Es grave e irresponsable el
intento de FAO de
legitimar los transgénicos como solución al
hambre y la crisis climática en el tercer mundo,
cuya expresión más reciente es la conferencia
Biotecnologías agrícolas en los países en
desarrollo (Guadalajara, México, 14 de marzo).
Frente a las críticas que van en aumento, los
funcionarios de FAO
(Organización de Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura) declararon que la
biotecnología es más que transgénicos y ellos
sólo plantean opciones. Pero los documentos que
coordinó la FAO
para la conferencia no recogen cuestiones
fundamentales sobre biotecnología, como el
dominio de las empresas transacionales sobre
todo el sector. Ignoran también los resultados a
la vista del uso de biotecnología agrícola: la
contaminación transgénica de las variedades
campesinas, el aumento del uso de agrotóxicos de
esos cultivos (que empeora el cambio climático)
y otros impactos sobre el ambiente y la salud de
los consumidores.
Si FAO
hubiera querido realizar un proceso de discusión
sobre opciones, no podría haber organizado una
conferencia sesgada, sin la participación de los
actores fundamentales, y desechando las
posiciones críticas. Ahora, lo que hace la
FAO es condonar la
apropiación de las semillas y la cadena
alimentaria del planeta que crece por parte de
unas pocas transnacionales de transgénicos, lo
cual agravará el hambre y el caos climático.
La conferencia partió de un
proceso errado desde el inicio: no estaban –y
siguen sin estar– los campesinos y agricultores
familiares y sus organizaciones, que son nada
menos que los que producen la alimentación de la
mayoría del planeta y son la clave más
importante para enfrentar la crisis climática y
alimentaria. Este rol fundamental de las
campesinas, pastores, pescadores artesanales y
otros pequeños productores ha sido confirmado
con nuevos datos en varios reportes recientes.
(Por ej. ¿Quien nos alimentará? Preguntas ante
la crisis climática y alimentaria, del
Grupo ETC,
www.etcgroup.org/es/node/4952)
Pero la FAO no se preocupó por
esta notable falta, sino que consideró que
invitando a una decena de individuos de
organizaciones no gubernamentales
internacionales cumplía con la formalidad
participativa. La mayoría de esos invitados
seleccionados por FAO
son de organizaciones de las transnacionales de
la industria de los transgénicos (como
Croplife y
Biotechnology Industry Organization,
BIO) u
organizaciones de grandes agricultores
industriales y ONG e instituciones que son
favorables o turbiamente ambiguas a los
transgénicos. Como excepción, Pat
Mooney, director del
Grupo ETC, aceptó integrar
el comité de pilotaje de esta conferencia, luego
de mucha insistencia de parte del secretariado
de la FAO que
aseguró sería un proceso justo y neutral.
El 23 de febrero 2010,
Pat Mooney, Premio Nobel
Alternativo y uno de los más profundos
conocedores del trabajo de la FAO
desde hace 40 años, renunció públicamente a este
comité, luego de constatar que en todo el
proceso, la FAO
nunca tomó en cuenta ninguna de sus
observaciones y recomendaciones, pero sí usó su
nombre para justificar ante organizaciones
mexicanas que no les permitirían participar en
la conferencia, pero que Mooney
representaba sus preocupaciones.
Entre muchas otras ausencias
graves en los documentos, una de las más
ofensivas es el hecho de que aunque la
conferencia se realiza en
México, centro de origen
del maíz, la
FAO no se ha dignado incluir
en el reporte ni pedir cuentas al gobierno
mexicano sobre la contaminación transgénica de
variedades nativas. Ni sobre la ya ocurrida ni
la que ahora promete el gobierno con la
aprobación de 24 siembras experimentales de maíz
transgénico a favor de las trasnacionales
Monsanto, DuPont-Pioneer
y Dow.
Uno de los principales
organizadores de la conferencia,
Shivaji Pandey, por décadas
funcionario del Centro Internacional del
Investigación Agrícola sobre Maíz y Trigo (CIMMYT)
ubicado en Texcoco, México
y actualmente presidente del Grupo de Trabajo
sobre Biotecnología de la FAO,
contestó con una breve y aséptica nota a las
preocupaciones que dirigieron a la FAO
más de 1.500 organizaciones de 70 países
demandando que la FAO
debía llamar la atención del gobierno mexicano
ante la escalada de contaminación y restablecer
la moratoria, por ser centro de origen del maíz.
Pandey contestó con su mantra
que la biotecnología incluye muchas tecnologías
con gran potencial, y los transgénicos
sí algunos riesgos, pero que en definitiva era
un problema nacional. ¿Cómo puede un funcionario
de la FAO
considerar el centro de origen del maíz del
mundo -siendo además uno de los cuatro
principales cereales bases de la alimentación de
toda la humanidad- un problema nacional?
No hay en los documentos para la
conferencia ninguna mención a la gravísima
contaminación transgénica en centros de origen y
diversidad como México.
Sin embargo, los mismos funcionarios de
Cibiogem que en
México aprobaron en forma
irresponsable condonar la contaminación
transgénica pasada y aumentarla para permitir el
lucro de las trasnacionales, serán ponentes en
la conferencia de la FAO
¡en el tema de bioseguridad!. Seguramente no
mostrarán las críticas que han recibido de más
de 700 científicos contra la aprobación de
siembras de maíz transgénico (www.uccsnet.org).
Mientras tanto, afuera, en
calles, plazas y centros de Guadalajara y otras
partes del mundo, habrá una gran variedad de
actividades de la sociedad civil y
organizaciones campesinas para denunciar estas
falacias y defender, realmente, las alternativas
campesinas que necesitamos para enfrentar las
crisis. Definitivamente, no incluyen
transgénicos.
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