Recientemente han sido autorizados cinco nuevos
maíces transgénicos, para producción y uso
comercial para consumo directo o procesamiento,
siendo estos los primeros cultivos transgénicos
que se aprueban desde la moratoria que estuvo
vigente entre enero 2006 y julio 2008.
Estas cinco autorizaciones se suman a las de los
maíces transgénicos Mon 810 (2003) de la
transnacional
Monsanto
y Bt11 de la empresa
Syngenta
(2004). Estas dos empresas son también dueñas de
los nuevos maíces autorizados, a las que se suma
Rutilan S.A. (maíz TC1507).
Estas nuevas autorizaciones de maíces
transgénicos confirman que el proceso de
moratoria estuvo focalizado en crear un sistema
de “fortalecimiento institucional”, integrado
por el Gabinete Nacional de Bioseguridad (GNBio),
Comisión para la Gestión del Riesgo (CGR),
Evaluación del Riesgo en Bioseguridad (ERB) y
Comité de Articulación Institucional (CAI), con
el objeto de aprobar lo que se evaluase, aunque
existiesen reparos por parte de algunos miembros
del sistema acerca de los maíces en cuestión.
Que tienen de nuevo estos maíces
Los nuevos maíces transgénicos autorizados son:
GA21 y NK603 (ambos con tolerancia al glifosato),
BT11xGA21 y MON810xNK603 (con resistencia a
ciertos insectos lepidópteros y tolerancia al
glifosato) y TC1507 (resistente a ciertos
insectos lepidópteros y tolerancia al
glufosinato de amonio).
Estos nuevos maíces están diseñados para tolerar
herbicidas (glifosato, glufosinato de amonio),
lo que implicará un aumento de la contaminación
resultante de la aplicación de dichos
agrotóxicos, que se sumará a la ya causada por
la soja transgénica y otros monocultivos
agrícolas y forestales. Dichos impactos, que
finalmente se traducen en sociales y económicos,
no son tomados en cuenta al momento de la
evaluación y aprobación de los nuevos maíces
transgénicos.
A su vez, estos maíces terminarán por contaminar
la diversidad de los maíces criollos que nuestro
país posee, que en su momento fueron reconocidos
mundialmente por la variedad, su buen
rendimiento y adaptación a nuestros ecosistemas.
Al momento de levantarse la moratoria en julio
2008, se decreta la “coexistencia” de los
cultivos transgénicos con los no transgénicos.
Dicha coexistencia es imposible, particularmente
por el hecho de que el maíz tiene polinización
cruzada, por lo que la contaminación del
transgénico al no transgénico, es solo cuestión
de tiempo. El simple hecho de decretar la
“coexistencia”, no decreta la NO contaminación,
dado que la naturaleza no funciona por decretos.
La posible contaminación transgénica de los
maíces criollos es también relevante en el marco
del cambio climático, uno de cuyos temas
recurrentes a nivel mundial y del país es la
sequía. En ese sentido, es importante señalar
que los maíces criollos reaccionan perfectamente
frente a ésta. Ante sequías que pueden durar
largas semanas en verano, el maíz criollo
aguanta, esperando la lluvia. Esta
característica debería haber sido tomada en
cuenta durante la evaluación y aprobación de los
nuevos maíces transgénicos, dado que estos ponen
en riesgo la futura disponibilidad de semillas
no contaminadas de maíces criollos adaptados a
las sequías, que se pronostica serán cada vez
más frecuentes a raíz del cambio climático.
Como comentario final, cabe señalar que los
maíces transgénicos recientemente aprobados
consolidan aún más el “país productivo” al cual
el gobierno apunta, pero que en realidad resulta
productivo para las empresas que venden las
semillas, los agrotóxicos y que a pasos
agigantados se apropian de las tierras
uruguayas, expulsando de esta manera al pequeño
productor de sus predios.
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