Valverde, secretario
de Educación de SINTRAINAGRO, es uno de los asesores del Sindicato en la
negociación colectiva del sector palmero en el Departamento del Cesar.
-¿En qué situación se
encuentra actualmente el sector palmero?
-Es complicada, y el
panorama futuro es oscuro ya que en el sector palmero del Departamento de Cesar
se está tratando de imponer las Cooperativas de Trabajo Asociado (CTA).
Los trabajadores están al
tanto de las desventajas de este sistema y su preocupación no es menor.
A esto tenemos que agregar
que el sector palmero es uno de los ámbitos donde el trabajo es más precario en
Colombia, con salarios que no alcanzan siquiera el mínimo nacional legal.
-¿Y qué medidas se están
tomando?
-El 22 de marzo de 2011
presentamos ante la Subdirectiva el Pliego que habíamos elaborado, y el 7 de
abril comenzamos las negociaciones que hasta ahora están muy complicadas. Se han
mantenido entrevistas con el vicepresidente de la República, Angelino Garzón,
y con el Viceministro de la Protección Social; veremos qué resultados arrojan.
Desde los empresarios se
quiere culpar a SINTRAINAGRO, con el rumor que es una organización
radical. Toda una falacia, venimos de negociar en Urabá un convenio colectivo
para 18 mil trabajadores sin una sola medida de presión sindical. El conflicto
no es el propósito del Sindicato, lo que buscamos son soluciones para los
trabajadores.
-Se suele decir que donde
hay palma hay miseria…
-Lamentablemente esa es la
triste realidad. El cultivo de palma no crea empleo, y lo poco que genera no es
de calidad.
Los datos hablan de un
obrero por cada diez hectáreas de cultivo de Palma. Para comparar, el sector
ganadero emplea 3,5 obreros por cada hectárea.
Por otra parte, los salarios
no alcanzan el mínimo nacional legal. A esto hay que agregarle que este es un
sector en el cual la contratación de los obreros está tercerizada, y de esta
manera se elude la responsabilidad de que los trabajadores cuenten con seguridad
social.
Todo esto es sorprendente ya
que, según registros actuales, una tercera parte de los ingresos internos brutos
de Colombia proviene del cultivo de palma. No se entiende entonces cómo
se puede tener tan descuidado a la gente que trabaja allí.
No se entiende cómo el
sector no cuenta siquiera con la infraestructura adecuada. En el Departamento de
Santander, por ejemplo, las plagas han acabado con casi el 70 por ciento de la
producción, por no contar con el asesoramiento apropiado.
-¿Cómo se llega a esta
situación de salarios por debajo de lo legalmente permitido?
-Es por efecto de la
tercerización. Quien contrata al obrero y lo pone a disposición de la empresa se
queda con hasta el 70 por ciento de lo generado por el trabajador.
-¿Es verdad que la Palma
Africana no es negocio para los pequeños productores?
-Es cierto. Un pequeño
productor palmero debe contar por lo menos con diez hectáreas para que su
producción sea rentable.
Pero además, es
indispensable contar con una planta extractora de aceite para llevar adelante
este negocio, y no todos los productores pueden afrontar este gasto de
inversión.
De esta manera, los pequeños
agricultores venden su producto a los grandes cultivadores, que sí cuentan con
esas plantas y fijan el precio a pagar, que generalmente ronda el 17 por ciento
del valor real. De esta manera los pequeños productores apenas pueden subsistir.
Pero tampoco tienen otra
alternativa. Es un círculo reproductor de pobreza y miseria. Y ese modelo es el
que no podemos permitir que se implemente en Cesar.
-¿Y el papel del gobierno?
-Es nulo. Y el tema es
delicado. El gobierno debe intervenir. Tiene la obligación porque todos los
trabajadores tienen derecho a tener un sueldo digno que les permita subsistir.
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