Uruguay avanza en la elaboración de las bases para una
política nacional de bioseguridad, que tendrá a los
transgénicos (organismos genéticamente modificados) y su
presencia en el país como centro de atención. Sin embargo,
el proceso por el que atraviesan varias organizaciones,
instituciones de diversa índole y órganos de gobierno para
sentar las líneas generales que debería tener la nueva
norma, está lejos de ser llano. Más bien, todo lo contrario
Varias organizaciones ambientalistas
abandonaron la mesa de diálogo y la Cámara Uruguaya de
Semillas (CUS) las acusa de presionar al gobierno, que
sintió el impacto. La Asociación Rural del Uruguay también
se retiró y desde la Universidad de la República se señala
que el proceso de trabajo conjunto es positivo pero muy
lento. Otros actores son las Cooperativas Agrarias
Federadas, la Federación Rural, el Laboratorio Tecnológico
del Uruguay, varios ministerios y el Instituto Nacional de
Semillas.
En total suman más de 20 y confluyen en el Comité Nacional
de Coordinación (CNC), órgano de seguimiento del "Proyecto
Desarrollo del Marco Nacional de Bioseguridad", en
funcionamiento desde mediados de 2005 y que tiene como
objetivo la creación de la nueva ley.
A comienzos del año que viene todos los participantes del
Comité deberían tener prontos los documentos guías de la
nueva política nacional sobre bioseguridad, para que recién
en ese momento se pueda empezar a elaborar el proyecto
normativo.
El tiempo dirá si son capaces de ponerse de acuerdo.
Mientras tanto, la mayoría de los uruguayos ya manifestó su
rechazo a los transgénicos, como lo señalan los resultados
preliminares de una encuesta realizada por Factum y
encargada por el CNC.
De lo internacional
a lo nacional
El "Proyecto Desarrollo del Marco Nacional de Bioseguridad"
es financiado por el Programa de Naciones Unidas para el
Medio Ambiente y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial,
que impulsan proyectos de iguales características en más de
cien países.
La contraparte uruguaya es la Dirección Nacional de Medio
Ambiente (DINAMA), del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento
Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA).
A nivel nacional la ley existente en el país es el decreto
249/000, del 30 de agosto de 2000, que creó la Comisión de
Evaluación de Riesgos de Vegetales Genéticamente Modificados
(CERV), perteneciente al Ministerio de Ganadería,
Agricultura y Pesca.
Esa comisión funciona como asesora del Poder Ejecutivo en
materia de transgénicos y se encarga de analizar las
solicitudes de aprobación realizadas al país sobre nuevos
organismos genéticamente modificados.
Mucho más que
alimentos transgénicos
Los participantes del CNC se preocupan en aclarar que su
trabajo no se debe reducir a consideraciones sobre cultivos
y alimentos transgénicos. Una norma sobre bioseguridad debe
tener en cuenta todo tipo de organismos genéticamente
modificados, aclaran.
Se refieren, por poner solo un par de ejemplos, a que
también deben analizar la utilización en el país de
microorganismos o bacterias transgénicas, las que se pueden
usar para investigaciones científicas, entre otras cosas.
Sin embargo, lo que tiene que ver con semillas, plantas y
alimentos transgénicos centra gran parte de la atención de
las organizaciones, organismos gubernamentales e
instituciones que forman parte del CNC, por sus eventuales
impactos sobre el medio ambiente, la salud y la economía del
país.
Los diversos actores aclaran que están analizando dos
escenarios posibles: Uruguay sin transgénicos y Uruguay con
transgénicos. Con esa premisa, los integrantes del CNC se
dividieron y están trabajando en subgrupos.
El peor momento
Hace algunos meses varias organizaciones se retiraron del
CNC. Entre ellas se destacan REDES-Amigos de la Tierra, la
Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América
Latina (RAP-AL) y la Asociación de Productores Orgánicos del
Uruguay (APODU).
Las organizaciones explicaron que el gobierno no daba
señales claras de que realmente tuviera en cuenta sus
posiciones sobre los transgénicos y que su participación en
el CNC había perdido sentido.
El representante de APODU, Hugo Bértola, dijo a la diaria
que lo más grave fue que el gobierno no tenía en cuenta las
resoluciones del Comité. Explicó que en marzo de 2006 el CNC
resolvió por mayoría "pedir un gesto" al gobierno, que
incluía cinco puntos: suspensión o prohibición del maíz
dulce transgénico (una variedad de los permitidos Mon 810 y
Bt 11), suspensión de la investigación con trébol
genéticamente modificado, declaración de una moratoria
(prohibición) para nuevos eventos (como se llama también a
los transgénicos), reconsideración de los tres ya permitidos
y que se efectuara un mayor control de las importaciones de
granos.
El gobierno de Tabaré Vázquez suspendió en agosto el uso,
producción y comercialización de semillas de maíz dulce
genéticamente modificado, lo que las organizaciones
valoraron como muy importante.
Sin embargo, la no implementación de los cuatro puntos
restantes molestó a los grupos ambientalistas y de
productores orgánicos. "No es que no nos respondieron a
nosotros, no le respondieron al Comité", explicó Bértola.
El productor aseguró que algunas cámaras empresariales y la
Asociación Rural del Uruguay presionaron al gobierno para
que no firmara el decreto de moratoria a nuevos eventos
transgénicos.
La representante de REDES-Amigos de la Tierra, Karin Nansen,
dijo a la diaria que "no tiene mucho sentido estar dentro de
un comité que cuando decide cosas no se le tiene en cuenta y
no sabemos por qué razones".
"Nos queda la duda de si realmente está abierto el debate en
torno a los transgénicos o solo nos están entreteniendo",
señaló.
Nansen subrayó además la importancia del "principio de
precaución", que plantea "que el hecho de que no haya
certeza científica sobre los impactos negativos de los
transgénicos, no quiere decir que no haya que tomar
precauciones. Con la sola duda ya hay que tomar medidas".
Bértola agregó que el coordinador nacional del "Proyecto
Desarrollo del Marco Nacional de Bioseguridad", Marcos
Frommel, dio por hecho en algunos medios de comunicación de
que en Uruguay coexistirían transgénicos y no transgénicos.
"Se nos dio a entender que los transgénicos son una realidad
y que hay que coexistir con ellos. Quienes nos retiramos
pensamos muy diferente, eso es lo que hay que discutir
primeramente", dijo Bértola.
El integrante de APODU manifestó que existe la posibilidad
de que las organizaciones que se retiraron del CNC propongan
un marco nacional de bioseguridad alternativo.
"Creemos que el país debe estar libre de transgénicos y que
el marco legal tiene que partir de esa base", sentenció
Bértola. Pero aclaró que APODU se opone a los transgénicos
en la agricultura y en el procesado de alimentos, pero no a
todo tipo de transgénicos.
El coordinador
tiene la palabra
Marcos Frommel dijo a la diaria que el CNC está trabajando
en subgrupos, que tienen como objetivo "la identificación de
los componentes que van a ser incluidos en el marco nacional
de bioseguridad".
"Los grupos están empezando a producir documentos y están
intercambiando información", dijo Frommel. "La idea es que
el proyecto finalice en abril o mayo del año que viene y
después se pasa a una etapa de formulación de la ley",
agregó.
Para el coordinador del proyecto, "las organizaciones que se
retiraron se están perdiendo una oportunidad de realizar
aportes significativos a un marco que va a afectar a parte
de sus seguidores". Agregó que hace poco les escribió
pidiéndoles que participaran aunque sea desde fuera del
Comité.
"A veces el fundamentalismo en las posiciones lleva a
aferrarse a una idea. Pero a lo que llamo es al raciocinio y
a que las organizaciones vean que tienen una puerta
abierta", finalizó Frommel.
Diversidad de
opiniones
El gerente de la CUS, Daniel Bayce, considera que las
organizaciones están presionando al gobierno: "la misma
gente está atacando por varios frentes", dijo a la diaria,
refiriéndose a las manifestaciones de los grupos
ambientalistas en contra de las plantas de celulosa.
Bayce explicó que le preocupa que "otra vez esos grupos
empiezan a sentir que la cancha está flechada, que no hay un
ámbito de participación".
El gerente de la CUS cree que "es muy positiva la actividad
del Comité de Coordinación", porque juntó a todos los
actores de la sociedad que tienen intereses en el tema
transgénicos.
Sin embargo, Bayce se lamentó porque "las autoridades del
gobierno suspenden de hecho la normativa actual que
tenemos". "El decreto que regula la introducción de nuevos
materiales transgénicos (249/000) está vigente pero no se
están estudiando nuevos eventos, aunque hay solicitudes
realizadas hace más de un año y medio", señaló.
La CUS no puede decir que está a favor o en contra de los
transgénicos. "Esos organismos no pueden considerarse como
una cosa abstracta. Hay que analizar caso a caso, la
seguridad y conveniencia en cada oportunidad", explicó Bayce.
Dijo que, por ejemplo, con respecto a la soja y el maíz "no
hay discusión": aquellos eventos "que pasen por su
evaluación de riesgo y sean seguros tienen que entrar". Sin
embargo, Bayce se manifestó en contra del ingreso a Uruguay
de cebada transgénica, porque puede perjudicar
comercialmente al país.
Por su parte, el coordinador de la Unidad de Biotecnología
del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA),
Fabián Capdevielle, señaló a la diaria que el trabajo del
CNC es positivo y consideró que en Uruguay se ha reafirmado
el rol de las instituciones dedicadas a la investigación.
"Se afianzó esa visión de que hay que diferenciar cuando el
transgénico es parte de las herramientas con las que trabaja
un grupo de investigación, en una etapa en un laboratorio y
para generar datos", explicó.
Con respecto a los transgénicos vegetales, Capdevielle
señaló que el INIA participa en el ámbito de la CERV desde
el año 2000. "Se viene aplicando el concepto del análisis
caso a caso", dijo.
La representante de la Red Temática de Medio Ambiente (RETEMA)
de la Universidad de la República, Mercedes Rivas, manifestó
a la diaria que recién ahora, con el trabajo de los
subgrupos, se está "poniendo en negro sobre blanco" las
posiciones de los diversos actores del CNC.
Rivas, proveniente de la Facultad de Agronomía, considera
que la constitución del Comité es positiva. No obstante, se
lamentó porque el trabajado ha sido "demasiado lento".
La representante de la RETEMA dijo que el gobierno dio una
"muy buena señal" al prohibir el uso, producción y
comercialización de semillas de maíz dulce transgénico. "De
todas maneras, el tema de la moratoria a nuevos eventos está
pendiente", consideró.
Rivas explicó que "a la RETEMA le preocupa mucho el retiro
de las organizaciones del CNC, y creo que al MVOTMA también,
porque así el Comité no es un organismo representativo de la
sociedad y de los distintos sectores".
Consultada sobre la postura de la Universidad acerca de los
transgénicos, Rivas dijo que la Facultad de Agronomía tiene
un documento oficial aprobado en el que "critica la
aprobación de los eventos de maíz".
Agregó que "la RETEMA es muy crítica con los transgénicos,
aunque esto no quiere decir que sea la posición de la
Universidad".
José Elosegui*
14 de diciembre de 2006
Publicado en
el Suplemento de Medio Ambiente Nº 4 de La Diaria
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