Los señores de la
genómica
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Aunque las corporaciones farmacéuticas se presentan
como los ángeles cuidadores de la salud y repiten
continuamente que hacen enormes esfuerzos de
investigación para hallar la cura de las enfermedades
que aquejan a la humanidad, la realidad es que la
mayor parte de su investigación y ventas están
dedicadas a producir drogas para gente sana. |
La lógica de la inversión es que las personas
enfermas o se curan o se mueren, pero, en cualquier caso,
dejan de ser clientes. La gente sana, en cambio, además de
ser la mayoría, siempre puede "mejorar", sobre todo si se
manipula el concepto de qué es lo "normal".
Según estadísticas de Estados Unidos, la fabricación
de fármacos para la diabetes en 2000 representó 2 mil 900
millones de dólares, mientras las ventas de las mismas
drogas, pero para bajar de peso, son de 33 mil millones de
dólares anuales. Y este último mercado crece a razón de 8
por ciento anual. La venta de fármacos para tratamiento de
Alzheimer se calcula actualmente en 3 mil 600 millones de
dólares. Pero reformulados como drogas "inteligentes" o de
"mejoramiento cognitivo", supuestamente para aumentar la
memoria, la concentración, disminuir el cansancio, etcétera,
vendieron 94 mil 500 millones de dólares en 1995. Las
medicinas para la disfunción eréctil diagnosticada
médicamente se calculaban en 70 millones en 2000; sin
embargo, Viagra sola vende más de mil millones de dólares
por año, y ya han surgido varias otras similares que, como
dice la propaganda, "no son para los que no pueden, sino
para los que quieren más".
El entusiasmo de la industria farmacéutica por las
drogas para gente sana tiene una larga historia. Parke
Davis (ahora Pfizer) dedicó en 1892 un libro de
240 páginas para convencer a los médicos de los usos
benéficos de la cocaína. Bayer fue uno de los más
tempranos entusiastas de las anfetaminas, y en su larga
historia trajo al mundo dos de los éxitos comerciales más
grandes de la historia: la aspirina y la heroína. Sandoz
(ahora Novartis) inventó el LSD. A mediados del siglo
XX, la industria mezclaba regularmente barbitúricos y
anfetaminas en las drogas para dietas, para que los
pacientes se mantuvieran en la dieta y siguieran consumiendo
sus productos.
Pese a que han cambiado los productos, la filosofía
sigue siendo la misma, pero ahora con un nuevo empaque que
está dando enormes dividendos a la poderosa industria
farmacéutica, bajo nuevos conceptos como el "mejoramiento
del desempeño humano" y lo que llaman "medicina
personalizada".
La base es la genómica, o sea, el mapeo de los genes
de los organismos vivos y el conocimiento de sus funciones,
por ejemplo posibles asociaciones de determinados genes con
la mayor o menor disposición a enfermedades. Ya se han
identificado cientos de genes vinculados con dolencias. Uno
de los métodos de identificación de mayor o menor
resistencia está en las variaciones genéticas que tienen
todos los seres de una misma especie, por ejemplo, en los
seres humanos, lo cual ha llevado a la "caza de genes" de
los grupos humanos que por razones geográficas, históricas o
culturales mantienen ciertos tipos de genes, y que en su
mayoría son grupos indígenas.
Lejos de ser un tema "científico", la investigación
genómica está ampliamente dominada por los intereses
comerciales y la industria trasnacional: actualmente 42 por
ciento del sector de biotecnología y genómica a escala
mundial está en manos de sólo 10 empresas, estrechamente
ligadas al sector farmacéutico.
La posibilidad de desarrollar fármacos ligados a
ciertos genes daría en teoría la posibilidad de "diseñar"
drogas específicas para cada ser humano, bajo la condición
de que además entregáramos –o tomaran– nuestra información
genética, lo cual tendría un amplio espectro de
consecuencias éticas, pero también económicas y políticas,
por muchas razones, entre ellas la base que establece para
la discriminación genética.
"Mejorar el desempeño humano" a partir de los genes, y
de fármacos ligados a éstos, abre perspectivas comerciales
inmensas, sobre todo porque si entregamos la definición del
concepto de ser humano a la industria farmacéutica nunca
nadie será "normal": siempre podemos ser mejorados para
seguir consumiendo sus productos.
Es imposible separar la investigación científica hoy
en día del contexto empresarial global y sus intenciones, ya
que la abrumadora mayoría de ella, aun en instituciones
públicas, está financiada por estas mismas empresas. México
y Brasil, los dos países latinoamericanos que tienen
proyectos de investigación en medicina genómica, no son
excepciones. El Instituto de Medicina Genómica en México
está estrechamente ligado a estos intereses, por ejemplo a
través de Funsalud, que integran varias de las empresas
farmacéuticas más grandes del mundo. Un folleto de esta
institución, titulado Oportunidades para la industria
farmacéutica en el Instituto de Medicina Genómica de México
(traducido al inglés por cortesía de Novartis),
aclara para las industrias farmacéuticas globales que el
trabajo de este instituto pone a su disposición "60
diferentes grupos étnicos" presentes en la población de
México, "lo cual anticipa una sólida plataforma para el
desarrollo exitoso de la farmacogenómica en México".
Estos aspectos vitales han estado ausentes de la
discusión pública, opacados por una dicotomía falsa sobre el
uso de las células troncales: no hay contradicción de
intereses de fondo entre quienes quieren limitar la libertad
de elección de las mujeres a concebir o no, y quienes
quieren controlar esas mismas células para limitar la
libertad de todos a manos de las empresas trasnacionales.
Silvia Ribeiro*
22 de julio de 2004
* Investigadora del Grupo ETC.
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