España
Libres de transgénicos
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La liberación de transgénicos al medio
ambiente supone riesgos para la biodiversidad. La contaminación genética de
variedades tradicionales o de especies silvestres, el incremento en el uso de
agroquímicos o las toxinas insecticidas que generan y afectan al resto de la
fauna y la flora son algunos ejemplos de ello. |
E
n estos momentos,
según el último informe del ISAAA (un organismo que sirve de
instrumento propagandístico a la industria de los
transgénicos) el 75% de los transgénicos que se cultivan
están modificados para ser tolerantes a herbicidas, el 17%
contiene un gen que produce una toxina que mata a la larva
del taladro; y el 8% restante posee las dos propiedades a la
vez.
Los transgénicos también suponen
un grave riesgo para la salud. Se ha demostrado, por
ejemplo, que provocan toxicidad en algunas proteínas,
generan resistencia a antibióticos en el hombre o aumentan
su potencial alergénico. El caso que mejor ejemplifica el
desconocimiento de los efectos en la salud de los alimentos
modificados genéticamente es el del Maíz Starlink. En el año
2000, se encontraron en la cadena alimentaria trazas de maíz
transgénico que no estaba autorizado para consumo humano y
que provocó graves problemas de reacciones alérgicas.
La rápida proliferación de
alimentos transgénicos contrasta con las pocas
investigaciones disponibles sobre impactos ambientales,
sanitarios y sociales. En los países donde se cultivan a
gran escala, como ocurre en EE.UU. y Canadá, se han detectado
plagas de insectos resistentes a la toxina de los
transgénicos, malas hierbas resistentes a los herbicidas y
ha aumentado el uso de agroquímicos.
En Europa, el cultivo comercial
de transgénicos se está llevando con mayor cautela. A pesar
de las presiones de la industria biotecnológica y de la
Administración norteamericana, la Unión Europea (UE) ha
aprobado hace unos meses un etiquetado muy exigente de los
alimentos modificados genéticamente. Además, ha interrumpido
el proceso para autorizar la contaminación de semillas
convencionales transgénicas y la moratoria a este tipo de
productos sigue hoy vigente.
Uno de los argumentos esgrimidos
por aquellos que apoyan el cultivo de transgénicos es el de
solucionar el problema del hambre. Sin embargo, Argentina,
el mayor productor de soja transgénica del mundo, es el
ejemplo más claro de que eso no es cierto. De los 37
millones de argentinos, 18 millones viven bajo el umbral de
la pobreza y las desigualdades sociales continúan creciendo.
Los cultivos de alimentos modificados genéticamente van
destinados a los mercados de países ricos del norte.
Tras el aumento y expansión de
los transgénicos hay inmensos intereses político-económicos
de grandes compañías como Monsanto, Syngenta, Bayer y Dupont.
En sus manos está el control del mercado de semillas
transgénicas. Sus intereses comerciales son los que mueven
al gobierno de EE.UU. ha tomar decisiones como la de poner una
demanda contra la UE. Estados Unidos considera que la
moratoria europea a los transgénicos es una barrera
comercial contra sus exportaciones.
Esos intereses económicos son
los que presionan e influyen de manera decisoria en
organismos internacionales como la Organización Mundial del
Comercio. Los alimentos transgénicos han dejado economías
enteras en manos de unas pocas empresas multinacionales.
Los cultivos transgénicos no
debería autorizarse mientras no se demuestre que no suponen
un riesgo para la salud y el medio ambiente. Y, por
supuesto, los consumidores deben tener derecho a elegir el
producto que quieren comer. Así, habría que indicar
claramente en el etiquetado de los alimentos cuáles han
utilizado transgénicos para su elaboración o contienen
derivados de animales alimentados con transgénicos. Hay que
imponer medidas para separar las cosechas modificadas de las
convencionales y exigir responsabilidades a las empresas
causantes de las graves contaminaciones genéticas que están
produciendo.
Organizaciones de todo el mundo
luchan cada día, y esa es la línea de trabajo a seguir, para
que los avances tecnológicos en el campo de las producciones
alimentarias beneficien a todos los habitantes del planeta
en un marco de transparencia y justicia.
Juan-Felipe Carrasco
Convenio La
Insignia / Rel-UITA
CCS. España
1 de
junio del 2004
(*) Responsable de Campaña de
Transgénicos de Greenpeace.
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