Uruguay
                    
                      
                      
                        
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							Uruguay prohíbe el 
							uso de nueve plaguicidas 
							
							Un 
							paso adelante, pero insuficiente | 
                      
                      
                     
                    
					
					
					Para el técnico del Departamento de Agroecología de la UITA, 
					Leonardo de León, la decisión del gobierno uruguayo de 
					prohibir la introducción, producción y comercialización de 
					nueve plaguicidas de alta toxicidad constituye un paso 
					importante en la buena dirección, pero que debe ser 
					complementado por otros.
					
					
					 
					
					La resolución, tomada el lunes 9, incluye sanciones graduales 
					a los infractores, como multas, el decomiso de las 
					sustancias utilizadas y hasta la suspensión por 180 días de 
					las habilitaciones para el ejercicio de sus actividades.
					
					 
					
					Las sustancias prohibidas son parte del grupo de 
					Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP), identificados 
					como causantes de graves afectaciones de la salud humana y 
					del medio ambiente. Ellas son aldrina, clordano, dieldrina, 
					endrina, heptacloro, hexaclorobenceno, dodecacloro, toxafeno 
					y DDT. 
					
					 
					
					-¿Qué 
					opinión le merece esta resolución gubernamental?
					
					-Este decreto cumple con el Convenio de Estocolmo de 2004, 
					por el cual los países firmantes, entre ellos Uruguay, se 
					comprometen a eliminar el uso de COP.
					
					 
					
					Es un avance en el marco de un proceso de transición hacia la 
					búsqueda de un modelo de producción que entre otros aspectos 
					sea cuidadoso con el ambiente y con la salud, pero en 
					Uruguay se siguen utilizando otras 43 sustancias químicas 
					altamente tóxicas prohibidas o restringidas en otros países. 
					Es decir que se está apenas en el inicio de un proceso de 
					eliminación de unas sustancias que son, además, 
					perjudiciales económicamente a los agricultores de este 
					país.
					
					 
					
					Ahora habrá que ver en qué consiste el plan de implementación 
					del Convenio, que el gobierno tiene a estudio. Nosotros 
					aspiramos a que en él estén involucrados no sólo los 
					organismos públicos competentes sino también los diversos 
					actores vinculados a este tema, como las empresas del 
					sector, los agricultores, las gremiales de agricultores, y 
					los sindicatos de trabajadores rurales.
					
					 
					
					-¿Se 
					sabe cuál ha sido el criterio para prohibir estos nueve 
					agrotóxicos y no otros?
					
					-Estos nueve están comprendidos en el Convenio de Estocolmo, 
					referido específicamente a los COP, sustancias químicas 
					solubles en agua que se acumulan en los tejidos grasos de 
					animales y humanos y causan trastornos endócrinos y otros 
					perjuicios a la salud humana. Otros convenios, como el 
					Protocolo de Montreal, se refieren a sustancias agotadoras 
					de la capa de ozono, como el bromuro de metilo, y otros a 
					otro tipo de productos tóxicos. Hay que actuar a todos los 
					niveles.
					
					 
					
					-Además 
					del plan de implementación, ¿qué medidas esperan del 
					gobierno y qué acciones deberán seguir organizaciones como 
					UITA, REDES-Amigos de la Tierra y la Red de Acción contra 
					los Plaguicidas-América Latina (RAP-AL), que desde hace años 
					actúan conjuntamente en el estudio y la denuncia de la 
					utilización de estos productos tóxicos?
					
					-Estamos en un buen momento para discutir un nuevo modelo de 
					producción en Uruguay. Tenemos la oportunidad de comenzar a 
					desarrollar políticas agrarias que tengan en cuenta la 
					promoción de la agricultura familiar, la descentralización y 
					la diversificación de la producción, la descentralización de 
					mercados, el desarrollo de tecnologías más amigables con el 
					ambiente, de la agroecología... Podemos ir definiendo una 
					alternativa a un modelo productivo vigente hace tantas 
					décadas, que no sólo utiliza estos agrotóxicos sino que 
					excluye a la mayoría de los agricultores. Está igualmente en 
					juego el tema de la tierra, la identificación de proyectos 
					socialmente incluyentes en el sector rural que apunten a la 
					generación de trabajo de calidad y a la seguridad 
					alimentaria de nuestra gente. En definitiva, estamos en un 
					buen momento para desarrollar políticas más globales en el 
					marco de un nuevo modelo productivo.
					
					 
					
					-¿El 
					gobierno es sensible a estos planteos?
					
					-Está en esa vía, pero debe tomar conciencia de la urgencia 
					de actuar globalmente. REDES-Amigos de la Tierra, RAP-AL, y 
					la UITA elaboramos recientemente un trabajo sobre el impacto 
					de los agrotóxicos en la salud de poblaciones vinculadas a 
					actividades agrícolas. El Centro de Información y 
					Asesoramiento Toxicológico del Hospital de Clínicas, una 
					dependencia de la Facultad de Medicina de la Universidad de 
					la República, registra 1.400 consultas por año por 
					exposición a plaguicidas, y cifras similares maneja el Banco 
					de Seguros del Estado. Eso quiere decir que ya hay 
					evidencias claras, contenidas en informes de organismos 
					públicos, del mal que provocan los plaguicidas. 
					
					 
					
					Rubén 
					Yizmeyián
					
					© Rel-UITA
					
					13 de 
					octubre de 2005