En
el marco del simposio titulado “Organismos
modificados genéticamente, su impacto en la
producción y en el medio ambiente”,
realizado en Facultad de Ciencias los días 2 y 3
de marzo, integrantes de REDES - Amigos de la
Tierra Uruguay y de facultades de Ciencias,
Química y Agronomía presentaron los resultados
de una investigación, realizada en el marco del
Programa Uruguay Sustentable y en convenio con
la Universidad de la República, que prueba la
contaminación transgénica en cultivos de maíz en
Uruguay.
Estos resultados ponen en tela de juicio la
política de “coexistencia regulada en la
utilización de organismos genéticamente
modificados”, que comenzó a regir a partir de
julio de 2008.
La investigación
“Detección
de Contaminación de Cultivos de Maíz
Convencionales y Orgánicos con Transgénicos”
fue llevada a cabo en convenio de REDES -
Amigos de la Tierra, con los Departamentos
de Estadísticas y Producción Vegetal de la
Facultad de Agronomía, la Sección Bioquímica de
la Facultad de Ciencias y con la colaboración de
la Cátedra de Bioquímica de la Facultad de
Química de la Universidad de la República. Para
las pruebas se tomaron muestras de maíz en
chacras transgénicas y no transgénicas cercanas
identificándose 5 situaciones con potencial
riesgo de contaminación teniendo en cuenta la
distancia y la coincidencia en las fechas de
siembra. En tres de estas situaciones se detectó
contaminación.
La investigación presentada muestra, a través de
una metodología científica, que la política de
coexistencia entre producción orgánica,
convencional y transgénica conducirá a la
contaminación de las dos primeras. Una de las
chacras en las que se encontró contaminación
estaba a más de 330 metros del origen de la
misma, o sea, a más de 250 metros establecidos
por la ley. Pero además, según se comprobó en la
investigación de campo, esta distancia no se
respeta a nivel de muchos predios productivos:
“Durante el muestreo se observó que en general
se respeta el establecimiento de un 10 por
ciento de área de cultivo no transgénico en las
chacras transgénicas, pero no se respeta la
distancia mínima de 250 metros exigida por la
reglamentación entre un cultivo de maíz
transgénico y no transgénico”.
Este estudio plantea que: “Este tipo de
contaminación es acumulativa y con el correr de
sucesivos ciclos de cultivo va a ser más
difícil, sino imposible, de revertir’’. Para
nuestra organización, estos hallazgos exigen un
debate serio y comprometido respecto a qué
medidas tomar en nuestro país para defender la
diversidad agrícola y la soberanía alimentaria e
impedir la contaminación derivada del
cruzamiento entre cultivos transgénicos y no
transgénicos de maíz. “Este tipo de
contaminación es acumulativa y con el correr de
sucesivos ciclos de cultivo va a ser más
difícil, sino imposible, de revertir”.
En julio de 2008 el Consejo de Ministros puso en
Uruguay fin a la moratoria a la
autorización de nuevos eventos transgénicos -que
se había establecido por un período de 18
meses-, pasando a definir una política de
“coexistencia regulada en la utilización de
organismos genéticamente modificados”. En vista
de esta investigación, sumada a las denuncias de
productores de las consecuencias de los
agrotóxicos utilizados para los transgénicos en
sus cultivos y sus tierras, además de la pérdida
de conocimientos y autonomía en la producción,
consideramos que quedan demostrados los impactos
que ya está generando la coexistencia cultivos
transgénicos y otro tipo de cultivos, y la
necesidad de que se revise y modifique la
reglamentación vigente para detener el avance de
los cultivos transgénicos.
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