Del 13 al 17 de abril, la
Secretaría de Agricultura (SAGARPA) hizo
públicas 12 solicitudes de Monsanto para la
liberación experimental de maíz transgénico en
Sinaloa, Sonora y Tamaulipas, pese a que el
marco legal de bioseguridad en México está
incompleto y plagado de irregularidades.
Ante esto, Greenpeace interpuso una demanda contra los
funcionarios "que infringieron la Ley de
Bioseguridad y Organismos Genéticamente
Modificados, para modificar su reglamento y
permitir las siembras de maíz transgénico en
México, a pesar de que el país carece de un
sistema de salvaguardas de bioseguridad
eficiente y que es el centro de origen y
diversidad del maíz". La denuncia penal
interpuesta por Greenpeace es contra el
presidente Felipe Calderón; el secretario
de Agricultura, Alberto Cárdenas; el
secretario de Medio Ambiente, Juan Elvira;
y el secretario de Salud, Ángel Córdoba.
Es muy grave que además, la llamada "experimentación" no es
tal, porque al realizarse a campo abierto, la
contaminación por polen, insectos y viento,
ocurrirá inexorablemente, alcanzando otros
campos y milpas a corto o mediano plazo. Se
inaugura así la era de la contaminación
transgénica legalizada.
A nivel global,
hay más de 150 casos de contaminación
transgénica "accidental", comprobados en 42
países.
Hay estudios en México y otros países que
muestran que las variables para contaminación
son mucho más que las distancias de supuesto
"aislamiento". Pero el gobierno mexicano,
siguiendo los reportes de Monsanto,
asegura que justamente aquí, en el centro de
origen del maíz, nada de eso sucederá. El polen,
viento e insectos se comportarán de acuerdo con
los protocolos de Monsanto, aunque los
factores de riesgo se multipliquen por mil
debido a la enorme diversidad de maíces, de
polinizadores y de geografías.
Contrastando con esta apertura tan irresponsable, el 14 de
abril Alemania anunció que, por
considerarlo una amenaza al medioambiente,
prohíbe la siembra de maíz transgénico Bt
(Mon810 de Monsanto), sumándose a otros
siete países europeos que lo habían hecho antes.
Monsanto respondió con un juicio contra
ese país. Para las transnacionales, o hay
funcionarios que acepten sus condiciones, como
sucede en México, o los países no tienen
derecho a decidir según su propio criterio.
El mismo día, la Unión de Científicos Preocupados de Estados
Unidos (Union of Concerned Scientists-UCS),
dio a conocer el informe "Failure to Yield"
(Falta de Rendimiento), que analiza los
rendimientos de los cultivos transgénicos en ese
país –mayor productor mundial de transgénicos–
durante 20 años de experimentación y 13 años de
comercialización. Es el estudio más amplio y
minucioso realizado hasta el momento. Su
conclusión: pese a enormes costos, los
transgénicos no han contribuido a aumentar la
producción agrícola en Estados Unidos
y en cambio, otros enfoques convencionales y
orgánicos, han aumentado los rendimientos mucho
más.
La UCS
explica que en el caso de la soya, los
transgénicos han disminuido el rendimiento, en
el caso del maíz tolerante a herbicidas no
aumentaron nada y en el caso de maíz insecticida
con la toxina Bt, ha habido un ligero aumento,
un promedio de 0,2-0,3 por ciento anual, lo cual
significa un acumulado en promedio de 3-4 por
ciento al final de los 13 años,
registrado sobre todo en zonas de ataques muy
frecuentes de las plagas para la cual están
manipulados, que por cierto, no sucede en
México.
El dato más significativo es que el aumento total del
rendimiento del maíz en esos 13 años fue más de
13 por ciento, lo que quiere decir que 75-80 por
ciento del aumento de rendimiento del maíz en
Estados Unidos, se debió a otras variedades y
otros enfoques de producción que no fueron
transgénicos. O sea que si no se hubieran
sembrado transgénicos en Estados Unidos, el
total de producción de maíz hubiera sido mayor.
El reporte de la UCS está disponible en la red
electrónica en inglés. Seguramente esto no es un
impedimento para los funcionarios que aprobaron
ilegalmente el reglamento de bioseguridad, ya
que las solicitudes de Monsanto, en
"consulta pública" en el portal de Senasica
hasta el 13 y 20 de mayo, están parcialmente en
inglés. Un hecho insólito, que muestra aún más
claramente que la consulta es una farsa y no va
a dirigida a los que realmente resultarán más
afectados por la contaminación: los campesinos e
indígenas creadores del maíz que Monsanto
ha patentando, manipulado y ahora pretende usar
como contaminante. A las autoridades no les
importa lo que ellos y la mayoría de la gente
piensen: sólo se aceptarán opiniones
"sustentadas técnica y científicamente", según
su propia definición de ciencia y técnica,
obviamente.
Necesitan este tipo de farsa y manipulaciones legales, porque
saben que ni ellos ni Monsanto pueden responder
las cuestiones de fondo: ¿Por qué colocar en
riesgo al maíz, patrimonio genético y cultural
fundamental de México para "experimentar" con
cultivos que son más caros, rinden menos, usan
más químicos y generan mayor dependencia y
costos a los agricultores? Hay un sinnúmero de
otras alternativas que son más sanas, más
baratas, rinden más y no implican riesgos.
Silvia Ribeiro*
La Jornada, México
28 de abril de 2009
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