Uruguay
Destruir el ambiente en
nombre de la soja transgénica |
El viernes 12 de
marzo los habitantes del departamento de Paysandú, en el
litoral oeste uruguayo, fueron impactados por una foto
publicada en el diario local El Telégrafo donde se aprecia
un tramo del arroyo Guaviyú tapizado de peces muertos a
escasos metros de un centro termal.
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Fotografía cortesía del periódico
El Telégrafo
de Paysandú, Uruguay. |
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Si bien la utilización de herbicidas e insecticidas y sus
efectos nocivos sobre el ambiente resultan relativamente
conocidos por los sanduceros (como se llama a los pobladores
de este departamento), la real dimensión de los desastres
ecológicos que estos elementos químicos producen se les hizo
patente el viernes último.
Aldo Bóffano, corresponsal de El Telégrafo en la localidad
de Quebracho, denunció en ese matutino que a partir del
domingo 7 –e incluso antes– vecinos de la zona vieron
bagres, bogas, dorados, y otros tipos de peces muertos en el
arroyo Guaviyú.
"Es como si todos los peces estuvieran muriendo", dijo un
lugareño a Bóffano, quien constató la presencia de peces
muertos "no sólo en las cercanías de la calzada que embalsa
el Guaviyú sino también a unos dos kilómetros aguas arriba,
en las costas de un predio donde hay una importante
plantación de cítricos" de la firma
Caputto.
Allí existe una toma de agua para el riego de esos plantíos
que fue clausurada hasta no determinar la calidad del agua.
También los productores pecuarios de la zona tomaron sus
precauciones y alejaron al ganado del arroyo por temor a
posibles intoxicaciones.
Sobre el mediodía del viernes 12, Rel-UITA logró contactar
telefónicamente a Jorge Ziminov, director de Higiene de la
Intendencia de Paysandú, quien se encontraba en las termas
de Guaviyú. Ziminov expresó que el responsable del centro
termal, Ruben González, realizó la denuncia el miércoles 10
por la noche, cuando comenzaron a aparecer peces muertos y
otros boqueando en el arroyo. González llevó muestras de
agua y peces que fueron congelados por disposición del
director municipal, quien elevó la denuncia al Ministerio de
Ganadería, Agricultura y Pesca.
Para Ziminov el desastre es consecuencia del lavado en el
arroyo de maquinaria y/o recipientes utilizados en
aplicaciones de agrotóxicos por parte de algún productor
rural aguas arriba.
Aún Ziminov no había logrado determinar "el punto" donde
comenzó la contaminación, pero señaló que en la zona se
planta soja y luego de la lluvia los productores realizan
aplicaciones con agrotóxicos. Lo mismo sucedió un año atrás
en la zona del arroyo Valdez, después que un avión fumigador
cruzó el curso de agua o se lavaron equipos en el arroyo.
Estos agrotóxicos, agregó el director, afectan
fundamentalmente a los peces con escamas que habitan aguas
más superficiales, como dorados, bogas, sábalos y mojarras.
La medida cautelar consistió en retirar los peces muertos
por medio de tarrinas y colocar una red a la altura del
puente para evitar que lleguen a las termas de Guaviyú. "No
quedan efectos secundarios en el agua y estos peces mueren
por su extrema sensibilidad", concluyó Ziminov.
Rel-UITA recorrió el área en horas de la tarde de ese día.
Vecinos coincidieron en señalar que pese a existir varios
establecimientos dedicados al cultivo de soja probablemente
la contaminación se inició en el establecimiento La Manea,
ubicado al nordeste del puente sobre el arroyo Guaviyú y
propiedad de una sociedad anónima integrada fundamentalmente
por ciudadanos argentinos. También afirmaron que
posiblemente el producto utilizado sea
cipermetrina.
Según Ruben González, más de mil quilos de pescado fueron
extraídos del arroyo y enterrados a por lo menos un
kilómetro de distancia del predio turístico, en una fosa
–cavada a tales efectos– de dos metros y medio de
profundidad. González aseguró que no se podía haber previsto
el hecho y que se actuó rápidamente, aunque lamentó no
contar con una lancha para recorrer el arroyo.
Técnicos de Rel-UITA confirmaron las sospechas de los
vecinos: el insecticida aplicado en esa zona a los plantíos
de soja es cipermetrina. Su estructura está basada en el
piretro, un insecticida natural contenido en las flores de
crisantemo, pero con una actividad biológica más alta y más
estable que su modelo natural. Fue sintetizada en 1974 e
introducida al mercado en 1977 por la transnacional
Shell, que
ha vendido desde entonces su producción de plaguicidas a
American Cyanamid.
Consultado al respecto por Rel-UITA, el técnico Sebastián
Pinheiro destacó que este piretroide actúa sobre las
enzimas, principalmente de la sangre. Cuanto más baja la
temperatura, más activo es, por lo cual en los peces e
insectos es particularmente eficiente. Resulta muy estable
en el medio ambiente y puede permanecer más de cinco años si
no hay reacciones con organismos vivos.
Pese a que se dice que los piretroides no son tóxicos, si se
toma una jeringa hipodérmica con un mililitro de solución de
deltametrina, sin ningún solvente, y se inyecta en una vena
el ataque cardiaco es fulminante.
El efecto de los piretroides sobre el sistema nervioso
central es investigado por científicos japoneses desde la
década de 80.
Los piretroides contienen isómeros ópticos, con toxicidades
especificas. Actualmente todos los plaguicidas son
sintetizados en países como China, Brasil, Indonesia, México
y Argentina, que no tienen la calidad que antes aseguraban
las operaciones efectuadas en los países de la actual Unión
Europea. Es por ello que las impurezas de fabricación
aumentaron.
"Por ignorancia yo tuve una intoxicación por piretroide en
un laboratorio; fue horrible, tuve alucinaciones durante más
de un mes Para desintoxicarse lo mejor es consumir mucho
jugo de frutas frescas, como limones, manzanas, peras,
naranjas", finalizó Pinheiro.
Carlos Caillabet
© Rel-UITA
17 de marzo de 2004
Fotografía cortesía del periódico El Telégrafo de Paysandú,
Uruguay.
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