Con Lizzie
Díaz del WRM
“Me impresionó
la fuerza
y la
convicción de la gente
del Bajo Aguán”
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El Encuentro Internacional de derechos humanos en solidaridad
con Honduras fue también ocasión para hablar de la incansable lucha por la
tierra en el Bajo Aguán, y los graves impactos que genera un modelo de
producción agrícola basado en el monocultivo a gran escala. Lizzie Díaz,
Secretaría Internacional del Movimiento Mundial Bosques
Tropicales (WRM,
por sus siglas en inglés) estuvo en el evento y compartió sus impresiones con
Sirel.
-¿Cuál es tu
evaluación después de una semana transcurrida en el Bajo Aguán?
-Durante el Encuentro
Internacional de Derechos Humanos y en las visitas a los asentamientos
campesinos me impresionó la fuerza de las personas.
Percibí una convicción y una
capacidad increíble de resistencia que los lleva a seguir en esta lucha, en
defensa de sus derechos a tener acceso a la tierra y a la soberanía alimentaria.
Todo esto engloba el tema de la defensa de los derechos humanos.
-¿Cuál es la situación que
encontraste con respecto a los derechos humanos?
-Hay una presión constante contra
las familias campesinas por parte de los militares, policías y guardias privados
de los terratenientes y productores palmeros de la zona. Esto crea un ambiente
de inseguridad insoportable, porque la gente sabe que en cualquier momento
pueden entrar a las comunidades para reprimir y matar como lo han hecho en
varias oportunidades.
-¿Esperabas encontrar una
situación tan difícil?
-Para quienes vivimos fuera de
Honduras es difícil imaginar como en un país se puedan estar dando estas
situaciones. Tampoco podemos explicarnos cómo un gobierno no sólo no esté
apostando al campesinado y a su capacidad para sobresalir, sino que no hace nada
para romper los vínculos nefastos y enfermizos que tiene con los terratenientes.
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En el Bajo Aguán se
impone el monocultivo de Palma Africana que está en manos de unos
pocos terratenientes, quienes son señalados por ser los principales
responsables de la violación a los derechos humanos en la zona.
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-Cómo evalúas el Encuentro que se
realizó en Tocoa?
-Fue un éxito, tanto por la
participación nacional e internacional, como por las actividades que se
desarrollaron, y los resultados justifican los esfuerzos que hicimos para llegar
hasta el Bajo Aguán.
Compartimos las jornadas con las
familias campesinas y pudimos escuchar sus testimonios desgarradores. Nos
pidieron que diéramos a conocer esta situación al exterior, para que el mundo
sepa las condiciones en que están viviendo y las presiones que les toca
soportar. Es una obligación que tenemos todas las personas que estuvimos acá.
-Durante tu intervención
retomaste el tema del modelo de producción agrícola basado en el monocultivo.
-Es un modelo de producción
financiado por la banca internacional, promovido por los gobiernos nacionales,
que beneficia solamente a grandes grupos económicos locales o internacionales y
que genera graves impactos sociales y ambientales.
En el Bajo Aguán se impone el
monocultivo de Palma Africana que está en manos de unos pocos terratenientes,
quienes son señalados por ser los principales responsables de la violación a los
derechos humanos en la zona.
Aquí no estamos cuestionando la
palma en sí, sino el modelo en el cual se implementa. Las poblaciones son
víctimas de un sistema que las agrede y las empobrece, que acapara sus
territorios, que compite con las comunidades, que violenta sus derechos humanos
en su sentido más amplio.
Es por eso que en mi
intervención, repudiamos y condenamos los asesinatos cometidos y la
criminalización de la protesta y la lucha por la tierra, así como exigimos al
gobierno que de inmediato detenga todo tipo de violencia física y psicológica
ejercida contra los pobladores.
WRM
va a dar la mayor visibilidad posible a esta situación a través de sus redes a
nivel mundial, y junto a la Rel-UITA, Alba Sud y FIAN
Internacional, promoverá la realización de un vídeo sobre la situación del
Bajo Aguán que será difundido a nivel internacional.
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