(El negocio de Syngenta son varios tipos de plaguicidas y
semillas que incluyen las trans-génicas.
Syngenta introdujo por primera vez el maíz transgénico en
EE.UU. Según el mapa, Syngenta espera hacer negocio con la
soya en el cono sur.)
El
negocio del glifosato y el fin de la pampa argentina…
Como nunca antes, Argentina es hoy un país
insumo-dependiente pues sólo de Glifosato, herbicida vendido
por Monsanto, se usaron en el 2003 unos 150 millones de
litros. Además, el monocultivo de soya transgénica, con la
repetición irracional del sistema de siembra directa, sin
rotación ni laboreo, con un uso obligado, continuo y
creciente de plaguicidas, provoca una desertificación
biológica del suelo, como se evidencia ya en grandes áreas
de la pampa argentina y en otras menos fértiles.
Según comentarios del INTA (equivalente al INIAP) es
previsible un escenario con el suelo pampeano agotado por
completo en unos 30 años aproximadamente, como consecuencia
del monocultivo soyero. Para el genetista vegetal argentino
Walter Pengue el perjuicio que sufre su país por el
empobrecimiento del suelo originado en el cultivo de soya es
comparable a unos 2.000 millones de dólares anuales.
Por otro lado, las fumigaciones de los plaguicidas sobre
estos cultivos se hacen sin discriminación también sobre las
viviendas y sobre la población, con lo que se ha producido
cáncer, lupus, alergias, púrpura y otras enfermedades
vinculadas a la afectación del sistema inmunológico, en
varias zonas.
Una agricultura
sin agricultores
Otro aspecto tiene que ver con el proceso de concentración
de la tierra que está despoblando el campo e imponiendo una
agricultura sin agricultores, tanto por la destrucción de
las unidades de producción llamadas “tambos” cuanto por la
casi nula demanda de mano de obra: cada hectárea de soya
apenas produce 1 puesto de trabajo.
El control de
la alimentación
El complejo de la soya también uniformiza las prácticas
alimentarias y de salud de millones de personas: en la
Argentina de hoy, un 70% de los alimentos industrializados
tiene fuertes proporciones de soya transgénica, ya sea como
harinas, lecitina o como proteínas y aceites vegetales.
Más aún, se usa la soya para alimentar a los pobres con el
programa privado Soya Solidaria, que puede considerarse un
genocidio alimentario en la medida que afecta seriamente la
salud. Sin embargo, organizaciones como CARITAS persisten en
distribuirlo en los comedores de indigentes…
La soya transgénica no es un alimento apto para uso humano
sino un componente del alimento balanceado de los animales y
que numerosos informes pediátricos, nutricionales y hasta
gubernamentales insisten en la inconveniencia de usar la
soya para alimentar a menores de 5 años, a mujeres
embarazadas, a enfermos, a ancianos, y a indigentes.
La
soja también se extiende a Brasil
Similar a Argentina, podría surgir el Brasil soyero. Desde
1998 este país viene aumentando su producción de soya en
base a expandir la frontera agrícola sobre áreas naturales
generando un fuerte impacto ambiental y pérdida de
biodiversidad. Según el uruguayo Gerardo Evia, la soya
brasileña es muy competitiva porque el costo bajísimo de la
tierra prácticamente no cuenta, siendo ésta su “ventaja”
principal. En otras palabras, el departamento del Tesoro de
Estados Unidos subsidia a sus productores con dólares, y el
gobierno de Brasil permite destruir la biodiversidad.
Todo esto tiene que ver con el plan de convertir al Cono Sur
en una cuenca soyera con el impulso dado por el Banco
Mundial, desde fines de los años 80 cuando identificó las
tierras bajas bolivianas como lugar ideal para el cultivo de
soya.
El BID hizo su parte diseñando la Hidrovía, un mega-proyecto
rechazado desde hace años por miles de campesinos,
pescadores, movimientos sociales y ecologistas, que busca
conectar el sistema de ríos que confluyen en la zona del
Paraguay-Paraná, dragando y alterando profundamente partes
de estos ríos, para contar con una ruta fluvial apta para
embarcaciones de mayor calado.
En esos mismos años, la empresa estadounidense Cargill, una
de las mayores comercializadoras mundiales de granos,
adquirió un puerto sobre el río Paraná para sacar la soya
boliviana. Más tarde, otras dos empresas de EE.UU., American
Comercial Barge Lines y Ultrapetrol S.A. se unen para
establecer un puerto en Morrinhos, en el estado brasileño de
Matto Grosso.
El
maíz y el girasol, los nuevos productos
en la mira
transnacional
Antes de la proliferación de la soya transgénica no se
realizaron estudios de evaluación de riesgos ni se respetó
el principio de precaución, afirma Pengue, y advierte que
las consecuencias de esas omisiones son en buena medida
irreparables. Sin embargo, aquí no acaba el problema pues
está por pasar lo mismo con el maíz y el girasol, productos
en los que ya está puesta la atención de las corporaciones
transnacionales, sin que el estado ni las universidades
hagan los estudios necesarios antes del desarrollo de esa
producción, pese a que están para eso.
Biodiversidad
en América Latina
www.biodiversidadla.org
16 de abril de
2004