México
Lógicas perversas,
transgénicos
y servicios
ambientales
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Según Camila
Montecinos, de GRAIN en Chile, una de las cosas más
necesarias en la época que vivimos es mantener la
noción de lo absurdo, la capacidad de seguir
asombrándonos y no dejar que los embates de la
colonización neoliberal también nos colonicen la
mente. |
Es bueno recordarlo tras leer en La Jornada del 26 de
junio que el titular de la Secretaría del Medio Ambiente y
Recursos Naturales (Semarnat), Alberto Cárdenas, propone una
"apertura gradual a los transgénicos" con "zonas de
protección para las razas de maíz mexicano", bajo la lógica
de "trabajar adecuadamente con la biotecnología, para
convertir el cultivo de maíz en un emporio en el país donde
se originó el grano".
Sólo que México no ha tenido ni va a tener una
"apertura gradual" a los transgénicos: ha sido violentamente
invadido, contaminando muchas de las razas que dice que
habría que proteger, y no sólo en Oaxaca, sino en muchos
otros estados, por ejemplo en Puebla, donde el Instituto de
Ecología de la Semarnat encontró contaminación desde 2001.
Posteriormente, muestreos de comunidades campesinas e
indígenas junto con organizaciones de la sociedad civil
encontraron contaminación de maíces nativos en un mínimo de
nueve estados "al centro, norte y sur del país".
Posiblemente también existe en otros estados, pero no lo
sabemos porque no se han hecho pruebas o porque
intencionalmente no se han dado a conocer los resultados. No
se reconocen las cifras que existen, pero sin ningún dato de
la realidad que lo sustente se alega que los transgénicos
serían necesarios para aumentar la producción, porque "si
bien queremos que (los campesinos) sigan cultivando maíz,
como los tenemos ahora nunca van a salir de la pobreza",
afirma Cárdenas.
Sin embargo, los campesinos tienen otra opinión: saben
que su maíz está contaminado, por eso en todos los foros
donde se reúnen a analizar esta problemática demandan que se
paren las importaciones de maíz subsidiado de Estados
Unidos, competencia desleal y contaminante que los lleva a
la pobreza y ataca el corazón de la economías y culturas
campesinas e indígenas.
Promover y presentar los transgénicos como alternativa
en lugar de lo que es, un grave problema, no hace sino un
favor a las pocas multinacionales que los controlan,
aceptando en la práctica la privatización de los cultivos
campesinos mediante las patentes y el control monopólico del
mercado.
En el mismo artículo e idéntica tónica se cita a
Cárdenas informando que Semarnat dedicará 400 millones de
pesos al "pago de servicios ambientales" en el área forestal
y espera cubrir hasta fin de 2004 más de 300 mil hectáreas
con este sistema.
Los pagos de servicios ambientales se presentan como
un reconocimiento o estímulo a las comunidades para el
manejo "sustentable". Es muy cierto que las comunidades
indígenas, campesinas, forestales, pesqueras, aportan una
cantidad enorme de beneficios ambientales, sociales y
económicos, cuidando sustentablemente cuencas de agua,
bosques, semillas, plantas, y muchos otros elementos de la
biodiversidad, para bien de todos.
Asimismo es cierto que muchas veces no pueden seguir
haciéndolo, erosionadas por los impactos de políticas
adversas. Pero, en lugar de reconocer estos hechos
históricos y presentes, y como consecuencia reconocer,
fortalecer y respetar los derechos integrales de esas
comunidades a la tierra, recursos, la cultura propia y la
autonomía, se introduce un sistema de "pagos" a las
comunidades –o más bien a sectores dentro de ellas–, pero no
a todas, sino a las que sean "sustentables", según criterios
externos, definidos por agencias tan sustentables como el
Banco Mundial, organizaciones no gubernamentales
"conservacionistas" que les piratean sus recursos y los
propios gobiernos que les niegan sus derechos y provocan el
vaciamiento de las comunidades con sus políticas económicas.
Consiguen así que las comunidades o grupos dentro de
ellas compitan entre sí, abandonando muchas veces sus
propios cultivos y formas de manejo histórico y bajo su
control.
Lejos de ser un tema solamente del medio rural, se
introduce otro elemento más general y nocivo: la
biodiversidad, el agua, los bosques, el aire, pasan a ser
"servicios" que se compran y se venden.
Inicialmente "pagados" a través de aparentes
"premios", pero cuando éstos se cortan, alguien tiene que
seguir pagando. Se introduce así subrepticiamente la
mercantilización y privatización de recursos colectivos a
los que todos deberíamos tener derecho, respetando y
fortaleciendo a sus custodios históricos y sus formas de
vida, para entregarlos a los que los puedan pagar por ellos.
Para la mayoría de la población, éste es un tema menos
obvio que la contaminación transgénica del maíz. Sin
embargo, integran la misma lógica perversa: legitimar el
asalto a los bienes comunes y su privatización.
Silvia Ribeiro*
La Jornada, México D.F.
*Investigadora del Grupo ETC.
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