El súper está surtido de yogures, queso, carne, galletas y
zumo enriquecidos con soja. Pero Javiera Rulli, bióloga
y ecologista, suscribe una idea chocante: "La soja
mata". Sostiene que no sólo perjudica a la salud, sino
que desertiza el campo y corrompe a las autoridades en
Latinoamérica. Veterinaris sense Fronteres la ha
invitado a participar en el Tribunal Popular de la Soja,
que se celebrará mañana en la Facultat de Ciències de
l'Educació de la Universitat Autònoma de Barcelona.
-¿Tan mala es la soja?
-Se la ha mitificado como un producto medicinal. Se suele
apelar a la cultura china, cuando en China jamás se
ingirió tanta soja junta. Además, ellos comen tofu y
miso, que es la soja fermentada. Y, encima, nunca es
transgénica.
-Algún beneficio tendrá, ¿no?
-La soja tiene un alto contenido proteico y fitohormonas. Es
aconsejable cuando se atraviesa la menopausia, porque
las fitohormonas son parecidas a las hormonas femeninas.
Pero no hay que dársela a los niños menores de 5 años ni
a las embarazadas. Además, la soja tiene un inhibidor de
calcio, zinc y hierro, importantes para el crecimiento.
-Pues andamos ensojados.
-¡Ingerimos soja en todas partes! En el filete del almuerzo
–la ternera come forraje con soja transgénica–, en el
yogur de la merienda, en el café con leche... ¡No
sabemos qué nivel de hormonas femeninas consumimos!
-¿Eso significa que los pechos...?
-En Argentina, donde el 45% de la agricultura está dedicada
sólo a la soja, se distribuye en los comedores
populares. Así, un niño desnutrido que se alimente de
soja, ingiere el equivalente a dos pastillas
anticonceptivas diarias. Para desactivar eso, habría que
cocinar la soja durante tres horas. Pero apenas disponen
de gas. Le dan un hervor y a la mesa. ¡Hay un alto
registro de niñas con pechos y menstruación! Y la
osteoporosis empieza a afectar a los jóvenes.
-¿No
es usted algo catastrofista?
-No. La sociedad del petróleo está dando paso a la sociedad
de la soja. Es un artículo industrial con el que se hace
forraje, pintura, lácteos, eco diesel. Resulta muy útil
para las corporaciones. Además, la soja que consumen en
España a través de la carne y la leche es transgénica...
-Alto. ¿Toda la soja que llega aquí es transgénica?
-La que llega a Catalunya procede en un 43% de Argentina; en
un 35%, de Brasil, y en un 23%, de EEUU. Las de
Argentina y EEUU son transgénicas. Y un alto porcentaje
de la brasileña está contaminada de fungicidas,
herbicidas y fertilizantes.
-Entonces, ¿quién se ha sacado de la manga que es tan
beneficiosa?
-¡La industria! La soja es un modelo de agricultura
industrial. Se basa en un consumo de semillas
procedentes de corporaciones, con consumo de herbicidas
de corporaciones, con maquinaria de alta tecnología de
corporaciones... Es una agricultura sin agricultores.
Sólo se necesitan dos personas para 500 hectáreas. Se
fumiga desde avionetas. Sólo requiere tierra y más
tierra.
-Empiezo a ver que ése es uno de los problemas...
-La base del forraje que alimenta a cerdos, gallinas y vacas
en Europa y China es la soja que viene de Latinoamérica.
Ustedes no la ven, pero la consumen. Y eso mata al
payés, pero también nos mata a nosotros, porque ocupa
nuestras tierras agrícolas. Argentina era productora de
arroz, maíz, carne... Pues hoy tenemos que importar
lentejas de Canadá, leche de Uruguay... Y como el precio
de la soja se determina en la Bolsa de Chicago, la
demanda es cada vez mayor, y la avaricia, también.
-¿Se
cometen muchas tropelías?
-Sí. La soja está desforestando el norte de Argentina,
Paraguay, el Mato Grosso (Brasil). Eso agrava el
conflicto por la tierra y provoca corrupción. Los que
más tajada sacan son las exportadoras cerealeras, que
son corporaciones extranjeras. Están drenando el Paraná,
para poder sacar la soja desde el Mato Grosso.
-¿Es
como la fiebre del oro?
-Sí. El sur de Latinoamérica da ganas de llorar. Es un
desierto tóxico y verde. ¡Hay 15 millones de hectáreas
de soja en Argentina! Y avanza con violencia entre las
comunidades campesinas. Los sojeros intimidan, desalojan
y matan para conseguir más hectáreas. Van desplazando al
pequeño productor hacia las ciudades, pasando a engrosar
los cinturones de pobreza.
-¿Qué sugiere que hagamos?
-El consumidor europeo tiene mucho poder. Debe empezar a
consumir lo local, rechazar toda esta ganadería
intensiva y los productos que derivan de ella.
Cuestionar la soja. Desconfiar de los productos que
lleven aceite vegetal y lecitina. Ir a la distribución
directa. Comprar la leche y la carne en la vaquería...
-Es
que lo local suele ser caro.
-Lo barato puede ser basura.