Uruguay
El proyecto sucroalcoholero y la ocupación de
tierras
“Que los más infelices sean
los más privilegiados” |
El pasado domingo 15 un grupo de trabajadores rurales e
industriales de Bella Unión ocupó un predio de 34 hectáreas
propiedad del Instituto Nacional de Colonización y
actualmente cedido en arrendamiento a un particular. Los
ocupantes son mayoritariamente integrantes de dos sindicatos
locales: la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA),
fundada por el legendario guerrillero Raúl Sendic en la
década de los 60, y del
Sindicato de Obreros de
CALNU (SOCA),
el ingenio local envuelto en una grave crisis financiera y
económica. La acción se desencadenó en reclamo de "tierra
para trabajar".
Bella Unión es uno de las zonas del país donde han impactado
con mayor fuerza la política neoliberal y el modelo
productivo agrícola. La situación social y económica es allí
realmente muy grave. Su principal actividad socioeconómica
era la caña de azúcar, que viene declinando desde hace
varios años hasta la actualidad cuando está en el umbral de
la desaparición total.
Los sindicatos locales de trabajadores rurales e
industriales han hecho un gran esfuerzo durante este período
para defender y mantener la caña de azúcar en Bella Unión,
sabiendo que es un cultivo estratégico desde los puntos de
vista de la soberanía alimentaria y la soberanía energética.
Junto al compromiso que asumió el actual gobierno en
relación con la producción de la caña de azúcar, han
confluido diversos esfuerzos –entre los cuales hay que
destacar el rol esencial que ha tenido la UITA– para el
desarrollo de la obtención de alcohol carburante junto a la
fabricación de azúcar.
Este proyecto, que debe contar con una amplia y activa
participación de todos los actores –productores,
trabajadores, sociedad en general, entidades
gubernamentales–, y sabiendo que se tratará de una actividad
fundamental para el país, abre un camino, un proceso hacia
otro modelo de producción que impacte con efectos positivos.
Hablamos de efectos económicos, pero también sociales y
ambientales.
Los trabajadores quieren y deben ser sujetos esenciales de
este proceso, y esto provoca que ciertas necesidades
aparezcan expuestas con mayor fuerza o urgencia. Por
ejemplo, necesidad de tierra para trabajar, preocupación por
las condiciones laborales, los salarios, demandas históricas
como vivienda y salud, porque la situación social y
económica de una gran parte de la población local es
desesperante.
Las expectativas que despierta esta propuesta se manifiestan
de diversas maneras. Aunque esta ocupación provoca que el
tema de la tierra salte a la opinión pública como impulsado
por un resorte, en realidad se venía analizando,
reflexionando, planificando con los distintos sectores
locales, incluyendo a las organizaciones más importantes que
participaron en esta acción como la Unión de Trabajadores
Azucareros de Artigas (UTAA) y el Sindicato de Obreros de
CALNU (SOCA). Fue una acción política muy significativa y
válida, pero se debe reconocer que se está trabajando desde
hace tiempo en ir generando puntos de referencia para
establecer una política nacional de tierras.
En ese marco, y entre otros avances concretos, el gobierno
nacional cederá tierras en beneficio de familias
seleccionadas por los sindicatos y las organizaciones
sociales de Bella Unión. Por supuesto, todos desearíamos que
este tránsito fuese más rápido, y es claro que estas
organizaciones de Bella Unión, que tanto han luchado y
sacrificado por la caña, son comprensiblemente las más
sensibles para exigir una aceleración de la marcha.
Este proceso está siendo impulsado y sostenido por
organizaciones sociales y sindicatos de la región, y desde
hace años cuenta con el apoyo de la UITA, con el objetivo de
culminar un cambio que si resulta exitoso puede servir de
modelo para todo el Uruguay. Ese es el gran desafío, lo que
implica tener en cuenta indicadores que casi siempre son
omitidos como los aspectos sociales y ambientales junto a
los económicos.
El martes 24 se firmará un acuerdo entre el gobierno,
Alcoholes del Uruguay (ALUR) –empresa integrada por el grupo
estatal autónomo ANCAP y la Corporación Nacional para el
Desarrollo– y CALNU, que será el puntapié inicial al
proyecto sucroalcoholero en Bella Unión. En este marco, y
como uno de los elementos positivos de este diseño
económico, social y ambiental, se crea una Comisión Asesora
del emprendimiento con participación activa y directa de los
trabajadores y de los productores, del Ministerio de
Ganadería, del Ministerio de Industrias y de ALUR. Se puede
tener la seguridad que este es “el color y el sabor” de este
proyecto, nacido e impulsado desde toda la sociedad de Bella
Unión y destinado a todos los sectores que la componen,
especial y primordialmente, para atender a quienes más
padecen las consecuencias de la política neoliberal que
arrasó la región en los últimos años.
© Rel-UITA
20 de enero de 2006
Fotografía de
Carlos Caillabet.