Uruguay

Trabajo infantil:

El peor subsidio de la forestación

 

En Uruguay la forestación viene generando situaciones indignantes en las plantaciones: accidentes, muertes, condiciones laborales de semi esclavitud, que en las últimas semanas han sido denunciadas con abundantes pruebas por la Asociación de Inspectores de Trabajo del Uruguay. Pero además, ahora les tocó el turno a los niños y a los adolescentes.

 

Niño en un dormitorio de una plantación forestal *

 

Uno de los ejemplos más “perfectos” del modelo productivo impuesto a través de la Revolución Verde ha sido la forestación, modelo actualmente predominante en nuestro país. El plan de promoción forestal lanzado en 1988 por el gobierno de entonces prometió la generación de empleos, el ingreso de divisas por un aumento de las exportaciones, y un fuerte desarrollo para el sector agropecuario en general. Para lograr esos objetivos, el Estado ha venido realizando una fuerte inversión, incluyendo subsidios directos, exoneraciones impositivas, créditos blandos e inversiones en infraestructura. Aquí van algunos de los resultados obtenidos.

 

Afecta nuestra biodiversidad

 

Las plantaciones de monocultivos de árboles en gran escala (plantaciones industriales) provocan una serie de impactos en la biodiversidad local, ocupando el suelo en forma prácticamente definitiva porque es casi imposible erradicar la plantación (en el caso del eucalipto), modifican la acidez del suelo y por lo tanto su biodiversidad; afectan las napas freáticas, por lo tanto los recursos hídricos.

 

En Uruguay la forestación supone la destrucción de un sistema natural, la pradera, para la producción de árboles cultivados bajo un régimen agrícola propio de la Revolución Verde. Desde la perspectiva de la biodiversidad, este proceso es equivalente a la denunciada deforestación de la Amazonia para expandir la frontera de la ganadería tropical.

 

Trabajo en la forestación

 

En materia de empleo el resultado es un total fracaso. De todas las actividades agropecuarias, la ganadería extensiva de vacunos y ovinos ha sido siempre considerada como la peor en cuanto a cantidad de empleos generados por hectárea. La forestación ha demostrado ser aún más negativa.

 

De acuerdo con los datos del censo agropecuario de 2000, el número de trabajadores permanentes por cada mil hectáreas forestadas es de 4,49, es decir la actividad del sector agropecuario que genera menos empleo. A eso se agregan las pésimas condiciones laborales de estos trabajadores: informalidad, inseguridad, salarios de hambre, malas condiciones de alojamiento y alimentación, trabajo esclavo, muertes, etc.

 

El trabajo infantil

 

La agricultura es la actividad económica que cuenta con mayor participación de niños, niñas y adolescentes a nivel mundial. De acuerdo a datos generados por la Organización Internacional del Trabajo, de los más de 200 millones de niños y niñas que trabajan en el mundo, el 70,4% lo hace en el sector agrícola (OIT, 2002).

 

La agricultura es una actividad heterogénea que abarca desde la producción familiar de subsistencia hasta plantaciones comerciales a gran escala. No obstante, en cualquiera de los casos la actividad está asociada al uso intensivo de mano de obra en cada fase del ciclo productivo. Diversos estudios indican que los varones adultos realizan la mayoría de actividades que requieren esfuerzo físico. Sin embargo, ante la insuficiencia de mano de obra adulta, niñas, niños y adolescentes asumen la responsabilidad de tareas que a menudo son inadecuadas para su edad. La participación de niños, niñas y adolescentes en la agricultura está asociada a la pobreza de las áreas rurales. Las consecuencias más frecuentes incluyen la desventaja educativa y los problemas físicos y emocionales. Las investigaciones realizadas han demostrado que niñas, niños y adolescentes que dedican gran parte del tiempo a estas tareas, por lo general abandonan la escuela o tienen un bajo rendimiento escolar, y están expuestos a lesiones y enfermedades.

 

La información suministrada por los estudios realizados indica que en el caso de la agricultura comercial, los niños, niñas y adolescentes a menudo están expuestos, directa o indirectamente, a agrotóxicos. Asimismo, trabajan durante largas jornadas, acarrean cargas pesadas y están expuestos a cambios bruscos de clima. De otro lado, utilizan instrumentos punzo cortantes y maquinaria pesada que les producen lesiones diversas como cortes, quemaduras, mutilaciones e inclusive la muerte.

 

América Latina no es ajena a las tendencias mundiales sobre el trabajo infantil en la agricultura. Diversos estudios realizados en América Central muestran que más de 1,5 millones de niños, niñas y adolescentes ocupados que residen en áreas rurales, el 66,9% participa en la rama de actividad económica correspondiente a «agricultura, caza, silvicultura y pesca» (OIT, 2004).

 

Esta situación se reproduce en Uruguay. En estos días nos encontramos frente a la situación de un menor de 14 años de edad que fue intervenido quirúrgicamente en el Sanatorio del Banco de Seguros, debido a una fractura de fémur. En dicha plantación, según lo señalaron familiares del niño, trabajan decenas de niños de entre 9 y 14 años.

 

Algunas reflexiones

 

En primer lugar creemos que es impostergable tomar medidas drásticas, utilizando la normativa vigente que regula a este sector para terminar definitivamente con el trabajo infantil.

 

Por otro lado, esta situación, sumada a los aspectos sociales y ambientales, es un ejemplo más de que el sector agropecuario se debe analizar desde una perspectiva integradora, teniendo en cuenta al menos tres diferentes dimensiones: ambiental, social y económica. De este modo es posible visualizar, por ejemplo, en qué medida la expansión de un rubro productivo será positiva o negativa no sólo en relación con el impacto económico que provocará sobre el sector -cuestión además discutible en la forestación-, sino también en relación con los efectos sociales y ambientales que tendrá a corto y largo plazo, poniendo de manifiesto en algunos casos las contradicciones entre crecimiento económico y desarrollo. Pensamos que un enfoque de esta naturaleza enriquece el análisis y permite efectuar una mejor planificación sobre el uso y distribución de los recursos (humanos y materiales), y su utilización más eficiente.

 

En el actual escenario de profunda crisis, esta situación constituye una absurda injusticia. Absurda, porque esas enormes empresas no necesitan ser subsidiadas por un país empobrecido como el nuestro, e injusta porque se destinan los escasísimos recursos de la sociedad a subsidiar una actividad que no genera empleos ni riqueza, en tanto se les niega apoyo a otras actividades mucho más positivas para el país y su gente. Para mencionar un solo ejemplo, la agroindustrialización de la caña de azúcar.

 

 

Leonardo de León

© Rel-UITA

9 de noviembre de 2004

 

* Foto gentileza de la Asociación de Inspectores de Trabajo del Uruguay (AITU).

 

  

  UITA - Secretaría Regional Latinoamericana - Montevideo - Uruguay

Wilson Ferreira Aldunate 1229 / 201 - Tel. (598 2) 900 7473 -  902 1048 -  Fax 903 0905