Puerto Rico
Debate
sobre transgénicos
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Gran parte de la
semilla transgénica que se siembra en Estados Unidos
va de nuestra nación. Documentos del Departamento de
Agricultura Federal (USDA) muestran que Puerto Rico es
uno de los lugares preferidos por las compañías de
biotecnología para realizar sus experimentos con este
tipo de cultivos. |
A través del mundo entero se ha desatado una furiosa polémica
en torno a los cultivos y alimentos genéticamente alterados,
también conocidos como transgénicos. Ecologistas,
agricultores, intelectuales y académicos progresistas,
pueblos indígenas, estudiantes, biólogos, agrónomos y
ciudadanos comunes y corrientes de todos los caminos de la
vida, de los más diversos rincones del planeta, sostienen
que la manipulación genética presenta serias interrogantes
sociales y ecológicas, las cuales sus proponentes no han
abordado de manera apropiada, o siquiera honesta. Plantean
que los transgénicos no son seguros, que se trata de una
tecnología con riesgos inherentes, y que implica nuevas
formas de dependencia y dominación para agricultores y
consumidores.
Puerto Rico no es ajeno a este asunto. Gran parte de la
semilla transgénica que se siembra en Estados Unidos va de
nuestra nación. Además, documentos del Departamento de
Agricultura Federal (USDA) muestran que Puerto Rico es uno
de los lugares preferidos por las compañías de biotecnología
para realizar sus experimentos con este tipo de cultivos. De
hecho, aquí se han realizado más experimentos agrícolas
transgénicos por milla cuadrada que en cualquier estado de
EEUU con la posible excepción de Hawai. Por lo tanto, este
asunto concierne directamente a todos los puertorriqueños.
Expliquemos
los conceptos básicos
Todos los seres vivos transmiten sus rasgos a sus
descendientes mediante genes. El conjunto de los genes de un
organismo se conoce como su código genético o genoma. Los
genes de todos los seres vivos están hechos de la misma
sustancia: ácido desoxiribonucléico o ADN. La premisa
científica de la ingeniería genética es que hay un gen
correspondiente para cada rasgo, por ejemplo un gen
determina el color de los ojos de una persona mientras que
otro puede determinar su susceptibilidad a alguna
enfermedad, como la diabetes.
La ingeniería genética hace posible transferir genes de una
especie a otra, algo imposible mediante la reproducción
sexual o algún otro proceso natural. Por ejemplo, ya es
posible insertar genes de bacterias y virus en el maíz,
genes de pescado en el tomate, genes humanos en el arroz y
teóricamente no hay razón por la cual no se puedan
transferir genes de diferentes plantas o animales al código
genético humano. Se le llama transgénico a un organismo al
que se le han insertado genes foráneos mediante esta
tecnología.
No es ciencia ficción. En 1996 se cosecharon en Estados
Unidos los primeros cultivos transgénicos para uso comercial
y en los años siguientes el área sembrada con estos creció
de manera explosiva. Para el año 2002 había alrededor de 145
millones de acres en el mundo sembrados con cultivos
transgénicos. Hoy un 94% de los cultivos transgénicos del
mundo se siembra en cuatro países del hemisferio americano:
Estados Unidos (63%), Argentina (21%), Canadá (6%) y Brasil
(4%).
La gran mayoría de estos cultivos es de soya y maíz y el
resto es mayormente algodón y canola. En el año 2003, 80% de
la soya, 70% del algodón, 60% de la canola y 38% del maíz
sembrados en Estados Unidos fueron transgénicos.
Aproximadamente 70% de los productos procesados en los
supermercados estadunidenses tiene contenido transgénico.
Se nos dice que estos cultivos pondrán fin al hambre. Pero
los cultivos transgénicos actualmente comercializados no
fueron alterados genéticamente para mejorar su contenido
nutricional o su sabor. 75% de ellos (soya y canola) fue
alterado para ser resistente a herbicidas, 17% (maíz y
algodón) para producir un veneno insecticida y el restante
8% para hacer ambas cosas.
Los impulsores de la revolución genética son ambiciosos;
esperan en el futuro comercializar arroz, trigo, papa,
tomates, frutas, árboles, pescado, cerdos y hasta césped
transgénicos, y ya se está hablando de trastocar el código
genético humano.
Los riesgos
¿Y cuál es el problema entonces? ¿Qué peligros pueden
traernos estos nuevos productos? La Agencia Federal de
Alimentos y Medicamentos (FDA) y las transnacionales de la
biotecnología (como Monsanto, Dow, Syngenta
y Aventis) nos aseguran que no hay ningún riesgo a la
salud o al medio ambiente. Pero tengan en cuenta lo
siguiente:
En 1998 el renombrado científico Arpad Pusztai, del Rowett
Research Institute de Escocia, analizó papas transgénicas
que producían una toxina insecticida llamada lectina GNA y
encontró que los niveles de nutrientes en ellas estaban muy
fuera de lo normal, algo totalmente inesperado. Por ejemplo,
algunas tenían 20% menos proteína que las papas normales.
El doctor Pusztai alimentó un grupo de ratas con estas papas.
Sus sistemas inmunológicos se perjudicaron. Los órganos de
algunas de estas ratas bajaron de peso, incluyendo el
hígado, los testículos y el cerebro. Otras tuvieron
crecimiento descontrolado en las células de su sistema
digestivo, lo cual podría ser un síntoma precursor de
cáncer. Dado que la lectina GNA es inofensiva a los
mamíferos, Pusztai dedujo que los efectos dañinos son
causados por el proceso mismo de alteración genética de las
papas.
Tras divulgar esta información en la prensa, Pusztai fue
objeto de una campaña de calumnias. Pero en febrero de 1999,
23 colegas científicos de 13 países publicaron un memorando
de apoyo a Pusztai y a las conclusiones de su estudio.
El año pasado una veintena de destacados científicos de siete
países, que abarcan las disciplinas de agroecología,
agronomía, biomatemática, botánica, química médica,
ecología, histopatología, ecología microbiana, genética
molecular, bioquímica nutricional, fisiología, toxicología y
virología, incluyendo el Dr. Pusztai, formaron el Grupo de
Ciencia Independiente y presentaron un informe sobre los
cultivos transgénicos en el que afirman lo siguiente:
* No se ha demostrado que los transgénicos sean seguros.
Animales de laboratorio alimentados con estos alimentos han
desarrollado deformidades severas.
* "Los peligros más graves de la ingeniería genética son
inherentes al proceso mismo", dice textualmente el
documento. Por ejemplo, en 2001 se creó "accidentalmente" un
virus letal para el ratón en el curso de un experimento
aparentemente inocente e inocuo.
"Técnicas nuevas permiten crear en el laboratorio, en
cuestión de minutos, millones de virus recombinantes que
nunca han existido antes. Los virus, bacterias y su material
genético, que son causantes de enfermedades, constituyen los
principales materiales y herramientas de la ingeniería
genética, así como de la fabricación planificada de armas
biológicas."
* "Existen pruebas experimentales de que ADN transgénico ha
sido absorbido por bacterias del suelo y del intestino de
voluntarios humanos." Dado que algunas de estas secuencias
contienen genes que otorgan resistencia a antibióticos,
estos alimentos podrían dificultar el tratamiento de
infecciones.
* "Se sabe que el ADN transgénico puede saltar al genoma de
células de mamíferos, aumentando la posibilidad de cáncer.
No puede excluirse la posibilidad de que alimentar a
animales con productos transgénicos, como maíz, puede
acarrear riesgos, no solamente para los animales sino
también para los seres humanos que consumen los productos
animales."
"La FDA no fiscaliza los alimentos transgénicos", declaró el
grupo ecologista estadounidense Amigos de la Tierra USA en
un informe publicado en 2003. Según el documento, lo que
tiene la agencia es un proceso de "consulta voluntaria" que
le permite a las corporaciones biotecnológicas decidir
cuáles pruebas de seguridad llevarán a cabo, si alguna, y
cómo se ejecutarán. "La compañía determina cuáles datos, si
algunos, son compartidos con las autoridades reglamentadoras.
De hecho, la compañía hasta determina si va a consultar con
la FDA o no."
Los alimentos transgénicos que ya estamos comiendo no están
etiquetados como tales, por lo tanto no tenemos manera de
identificarlos o evitarlos, y tampoco se puede hacer un
estudio epidemiológico para ver qué efectos podrían tener
sobre nosotros. Por eso los críticos de la ingeniería
genética reclaman que se etiqueten estos productos.
Carmelo
Ruiz Marrero
Biodiversidad
7 de
octubre de 2004
(Publicado
en el semanario puertorriqueño Claridad, 16 de septiembre
2004).
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