Ingeniería del saqueo
En el sector
forestal, dice a BRECHA Hugo de los Santos, secretario
general del SOIMA, los accidentes de trabajo son comunes
debido al alto grado de informalidad imperante. La mayoría
de las contrataciones son "de palabra", no se aporta al BPS
y cuando hay aportes se realizan por 12 o 13 jornales al mes
con salarios mínimos.
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Las remuneraciones son harto bajas: se paga a destajo,
tanto por el corte como por el pelado del árbol o tareas
conexas. En el mejor de los casos un monteador cortando o
pelando árboles de sol a sol puede juntar unos 150 o 180
pesos, pero es habitual que gaste más de la tercera parte
del jornal en la comida que le vende el patrón en un almacén
montado en el campamento donde viven los trabajadores
mientras dura la zafra. Allí generalmente no hay agua
potable ni energía eléctrica, no hay camas y se duerme en un
saco de dormir o sobre una manta en el suelo. Algunos
"privilegiados" improvisan hamacas o poltronas bajo carpas o
aripucas precarias construidas con ramas, chapas, cartones y
nailon. Hay obreros que al final de una jornada rescatan 50
pesos y hay quienes trabajan por el plato de comida.
Trabajar en las forestadoras es tanto o más brutal que
"andar a monte".
Comedor para
trabajadores:
de parado y en el barro |
Esta situación es favorecida por la cadena de
contratistas y subcontratistas que conforman, según De los
Santos, "una fina ingeniería del saqueo". Contratista
–explica– "es un gran empresario que sólo tiene una mesa,
una secretaria y una computadora, el subcontratista es aquel
que va al monte. La empresa contrata a un contratista para
que haga tareas de corte, raleo, poda, pelado o lo que sea
necesario. El contratista, a su vez, subcontrata. El
subcontratista puede contratar obreros o contratar, a su
vez, a otro subcontratista. La cadena se hace larga y cuando
llega al trabajador el salario es una migaja".
En los campamentos el subcontratista trabaja a la par
que los demás operarios y en general suele tener amistad con
los obreros, "lo que hace más difícil la posibilidad del
reclamo".
Pero el sindicalista no responsabiliza a los
empresarios sino "al Poder Ejecutivo", que no controla la
situación ni hace cumplir el decreto 372, ese que obliga a
los contratistas a registrarse en el Ministerio de Trabajo y
a registrar a los obreros que contrata. El gobierno también
es responsable de asimilar el trabajo industrial de los
forestales al de los peones rurales: mientras en la
industria se paga un salario que promedia los cinco mil
pesos mensuales, el ingreso de un peón rural "anda en los
1.200", explicó.
Tampoco hay control oficial sobre las irregularidades
y las violaciones de los derechos laborales. Según De los
Santos el MTSS "está prácticamente desmantelado: no hay
rubros para inspecciones (véase entrevista de Carlos
Amorín), no hay vehículos, no hay plata para pagar los
viáticos de los inspectores y éstos no inspeccionan. En el
monte impera la ley de la selva porque las leyes que amparan
a los trabajadores no se aplican".
Situaciones como las denunciadas "no son la excepción
sino la regla", lamentó Anahit Aharonián, vocera del grupo
Guayubira. En mayo pasado "denunciamos la situación del
trabajador forestal que se encadenó en la plaza de Mercedes
mientras con su huelga de hambre reclamaba por sus derechos
y los de sus compañeros". El 5 de agosto, también en
Tacuarembó, en un predio de la empresa Cofusa, falleció
Carlitos Ducasse, golpeado por un árbol. La mayoría de los
accidentes se produce por la ausencia de medidas de
seguridad y la falta de capacitación de operarios, capataces
y contratistas.
El trabajo "en negro", por lo demás, dificulta, cuando
no imposibilita, los reclamos de asistencia médica y pago de
jornales durante el período de recuperación.
Un doble abuso:
por trabajador rural y
por pobre |
El Primer Encuentro de Trabajadores de la Cadena
Forestal Maderera, realizado el 22 de octubre en la sede del
PIT-CNT, reclamó la instalación de un ámbito tripartito de
toda la rama para laudar salarios y condiciones de trabajo
en el sector. En el encuentro, la Asociación de Inspectores
del Trabajo (AITU) denunció que sólo el 3 por ciento de las
inspecciones se realiza en el sector forestal, lo que no
permite controlar en forma adecuada el cumplimiento de la
legislación vigente.
A vía de ejemplo de la plusvalía generada por los
trabajadores forestales se divulgó que en un proceso de
trabajo que supuso una inversión de 400 mil dólares le
fueron encomendados al contratista principal trabajos por 90
mil dólares. Quienes cumplieron las tareas recibieron un
total de 2 mil dólares, equivalentes al 0,5 por ciento de la
inversión total y al 2,2, de lo percibido por el
contratista.
Uno de los participantes en el encuentro advirtió que
en Cuchilla de la Palma (Tacuarembó) un trabajador fue
multado por llegar tarde con la obligación de podar cien
árboles.
El encuentro proclamó que la negociación colectiva
obligatoria para las partes "es una de las formas de superar
los abusos laborales a que son sometidos los trabajadores
forestales".
© Rel-UITA
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