España
Denuncian
que no se etiquetan
los productos con transgénicos
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El Departamento de
Medio Ambiente presenta alegaciones al borrador del
decreto de Agricultura que regula los transgénicos
La plataforma Transgénicos Fora acusó ayer a la
Administración autonómica de "falta de voluntad" para
controlar el etiquetado de los alimentos en cuya composición
se incorporan organismos modificados genéticamente (OGM). El
10 de abril del 2004 entró en vigor la normativa sobre
etiquetado de estos productos, pero los ciudadanos aún no
han visto en el mercado ningún alimento que lleve esta
indicación, según explicó Pep Riera, ex coordinador de Unión
de Pagesos. Concretamente, la normativa estatal señala que
están obligados a ser etiquetados los productos en cuya
composición haya más de un 1% de OGM.
Numerosos sectores afirman que esta falta de información al
usuario se debe a que los agricultores no están declarando
el carácter transgénico de sus cosechas (unas 16.000
hectáreas de maíz en Catalunya), por lo que, al final,
tampoco se ofrece esa información al consumidor, dado que no
hay controles conocidos. "Encontrar una etiqueta donde se
especifique que se han utilizado OGM devaluaría el precio
del producto y el prestigio", afirmó Riera.
Mientras, un grupo de 50 intelectuales, personas del mundo
de la cultura y la cooperación han expresado su rechazo al
decreto del Departament de Agricultura destinado a
garantizar la coexistencia y la separación de los cultivos
transgénicos y los tradicionales o ecológicos. Esta
normativa debería servir, entre otras cosas, para evitar que
el polen de los cultivos transgénicos contamine las plantas
ecológicas, lo que puede suponer graves pérdidas para éstas,
al perder su etiqueta verde, pues su contaminación debe ser
cero. Agricultura pretende autorizar en una orden posterior
distancias mínimas de 25 metros entre cultivos, pero Pep
Riera, veterano agricultor, replicó: "Sabemos que el polen,
con un mínimo de brisa, se desplaza kilómetros. Por eso,
dejar un margen de seguridad de metros en lugar de
kilómetros es insuficiente y no sirve para nada", afirmó.
Riera también vio injustificable que se hayan autorizado los
cultivos con OGM cuando no se ha completado la regulación y
se carece de estudios a largo plazo del impacto de estas
plantaciones. En su opinión, tampoco se puede convencer a
los payeses de la idoneidad de las semillas transgénicas por
el hecho de que son resistentes a los plaguicidas, "cuando
nosotros conocemos otras formas de combatir las malas
hierbas".
La plataforma, con ayuda de la Federación Catalana de ONG
para el Desarrollo, promueve que Catalunya sea declarada
zona libre de transgénicos. La proclamación no tendría un
carácter jurídico vinculante, pero frenaría la implantación
de estos cultivos, según Sílvia Galià, portavoz de la
organización.
Detrás de la oposición de estas entidades a los cultivos
transgénicos hay sobre todo motivaciones ideológicas, ya que
están en contra de que las patentes de semillas queden en
manos de las multinacionales por cuanto supone dejar a los
intereses privados la seguridad alimentaria.
El Departamento de Medio Ambiente interpreta que Agricultura
no está respetando el acuerdo del Tinell al regular los
transgénicos, pues debe hacerlo "atendiendo a las directivas
europeas". Y ha remitido unas alegaciones para que concrete
las distancias entre cultivos, las barreras de protección y
las zonas libres, y para reclamar un análisis científico más
profundo del IRTA.
Antonio Cerrillo
La Vanguardia
14- de marzo de 2005
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