De Argentina a Australia, de Paraguay a Japón,
pasando por India, Filipinas Polonia, España o
Estados Unidos la “semana anti Monsanto”
movilizó a miles de personas.
A las manifestaciones se sumó además la “bomba
científica, política, sanitaria” e industrial”
que significó la revelación de una investigación
francesa que prueba que un tipo de maíz
transgénico utilizado por Monsanto,
asociado o no al herbicida Roundup, provocan en
ratas graves enfermedades y malformaciones que
llegan a costarles la vida.
Y lo que por lo general ocurre en las ratas
ocurre en los humanos, comentó uno de lso
autores del estudio independiente, Gilles
Eric Seralini, biólogo de la Universidad de
Caen, en el norte de Francia.
En total hubo cerca de 70 actividades en más de
30 países. Una de las principales tuvo lugar en
Estados Unidos, más concretamente en la
ciudad de San Luis, en el estado de Misuri,
donde la transnacional agroalimentaria tiene su
base de operaciones.
“Ocupa Monsanto”, se le llamó a esta
movilización global realizada en coincidencia
con el primer aniversario del movimiento “Ocupa
Wall Street” de denuncia del “capitalismo
depredador”.
“Entre los principales símbolos de este
capitalismo depredador figuran precisamente
empresas como Monsanto, que concentra
casi el 90 por ciento de los transgénicos
producidos en el mundo”, dijo uno de los
promotores de la jornada en Estados Unidos.
En
América Latina, destacó la movilización en la
provincia argentina de Córdoba,
donde algo menos de 10.000 personas
manifestaron en la noche del lunes 17 contra el
proyecto de la empresa de instalar (con apoyo de
los gobiernos local y provincial) una planta de
procesamiento de semillas de maíz en la ciudad
de Malvinas Argentinas.
“Le estamos diciendo no a Monsanto
por el currículo que tiene”, dijo Martín
Carranza, del colectivo Paren de Fumigar de
esa localidad.
Hubo
también movilizaciones en Paraguay,
donde organizaciones sociales vinculan a la
mayor productora de alimentos genéticamente
modificados del planeta con el “golpe de Estado
parlamentario” que destituyó al presidente
Fernando Lugo, hace tres meses.
Una de las primeras medidas que tomó el
reemplazante de Lugo, Federico Franco,
algunos de cuyos ministros tienen relación
directa con la transnacional, fue autorizar el
cultivo del algodón transgénico de Monsanto,
mantenida en suspenso por el gobierno anterior
en aplicación del “principio de precaución”.
Franco se apresta ahora a autorizar la
comercialización de semillas de maíz transgénico,
“y eso representarà la muerte de las semillas
nacionales”, dijeron esta semana dirigentes
campesinos paraguayos, que en su momento
hablaron del golpe contra Lugo como de
“el golpe de Monsanto”.
En Europa, hubo concentraciones y diferentes
tipos de actividades en Francia, España,
Alemania, Bélgica, Polonia, Irlanda.
En muchos de los países europeos la producción
del maíz transgénico MON810 de Monsanto
está simplemente prohibida. En marzo pasado,
Bélgica, Gran Bretaña, Bulgaria, Francia,
Alemania, Irlanda y Eslovaquia bloquearon
una propuesta de la presidencia danesa de la
Unión Europea de permitir la producción de
alimentos transgénicos en la región.
Ese mismo mes, en la ciudad francesa de Lyon, un
tribunal prohibió temporalmente la
comercialización del MON810, dando la
razón a un productor agrícola que había
denunciado los daños causados por un herbicida
asociado a ese producto entre la población de su
localidad.
El prontuario “francés” de Monsanto
consta además de un informe oficial del sistema
de Seguridad Social en el que se prueban unos
200 efectos dañinos para personas y medio
ambiente de los productos utilizados por
Monsanto.
También hubo protestas en Hungría, donde
el gobierno destruyó este año 1.000 hectáreas de
maíz modificado genéticamente introducido
ilegalmente por la transnacional, y en India,
donde tiempo atrás se produjo una ola de
suicidios de miles de productores agrícolas
endeudados y arruinados a raíz de los altos
costos de las semillas transgénicas
comercializadas por Monsanto.
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