Con
José Santos Cruz
“La violencia no detendrá
nuestra lucha”
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Hace un mes, el
15 de noviembre, Teodoro Acosta, Ignacio Reyes, Raúl Castillo, Ciríaco Muñoz y
José Luis Sauceda Pastrana, todos miembros del Movimiento Campesino del Aguán (MCA),
fueron brutalmente asesinados por grupos paramilitares a sueldo del
terrateniente y productor palmero Miguel Facussé Barjum.
Una masacre que tiñó nuevamente de sangre el Bajo Aguán, enlutando a las
familias campesinas que luchan para reapropiarse de las tierras que les fueron
usurpadas por terratenientes ávidos de dinero y poder.
“Después de haber pasado más de tres meses negociando sin mayores resultados
para recuperar 570 hectáreas de tierra que nos pertenecen, decidimos ir al lugar
para hablar con el ingeniero y enseñarle los documentos que teníamos -recuerda
José Santos Cruz,
directivo del MCA-.
Cuando
llegamos, la sorpresa fue que los guardias de seguridad comenzaron a disparar
sin mediar palabras. Comenzamos a correr entre las palmeras, mientras llegaban
más y más guardias que nos persiguieron hasta dentro de nuestra propiedad.
El
tiroteo fue impresionante. Eran ráfagas y ráfagas. Los compañeros comenzaron a
caer y fueron rematados a sangre fría. Creían que como no tenían armas no les
iban a hacer nada y se rindieron. Fue una masacre sin sentido”, aseveró
Santos
Cruz.
“Quieren que
reaccionemos con violencia para justificar la represión, pero no lo
van a lograr. Vamos a seguir luchando con las armas de la unidad y
la resistencia, exigiendo lo que nos pertenece y pidiendo al mundo
que nos apoye” |
La
mayoría de los caídos eran fundadores del
MCA.
“Compañeros que trabajaban con el corazón, con ideales, sin armas. Ahora quedan
las viudas y los huérfanos. Los vemos llorar, pidiendo por sus padres, y la
comunidad está ayudando con lo que pueda.
La
situación es difícil y hay un sentimiento de impotencia ante tanta violencia y
militarización. Quieren que reaccionemos con violencia para justificar la
represión. Pero no lo van a lograr.
Nosotros vamos a seguir luchando con las armas de la unidad y la resistencia,
exigiendo lo que nos pertenece y pidiendo al mundo que nos apoye”, concluyó el
directivo del MCA.
El último saludo
Entre
los testigos de este acto de violencia está un joven que prefirió mantener el
anonimato. “Desde que ocurrió la masacre prefiero mantenerme en la casa y no
salir. Siento que mi vida está en peligro y tengo miedo por lo que me pueda
pasar -explica visiblemente preocupado a
Sirel-.
Llegamos a la finca ‘El Tumbador’ de manera pacífica, desarmados, y cuando los
guardias comenzaron a disparar y a llamar refuerzos, empezamos a correr.
Dos de
los compañeros que estaban a mi lado fueron heridos: uno en la cara y el otro en
la pierna. Conmigo estaba
Ciríaco Muñoz,
y los
cargamos hasta la calle pavimentada donde nos estaba esperando un carro.
Ayudamos a montar a los heridos al vehículo, mientras la zona se llenaba de
guardias. Me despedí de
Ciríaco
para llevar los heridos al hospital. Esa fue la última vez que lo ví. Horas más
tarde me dijeron que lo habían asesinado”, recordó el muchacho.
Continuando con sus dolorosos recuerdos, el joven explicó que los grupos
paramilitares de Miguel
Facussé
no
tuvieron ninguna piedad para los heridos.
“A
Ignacio Reyes
lo encontraron muerto de un tiro en la cabeza, mientras que mi hermano me contó
que vio cuando hirieron a
Teodoro Acosta.
Teodoro
no
podía correr
porque
tenía problemas en un pie. Estaban juntos cuando los guardias los emboscaron. Mi
hermano logró esconderse, mientras que a
Teodoro
lo agarraron y lo mataron”, explicó a
Sirel.
José Luis Sauceda
también
fue asesinado a sangre fría. El joven que tuvo el valor de contarnos estos
hechos recuerda que un amigo estaba muy cerca de
José Luis
cuando fue herido.
Logró
esconderse bajo un cúmulo de hojas y escuchó cuando llegaron los guardias. “Se
reían y le decían que se despidiera y que dijera las últimas palabras. Enseguida
resonó el disparo. Cuando lo encontraron tenía la cara desfigurada por las
balas.
Fue muy
triste lo que vivimos. Han caído compañeros para defender nuestras tierras. Han
caído sin la posibilidad de defenderse, y toda esta situación va a generar más
violencia. Si me llegara a pasar lo mismo, espero ...”.
El
joven no pudo continuar y rompió en un llanto de tristeza y rabia.
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En Guadalupe Carney, Trujillo,
Giorgio Trucchi
Rel-UITA
15
de diciembre de
2010 |
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Fotos:
Giorgio Trucchi
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