiene demasiada legitimidad y hay que remarcar
que a mayor crecimiento hay mayor pobreza y riqueza
también, pero no para los pobres, porque la pobreza
nunca se mide en la casa de los ricos, sino en la
sociedad en su conjunto”.
Según Peter Rosset, experto en agroecología y
miembro de la Red de Investigación-Acción sobre la
Tierra, entrevistado por Ernest Cañada de la
Agencia Catalana de Cooperación Desenvolupament (ACCD),
“el principal atentado histórico contra la soberanía
alimentaria ha sido el monocultivo. Un modelo basado
en enormes extensiones dedicadas a un sólo cultivo,
orientado hacia la exportación. Históricamente los
países del Sur, sus pueblos, han perdido su
capacidad de alimentarse, porque las mejores tierras
se destinan cada vez más a la exportación. El
crecimiento de un producto de exportación en un
determinado territorio desplaza al sector campesino,
provocando una situación de crisis social. Este
sector es absorbido, por un lado, por la frontera
agrícola y, por el otro, por la generación de empleo
en el siguiente monocultivo. Llega un cultivo cuando
el precio está alto, desplaza a parte de la gente de
la zona, pero luego, debido a la sobreproducción a
nivel internacional, se desploman los precios y los
trabajadores quedan sin empleo. A la vez, la tierra
se vuelve más barata debido a la caída de los
precios. De este modo se crean las condiciones para
invertir en el siguiente “boom”: mano de obra barata
y tierra accesible.
Nicaragua es un ejemplo de ese modelo, donde miles
de personas fueron progresivamente excluidas de sus
territorios para implementar los cultivos de café,
algodón, banano, caña de azúcar, cacao, ganadería y
más recientemente, ajonjolí y sorgo.
Se convirtieron en jornaleros agrícolas, mal
pagados, con trabajo únicamente dos o tres meses al
año o se marcharon hacia la frontera agrícola,
tumbando bosques y sembrando maíz y frijol, hasta la
incorporación de esos terrenos en el siguiente
cultivo de agroexportación”.
Nicaragua, como la mayoría de los países del Sur del
mundo, vive del monocultivo, en el cual no sólo
están involucrados los grandes empresarios, sino la
mayoría de los pequeños productores, de los
campesinos en general, a los cuales se les ha
inculcado la idea de que eso es bueno para ellos.
“No se crea que el monocultivo en Nicaragua –
continuó Orlando Nuñez en su exposición –
queda en mano sólo de los grandes empresarios,
porque los campesinos también están involucrados y
de forma masiva, porque el grande empresario cuando
vende debajo de su costo ya no sigue produciendo. Es
por eso que el 75 por ciento del café lo producen
los campesinos y ellos son la solución para quiénes
se benefician de ese negocio, es decir las grandes
empresas transnacionales que importan ese producto.
Ustedes dicen que cayeron los precios del café y que
por eso quebraron los empresarios, pero cayeron los
precios que exportamos nosotros, mientras que el
precio del café a nivel mundial sigue subiendo y el
negocio del café es más rentable que nunca.
Un quintal de café origina 4 mil dólares de ganancia
neta en Europa o Estados Unidos y no importa si el
campesino tiene que vender ese café hasta por 30
dólares el quintal.
¿Cuál es la meta, el objetivo de los importadores
occidentales? Que los campesinos se metan al
monocultivo. Les dicen que tienen que convertirse en
empresarios, porque los grandes empresarios ya no
están produciendo porque no es rentable y eso porque
los consideran como sujetos que no trabajan por
rentabilidad, como unos obreros sin salario, como
empresarios sin ganancia.
Los convencen a abandonar la producción de alimentos
y a involucrarse en la producción para la
exportación y es lo que están haciendo nuestros
campesinos.
Miramos como se involucran muchos organismos
internacionales que prestan dineros y otros, cuyo
negocio es el micro crédito y lo hacen con buena
intención, pero no prestan para alimentos, sino sólo
para productos comerciales como ajonjolí, sorgo,
café, porque lo que necesitan afuera de Nicaragua
son productos de exportación y esto está ocurriendo
en un país que no ha aliviado su bienestar”.
Según Peter Rosset “la soberanía alimentaria
es el derecho de todos los pueblos a poder definir
su propio sistema de producción, distribución y
consumo de alimento. Es el derecho de los pueblos
rurales a tener acceso a la tierra, a poder producir
para sus propios mercados locales y nacionales, a no
ser excluidos de esos mercados por la importación
hecha por las empresas transnacionales. Es también
el derecho de los consumidores a tener acceso a
alimentos sanos, accesibles, culturalmente
apropiados con la gastronomía, la historia culinaria
de su país y producidos localmente. Si un país no es
capaz de alimentar a su propia gente, si depende del
mercado mundial para la próxima comida, estamos ante
una situación profundamente vulnerable.
Vulnerabilidad frente a la buena voluntad de las
superpotencias o las fluctuaciones del mercado. Por
eso hablamos de soberanía”.
Nicaragua está viviendo una situación dramática y
como dice Eduardo Galeano “los países pobres son
pobres porque son ricos”.
“Nicaragua – siguió Orlando Nuñez – tiene 500
años de vivir esta situación, es su historia y la de
todos los países coloniales y post-coloniales y es
el futuro que tienen preparado para estos paises,
pero con la diferencia que antes se les permitía
producir alimentos, mientras que ahora no se les
permite porque producir alimentos se ha convertido
en algo subversivo, atenta contra ese concepto de
“desarrollo”.
Dicen que está bien que la gente coma, pero ¿Qué
pasa con el desarrollo?
Porque según nuestros gobernantes, los grandes
empresarios y las grandes empresas transnacionales,
que la gente pueda comer no es desarrollo. El
desarrollo es crecimiento de las empresas,
generación de empleo barato y producción de bienes
para la exportación, que finalmente se trasladan
hacia el exterior.
Este desarrollo es un fracaso para la vida y para la
naturaleza, mientras que es un éxito para los
empresarios y para las metrópolis y su mayor éxito
es que nos tienen convencidos de eso.
Hablar de negocios es hablar de desarrollo y ese
concepto se vuelve siempre más intensivo y nunca es
suficiente.
Ahora en Nicaragua los grandes empresarios
nacionales e internacionales están negociando la Ley
de Bonos de Inversión Turística, con la cual el
Fisco, es decir con nuestros impuestos, va a pagar
el 70 por ciento de sus inversiones turísticas. Es
un descaro total y es impresionante la capacidad que
tiene el discurso neoliberal para apuntalar sus
objetivos.
Actualmente, Nicaragua está gastando 70 millones de
dólares para importar cada año granos básicos y 350
en otros alimentos. Con lo que gastamos en lo
derivados del petróleo se nos va toda la divisa que
recaudamos con las exportaciones y esto es un
fracaso nacional”.
El monocultivo y ese tipo de “desarrollo” tiene
también consecuencias muy negativas que afectan
directamente la salud de las personas y el medio
ambiente.
Centenares de miles de personas quedaron afectadas
por el uso de pesticidas que se hizo en la
producción de algodón, banano y azúcar y otros
monocultivos.
Desde hace muchos años los ex trabajadores y
trabajadoras del banano y del azúcar, afectados por
el pesticida Nemagón y por la Insuficiencia Renal
Crónica (IRC), han emprendido una lucha para que las
transnacionales norteamericanas y los empresarios
nicaragüenses se responsabilicen por los daños
ocasionados y por los miles de muertos que claman
justicia.
Toda la zona de Occidente de Nicaragua,
originariamente muy fértil, quedó destruida y con
altos niveles de contaminación después de la
implementación de ese modelo.
La gente, pobre y sin recursos, miró en ese tipo di
cultivo la ocasión para poder sobrevivir y se metió
masivamente en ese trabajo sin que nadie les
informara sobre los riesgos de contaminación.
“¿Cuál es el problema hoy? – concluyó Orlando
Nuñez –. Que es difícil decir públicamente que
estamos en contra de generar ese empleo. Cuando
vamos a la Zona Franca (maquila) y sabemos
que explotan a las trabajadoras, que violan sus
derechos humanos, laborales y sindicales, tampoco
podemos decirles que dejen de trabajar aquí o en las
bananeras o en el Ingenio San Antonio (uno de lo más
grandes Ingenios de Centroamérica que, según los ex
trabajadores afectados por IRC, es responsable de la
muerte de más de dos mil personas, de la
contaminación de las aguas de Occidente y del
desplazamiento de miles de personas para poder
ampliar el cultivo de caña).
Son explotados, hay una alta contaminación
comprobada, pero chocamos contra una gran
contradicción, porque es el único trabajo disponible
y es el único trabajo que impulsa el Gobierno.
Nosotros no estamos en contra del café, del azúcar
o del banano, sino de un modelo de desarrollo que no
tiene otra opción que esta. Hay que terminar con
este modelo, no hay otra solución. El campesino, el
obrero, tienen que ser los sujetos del desarrollo y
del bienestar, los únicos sujetos con la capacidad
de producir de manera diversificada.
Además, el campesino ya es el único que está
produciendo los alimentos fundamentales en
Nicaragua. Ese es su delito y se le considera un
verdadero delincuente, porque es él que se está
oponiendo al Tratado de Libre Comercio entre
Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos
(Cafta), es él que se está oponiendo a la
prohibición del Imperio de producir alimento. El
Imperio tiene un discurso muy claro y desafiante:
¿Cómo se le ocurre hacer eso? Si nosotros tenemos
maíz de sobra y tenemos que venderlo, si tenemos
leche en polvo, arroz. ¿Cómo se le ocurre producir
alimentos?
Pero el campesinado es un sujeto marginado y el
Gobierno no quiere escuchar.
No quiere escuchar y profundizar otro fenómeno que
es la solidaridad con los pobres.
Ahora los pobres son los sujetos más famosos de lo
Organismos internacionales, de los Organismos no
gubernamentales.
Nunca se hicieron tantos estudios como se hacen
ahora sobre los pobres.
Se hacen estudios sobre cuantos se mueren de IRC, de
Nemagón, de paludismo.
Son verdaderos estudios donde se les toman fotos y
se preguntan si mueren primero las mujeres o los
niños, si mueren más los del Nemagón o de la IRC y
se olvidan de una cosa muy importante y es que en
Nicaragua los pobres son los que más generan la
riqueza, el alimento, el empleo y la divisa.
¿Quién produce los alimentos? Son los campesinos y
cuando se habla de los pobres, la receta es la de
darles un vaso de leche. Como es pobre, es un
indigente, para que por lo menos sobreviva hay que
darle un vaso de leche y una galleta o una libra de
arroz.
No los toman en cuenta por lo que verdaderamente son
o sea potenciales productores de leche, de carne, de
huevos, de granos básicos y esta no es una salida,
no es una estrategia.
Hay que pasar del ayudar a los pobres a una
estrategia económica.
La ciencia social de hoy ha heredado la experiencia
de la Iglesia católica, que es la que más ha
trabajado con los pobres. Ahora se consideran a los
pobres de esa manera, como gente que hay que ayudar
con algo, pero escondiendo que pueden ser y son
productores, que son los que generan la riqueza, la
misma riqueza que les fue saqueada.
Hay que discutir esas cosas con franqueza, sino no
vamos a poder salir de ese enredo.
Tenemos que apuntar a la producción campesina, a la
producción de alimentos y a la diversificación y
esto a pesar de que, hoy día, todo apunta a evitar
eso.
No existe crédito, no existen facilitaciones, no
existe subsidio. En todo el mundo occidental se
hace, pero aquí en Nicaragua está prohibido.
Lo que impulsa el capital neoliberal es un modelo
que jamás va a generar bienestar en la sociedad.
¡Jamás! Porque todos los productos de exportación
tienen su mercado afuera y ningún país va a tener
bienestar sin tener un mercado interno.
Si yo produzco sólo para exportar, a mí no me
interesa el bienestar de Ustedes, porque Ustedes no
son lo que me compran a mí. Ustedes no me compran el
algodón, no me compran el banano, el café, el
pantalón que se produce en la Zona Franca y por lo
tanto, no me importa si Ustedes tienen o no tienen
capacidad de compra, no me importa de sus salarios,
si son trabajadores estacionales o no. De esa
manera, jamás el desarrollo se va a encontrar con el
bienestar.
Va a ser difícil, pero se puede hacer y ya hay quien
lo está haciendo.
En ese video, “Cosechas amargas” se habla de los
desastres y habría que hacer otro sobre la
resistencia, porque hay resistencia.
Los ejemplos que tenemos de los trabajadores del
azúcar, del banano, afectados por los pesticidas son
voces de esperanza, porque hay resistencia.
Esta es una batalla. Hay carnicería pero no han
ganado. Hay una batalla y la gente está resistiendo,
está produciendo y en Nicaragua todavía podemos
comer barato porque hay
esta gente que está
produciendo
alimentos”.
En Managua, Giorgio
Trucchi
© Rel-UITA
7
de setiembre de 2006 |
|
|
|