Perú
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Obreros pobres,
paperos
pobres |
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Una de las
razones fundamentales por las que el precio de la papa
en Andahuaylas, en Ayacucho y en el resto del país
está por los suelos, es que los obreros peruanos se
encuentran empobrecidos. |
Un obrero limeño gana, en promedio, 970 soles mensuales, lo
que no alcanza para sacar de la pobreza a una familia de
cinco personas. En los últimos 10 años, los salarios
prácticamente no han aumentado en términos reales; se han
quedado en el deprimido nivel que los dejó la hiperinflación
y el fuji-shock. El crecimiento definitivamente no ha
"chorreado" a los trabajadores. La capacidad adquisitiva -la
posibilidad de comprar- de los obreros y empleados peruanos,
es mínima y no aumenta.
Pero, ¿qué tiene que ver esto con los paperos de
Andahuaylas? Pues que los que compran papas son sobre todo
los millones de familias que viven estirando cada mes su
salario para sobrevivir, incluyendo el pago de las cuentas
de agua y luz, la compra de medicinas que el hospital
público no le da gratis y los útiles y uniformes para mandar
a sus hijos al colegio. Como esas familias trabajadoras no
tienen más ingresos y sí más presión por realizar otros
gastos, no pueden comprar más alimentos. También están, es
cierto, los ambulantes e informales. Pero ¿de dónde sale el
dinero de esos ambulantes? Pues de lo que los trabajadores
les compran. Si los trabajadores no tienen más salario, los
ambulantes tampoco venden más y no pueden comprar más
alimentos. Debido a ello, el déficit calórico (una medida de
subalimentación) de las familias urbanas aumentó de 26% a
29% en el 2004.
Ante la falta de compradores, el precio tiene que bajar. La
falta de capacidad de compra y de demanda de los
trabajadores urbanos deprime el precio de la papa y demás
alimentos nacionales. Además, en la última década los
campesinos han sido exitosos en aumentar la productividad de
sus chacras, con el paradójico efecto de deprimir aún más
los precios, porque generan una mayor producción que no
tienen dónde colocar. Así, la pobreza urbana se trasmite al
campo y frena su desarrollo.
La falta de demanda urbana, por cierto, no es la única razón
por la que los paperos están arruinados. Los enormes
subsidios que las grandes potencias económicas mundiales
otorgan a su agricultura, abaratan los alimentos importados
y generan otro efecto que deprime los precios de los
productores agrarios. Un TLC mal negociado -como denunció
esta semana Conveagro- empeoraría esta situación. Otra razón
es la falta de carreteras hacia la sierra y los problemas en
la comercialización, que hacen que la diferencia entre el
precio que se paga en Lima y el precio que recibe el
campesino sea grande. Pero la falta de demanda por parte de
los trabajadores urbanos es un elemento fundamental.
El destino económico de los productores de tubérculos,
verduras y demás productos agrarios que no se exportan,
depende de la demanda de las mayorías trabajadoras. Si los
ingresos de esos trabajadores están deprimidos, el precio de
la papa también lo estará.
La alternativa sostenible a los problemas de los campesinos
paperos empobrecidos, no son las compras estatales. Esa es
una solución de emergencia. La verdadera solución radica en
mejorar los salarios urbanos, reestableciendo condiciones de
justicia en las relaciones laborales hoy caracterizadas por
una completa dominación patronal.
Pedro Francke
La República. Perú
18 de abril
de 2005
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