Maíz modificado genéticamente produce alteraciones

 en sistema inmunológico en ratones.

Nosotros: ¿lo consumimos?

 

Un nuevo informe del Instituto Nacional de Investigación del gobierno italiano publicado a mediados de noviembre sobre alimento y nutrición en “Journal of Agricultural Food Chemistry” revela que se han encontrado cambios significativos en el sistema inmunológico de ratones jóvenes y adultos que han sido alimentados con maíz transgénico MON 810.

En el estudio los ratones fueron alimentados a base de una dieta que contenía maíz MON810, y la población control de ratones, también integrada por jóvenes y adultos, fueron alimentados con maíz no transgénico. Ambas poblaciones fueron alimentadas durante 30 y 90 días.

Se detectaron diferencias significativas en alteraciones relacionadas al sistema inmunológico en los ratones alimentados con maíz MON 810, comparado con la población control de ratones alimentados con una dieta de maíz no transgénico. También se detectaron reacciones alérgicas e inflamaciones en los ratones alimentados con MON810, cambios que no fueron observados en los ratones alimentados con una dieta de maíz no transgénico.

Ambos maíces -el transgénico MON810 y el no transgénico- fueron producidos simultáneamente en campos vecinos, usando las mismas técnicas agrícolas y bajo las mismas condiciones climáticas externas y ambos tenían la misma composición nutricional.

La investigación plantea que los cambios observados en los ratones alimentados con el maíz transgénico MON 810 probablemente se debieron a la inserción de la secuencia de codificación de la proteína Cry1A, que confiere el rasgo de resistencia a ciertos insectos.

Los científicos concluyeron que los resultados obtenidos indican que el consumo del maíz MON810 indujo alteraciones intestinales e inmunológicas en los ratones. Los resultados sugieren la importancia de evaluar los posibles impactos del propio maíz transgénico, ya que las evaluaciones anteriores sobre impactos adversos de los transgénicos sobre el sistema inmunológico se habían enfocado casi exclusivamente sobre la proteína recombinante pura y no sobre todo el cultivo transgénico en sí.

En sus conclusiones, los investigadores sostienen que estos últimos resultados, junto con un número de otros estudios, han despertado inquietudes sobre la seguridad sanitaria de los alimentos trangénicos -tanto humanos como para animales- y fortalecen aún más la necesidad de adoptar precauciones antes de aprobar y liberar al mercado un producto transgénico para el consumo.

¿Los uruguayos comemos maíz Mon 810?

Este cultivo transgénico perteneciente a la compañía multinacional Monsanto fue autorizado en agosto del 2003 después de una gran resistencia llevada a cabo por quienes ahora son autoridades del actual gobierno -como el Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca Ernesto Agazzi y el vicepresidente Nin Novoa- así como por autoridades de la Universidad de la República y la sociedad civil organizada. En ese entonces se apeló al principio precautorio. Lamentablemente no se logró detener la autorización al cultivo del maíz Mon 810 ni a cumplir con el principio de precaución.

En la zafra 2007-2008, se sembraron 100.000 hectáreas de maíz transgénico. Uno de estos maíces es Mon 810. Al él se suma el maíz que entra desde Argentina y Brasil, que también cultivan este maíz, de donde es importado para consumo humano y animal. O sea, que lo estamos comiendo y mucho.

Estudios como el recientemente publicado sobre impactos en la salud de este cultivo transgénico lentamente salen a la luz pública. ¿No será hora de evaluar si nuestra población esta siendo afectada por el consumo de este transgénico?

 

ADITAL

Noticias de América Latina y Caribe

7 de enero de 2009

 

 

 

 

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