Alemania

 

Colapso de las Colonias

¿Será que el cultivo de transgénicos

están matando a las abejas?

 

 Una disminución misteriosa de la población de abejas preocupa a apicultores alemanes, mientras que un fenómeno similar en EEUU está tomando gradualmente proporciones catastróficas

 

 

Walter Haefeker es un hombre que está acostumbrado a pintar escenarios sombríos. El forma parte del consejo director de la Asociación Alemana de Apicultores (Dbib) y es vicepresidente de la Asociación Europea de Apicultores Profesional. Y como reclamar forma parte de la actividad del lobista, es prácticamente su deber profesional alertar que “la propia existencia de la apicultura está en riesgo”.

 

El problema, dijo Haefeker, tiene varias causas, una de ellas el ácaro Varroa, oriundo de Asia, y otra la práctica diseminada en la agricultura de rociar las flores silvestres con agrotóxicos y promover el monocultivo. Otra posible causa, según Haefeker, es el uso creciente y controversial de la ingeniería genética en la agricultura.

 

Ya en 2005, Haefeker encerró un artículo para el cual contribuyó el diario “Der Kritischer Agrarbericht” (Informe Agrícola Crítico) con una cita de Albert Einstein: “ Si la abeja desapareciera de la superficie del planeta, entonces al hombre le restarían apenas cuatro años de vida. Con el fin de las abejas, se termina la polinización, se terminan las plantas, se terminan los animales se termina el hombre”.

 

Sucesos misterioso en los últimos meses repentinamente hicieron que la visión apocalíptica de Einstein parezca más relevante. Por motivos desconocidos, las poblaciones de abejas por toda Alemania están desapareciendo-algo que hasta el momento está perjudicando solo a los apicultores. Pero la situación es diferente en EEUU, donde las abejas están muriendo en números tan dramáticos que las consecuencias económicas podrán en breve ser calamitosas.

 

Nadie sabe qué está causando la muerte de las abejas, pero algunos especialistas creen que el uso a gran escala de plantas genéticamente modificadas en EEUU podría ser un factor.

 

Felix Kriechbaum, un representante de la asociación regional de apicultores de Baviera, informó recientemente un descenso de casi 12 por ciento en la población local de abejas. Cuando la  población de abejas desaparecen sin dejar rastro”, dijo Kriechbaum, es difícil investigar las causas, porque la “la mayoría de las abejas no mueren en la colmena”.

 

Existen muchas enfermedades que pueden hacer que las abejas pierdan su sentido de orientación, de manera que no pueden encontrar el camino de regreso a sus colmenas.

 

Manfred Hedere, presidente de la Asociación Alemana de Apicultores, casi simultáneamente informó una caída de 25 por ciento en las poblaciones de abejas por toda Alemania. En raros casos, dijo Hederer, se han informado declives de hasta el 80 por ciento. El especula que “alguna toxina en particular, algún agente con el cual no estamos familiarizados”, está matando las abejas.

 

Hasta el momento, los políticos han demostrado poca preocupación frente a tales alertas y de la situación difícil de los apicultores. A pesar de que estos han tenido una oportunidad de exponer su caso-por ejemplo, en vísperas de la aprobación por parte del Gabinete alemán del documento de política de ingeniería genética de autoría del ministro de Agricultura, Horst Seehofer, en febrero- sus reclamos aún  permanecen en gran parte ignoradas.

 

Aún cuando los apicultores recurren a la Justicia, como hicieron recientemente en un esfuerzo conjunto con la sucursal alemana de la organización de agricultura orgánica Demeter International y otros grupos contrarios al uso de cultivos de maíz genéticamente modificado, ellos solo pueden soñar con el tipo de atención de los medios que grupos ambientalistas como Greenpeace atraen con sus protestas en locales de pruebas. Pero esto podrá cambiar en breve.

 

Desde noviembre pasado, EEUU están viendo un declive de las poblaciones de abejas tan drástico que opaca todos los sucesos anteriores de mortandad en masa. Los apicultores en la Costa Este de EEUU, se quejan de haber perdido mas del 70 por ciento de sus colonias desde el final del año pasado, mientras en la Costa Oeste ve un declive de hasta 60 por ciento.

 

En un artículo de la sección de negocios de finales de febrero, el “New York Times” calculó los daños que la agricultura norteamericana sufriría en caso que haya una exterminación de las abejas. Especialistas de la Universidad de Cornell, en el interior de Nueva York, estimaron el valor que las abejas generan- polinizando plantas responsables por frutas y legumbres, almendreras y tréboles que alimentan animales- en mas de 14 billones de dólares.

 

Los científicos llaman el fenómeno misterioso de Collony Collapse Disorder” CCD, desorden de colapso de la colonia) y  se está transformando rápidamente en una especie de catástrofe nacional. Varias universidades y agencias del gobierno formaron un “Grupo de Trabajo para CCD” para buscar las causas de la calamidad, pero hasta el momento continúan de manos vacías. Pero, como Dennis van Engelsdorp, un apicultor del Departamento de Agricultura de Pensilvania, ya se están refiriendo al problema como un potencial “Sida del sector de apicultura”

 

Una cosa es cierta: millones de abejas simplemente desaparecieron. En la mayoría de los casos, todo lo que resta en las colmenas son proles condenadas. Pero las abejas muertas no son encontradas- ni en las colmenas ni en ningún lugar próximo a ellas.

 

Diana Cox-Foster, miembro del Grupo de trabajo para CCD, dijo a “The Independent” que los investigadores están “extremadamente alarmados” agregando que la crisis “tiene el potencial de devastar el sector de apicultura de EEUU”.

 

Es particularmente preocupante, dijo, que el hecho de la muerte de las abejas está acompañada por un conjunto de síntomas “que no parece encuadrarse para nada en la literatura”.

 

En muchos casos, los científicos encontraron evidencia de casi todos los virus de abejas conocidos en las pocas abeja sobrevivientes encontradas en las colmenas, después de que la mayoría haya desaparecido. Algunas presentaron cinco o seis infecciones al mismo tiempo y estuvieron infestada de hongos- una señal, dijeron especialistas, de que el sistema inmunológico de los insectos puede haber colapsado.

 

Los científicos también están sorprendidos con el hecho de que las abejas y otros insectos generalmente dejaran las colmenas abandonadas intactas. Poblaciones próximas de abejas o parásitos normalmente atacarían los depósitos de miel y polen de las colonias que murieron por otros motivos, como un excesivo frío en invierno.

 

“Esto sugiere que existe algo tóxico en la propia colonia que los repele”, dijo Cox-Foster.

 

Walter Haefeker, el director de la asociación alemana de apicultura, especula que “además de varios otos factores”, el hecho de que las plantas genéticamente modificadas, resistentes a insectos, actualmente sean usadas en un 40 por ciento de los cultivos de maíz norteamericano puede tener su papel.

 

El número es bastante menor en Alemania-apenas 0,06 por ciento- y la mayoría se encuentra en los Estados del este, de Meckelemburgo-Pomerania Occidental y Brandemburg. Heafeker envió recientemente  a un investigador del Grupo de Trabajo para CCD algunos datos de un estudio de abejas que hace mucho siente que muestra una posible conexión entre ingeniería genética y la enfermedad de las abejas.

 

El estudio en cuestión es un pequeño proyecto de investigación realizado en la Universidad de Jena, de 2001 a 2004. Los investigadores examinaron los efectos del polen de una variante genéticamente modificada del maíz, conocida como “maíz Bt”, sobre las abejas.

 

Un gen de una bacteria del suelo fue insertado en el maíz, que permitió que la planta produjera un agente que es tóxico a las plagas de los insectos. El estudio concluyó que no había evidencia de “efecto tóxico del maíz Bt en poblaciones saludables de abejas”

 

Pero cuando, por si acaso, las abejas usadas en las experiencias fueron infestadas por un parásito, algo extraño sucedió. Según el estudio de Jena, “un declive significativamente fuerte en el número de abejas” sucedió entre los insectos que se alimentaran de una ración altamente concentrada de Bt.

 

Según Hans-Hinrich Kaatz, un profesor de la Universidad de Halle, al oeste de Alemania, y director del estudio, la toxina bacteriana en el maíz genéticamente modificado puede haber alterado la superficie de los intestinos de las abejas, lo suficiente como para debilitarlas y permitir el ingreso de los parásitos-o tal vez haya sido lo contrario. No lo sabemos”.

 

Está claro, la concentración de la toxina era diez veces superior en las experiencias que en el polen normal del maíz Bt. Además, la ración de las abejas fue administrada a lo largo de un período relativamente largo de seis semanas. Kaatz prefería haber continuado estudiando el fenómeno, pero carecía de los recursos necesarios.

 

“Aquellos que tienen el dinero no están interesados en este tipo de investigación”, dijo el profesor, “ y aquellos que están interesados no tienen dinero”.

 

Gunther Latsch

Spiegel

30 de marzo de 2007

 

 

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