8 de abril
Día internacional de
oposición colectiva a los alimentos transgénicos
Uruguay: ¿País soberano? |
Cien
organizaciones internacionales declaran en más de 40 países
que el 8 de abril de 2006 será el día internacional de
oposición colectiva a los Organismos Genéticamente
Modificados (OGM). En este día se demostrará la oposición
global y constante a los alimentos y a las plantas
transgénicas..
Se ha elegido esta fecha porque coincide con la Convención de
Biotecnología en Chicago y el veredicto de la Organización
Mundial del Comercio relacionado con la disputa entre
Estados Unidos y Europa por el comercio de los OGM.
Introducción de los
cultivos transgénicos
En el año 1994 se comercializó el primer OGM en Estados
Unidos. Dos años más tarde se sembró 1 millón de hectáreas
de OGM en el mundo, concentrándose la mayor parte en Estados
Unidos. Diez años después hay 80 millones de hectáreas de
OGM sembradas principalmente en Estados Unidos, Canadá y
Argentina. La controversia está centrada en los beneficios
y riesgos de estos cultivos, tras doce años de
comercialización y diez años de cultivo a gran escala. Los
cultivos OGM utilizados a gran escala hasta ahora han sido
soja, maíz, algodón, canola y álamos.
Los transgénicos en
Uruguay
En Uruguay los OGM fueron introducidos en 1998 con la soja
RR, resistente al herbicida Roundup. La sociedad civil en su
conjunto no tuvo la oportunidad de discutir el tema,
incluyendo a las gremiales de productores, Universidad,
consumidores y ONGs. Este modelo productivo impuesto desde
afuera no se discutió a nivel del Poder Legislativo, como si
éste no fuera un tema de vital importancia para el
Uruguay Natural. Una vez más los intereses de las
grandes transnacionales primaron sobre la soberanía del
pueblo uruguayo.
La soja transgénica se introdujo sin consultar ni evaluar sus
riesgos. Desde su introducción ha habido un aumento
sustancial en el área sembrada. En la siembra 2005-2006 se
estima que ha alcanzado una superficie de 300.0000
hectáreas, desplazando a otros cultivos como el trigo, la
cebada y el sorgo. La soja es cultivada para su exportación
a Europa y Asía como alimento para animales y una pequeña
parte de ésta es utilizada en Uruguay en alimentos
procesados como aceite y alfajores, entre otros tantos.
El otro transgénico que se cultiva en nuestro país es el maíz
y ya se han aprobado dos variedades: el MON 810 de la
empresa Monsanto en el 2003 y el Bt 11 de Syngenta
en el 2004.
El avance de los
transgénicos
La introducción del maíz transgénico generó resistencia por
parte de la sociedad civil en su conjunto, desde autoridades
de gobierno, académicos de la Universidad de la República
-que plantearon que se suspendiera su introducción hasta que
se hicieran estudios científicos a nivel nacional- y
productores orgánicos que se verían afectados por la
introducción de este cultivo transgénico. Lamentablemente,
estas opiniones no fueron tomadas en cuenta y a la fecha se
han sembrado 22.000 hectáreas de maíz transgénico de las dos
variedades mencionadas anteriormente.
Las hectáreas de maíz transgénico sembradas en el país han
sido alrededor de 22.000 pero lo utilizado por la industria
avícola y ganadera en el país es mucho mayor que lo
cosechado, razón por la cual se importa maíz desde
Argentina como grano, introduciendo así otras variedades de
maíz transgénico aún no aprobadas en Uruguay.
Los impactos sociales y
ambientales
A 8 años de la introducción de los OGM en Uruguay estamos en
condiciones de decir que para Uruguay esto ha significado:
-Latifundización y extranjerización de la tierra por parte de
empresarios argentinos y brasileños, ya que gran parte del
territorio donde se sembró la soja ha sido arrendada o
vendida.
-Degradación y compactación de suelos por su uso continuado
(sin rotación) para la producción de soja y la consiguiente
aplicación de crecientes cantidades de fertilizantes
químicos, herbicidas y otros agrotóxicos.
-Uso masivo de agrotóxicos altamente contaminantes, tales
como el 2,4D, endosulfán, cipermetrina, entre otros,
afectando negativamente al suelo, agua y la salud de la
gente
-Desplazamiento de cultivos como el trigo, sorgo y cebada.
-La mecanización de las tareas ha dado lugar a una
agricultura sin agricultores y casi sin trabajadores.
-Ocupación de tierras que antes estaban destinadas a la
ganadería y que ahora son usadas para el cultivo de la soja.
-Imposición de cambio cultural en la alimentación,
específicamente en los alimentos procesados, sin que la
mayoría de la población esté siquiera informada. Este cambio
es aún mayor entre los más pobres, a quienes se les da, como
ayuda alimentaria, soja transgénica a través de la mal
llamada leche de soja y milanesas de soja.
Con la introducción de la soja y el maíz transgénico se ha
impuesto un modelo productivo y un cambio en la
alimentación. La sociedad civil no ha pedido los cultivos
transgénicos pero se les han impuesto, quitándole así la
posibilidad de elegir y decir lo que se quiere cultivar y
comer.
Quién se ha beneficiado
de esta tecnología
Los principales beneficiarios han sido las compañías dueñas
de las semillas, que además son las mismas que producen los
agrotóxicos que se utilizan en estos cultivos. La ganancia
no es tan solo producida por la venta de la semilla, sino
que además se debe pagar patente por el uso de la misma. A
partir de 2004 el gobierno ha autorizado a las compañías
dueñas de las semillas a firmar un contrato con los
agricultores por el pago de los royalties (uso de la
semilla, propiedad intelectual).
La imposición de estos cultivos nos ha dejado destrucción. En
cada grano de soja se va parte de nuestra riqueza hídrica y
del suelo. Hemos perdido la posibilidad de elegir lo que
deseamos cultivar y comer. El resultado final es la pérdida
de nuestra soberanía territorial y alimentaria.
En este momento en que en Uruguay está muy de moda hablar de
soberanía, sería importante que se pusiera en debate la
soberanía territorial y alimentaria y se discutiera la
extranjerización de la tierra y la destrucción de la misma.
María
Isabel Cárcamo
RAP-AL
Uruguay
5 de abril
de 2006
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