23.03.01
El
ALCA y las reivindicaciones de los pueblos indígenas
El Acuerdo de Libre Comercio, en la sombra |
El
Gobierno de Fox pretende imponer el Plan Puebla Panamá aprovechando la
salida del EZLN de la Selva Lacandona. Marcos comprendió que no iban a
aprobar los Acuerdos de San Andrés y amenazó con retirarse a Chiapas si el
Congreso mexicano no cumplía la palabra empeñada por el presidente de escuchar
y dialogar con los representantes del EZLN. En el último instante y por
la mínima, el Congreso ha aprobado ceder la tribuna a los zapatistas.
¿Por
qué tantos inconvenientes por abrir un espacio al diálogo y a las
reivindicaciones indígenas? ¿Por qué los Acuerdos de San Andrés
despiertan tanto recelo?
Entre
la vorágine de declaraciones y acontecimientos políticos que suceden en México
estos días, es importante no perder la perspectiva del proyecto económico que
Fox quiere impulsar y que forma parte de una estrategia continental, avalada por
Estados Unidos. El Plan Puebla
Panamá
se presenta como instrumento de pacificación y desarrollo, pero forma parte de
un proyecto geoestratégico en el que participan sectores financieros y
multinacionales. EEUU trata de intervenir en el conflicto de México para
favorecer a las transnacionales del petróleo; facilitar la privatización de la
energía eléctrica, agua y gas; proteger a los terratenientes empeñados en un
desarrollo extensivo y hacerse con las riquezas en biodiversidad de la selva
Lacandona y del Corredor Biológico que llega hasta Panamá. Con este Plan se
anuncia la creación de empleos para "una fuerza de trabajo sin capacitación".
Fox habilitará el sureste mexicano con una política de exenciones fiscales y
subsidios a las empresas, ofreciéndoles mano de obra indígena barata y sin
cargas sociales.
Los
EEUU tienen, desde antiguo, el propósito de controlar la economía de todo el
continente americano. Durante años, les fue bien tratando a América Latina
como el "patio trasero" donde nadie se movía gracias al control de
los líderes corruptos al servicio de las oligarquías. Cuando esto no bastaba,
surgían los golpes de Estado militares, coordinados desde Washington y
provistos con oficiales 'formados' en la Escuela de las Américas. Foster
Dulles, Kissinger, el viejo Bush y tantos otros saben mucho de esto. Hubo que
destruir las molestas experiencias socializantes y para ello, EE.UU. no dudó en
violar las soberanías de los Estados y el sacrosanto principio de no intervención.
¿Se imaginan que un Estado actuase con los EEUU del modo que ellos han hecho
con los latinoamericanos? Lo bombardearían, lo invadirían y lo dejarían
mermado. Como pretenden hacer con Colombia. O ayudaron a hacer con el pueblo
palestino. Entre otros.
Después
de su política intervencionista, vino en 1994 el Tratado de Libre Comercio
(TLC) para asegurar el control de las reservas petrolíferas, hídricas y de
materias primas en Canadá y en México. Pero no era suficiente. Para ello, fue
lanzado, en diciembre de ese mismo año, el Área de Libre Comercio de las
Américas (ALCA) que incluye a los demás países
latinoamericanos, con la excepción de Cuba. Con una población de 800
millones de habitantes y un PIB combinado de 11 billones de dólares, el ALCA
conformaría la zona de libre comercio más grande del mundo para controlar toda
la economía, la política y las vidas de todos los pueblos latinoamericanos.
Urgidos por la Cumbre de las Américas, a celebrarse en Québec (Canadá), en
abril próximo, pretenden adelantar el lanzamiento del ALCA del 2005 al
2003.
Las
reivindicaciones indígenas recogidas en los Acuerdos de San Andrés son la antítesis
del ALCA y el Plan Puebla Panamá. Desde el alzamiento del EZLN el
1 de enero de 1994 han intentado inutilizar a los zapatistas
militarmente, con ayuda de paramilitares al servicio de terratenientes de
alma charolada. No lo lograron ni Salinas ni Zedillo. Llegó Vicente Fox y,
haciendo honor a su nombre, actuó con astucia, aunque sigue creyendo que
fue él quien logró sacar de la selva Lacandona a Marcos y a los comandantes
cuando fueron éstos los que comprendieron que había llegado el momento de
utilizar su potencial mediático que había trascendido las fronteras mexicanas.
Los
senadores del PAN y del PRI intentaron contener su facundia hasta que los
tuvieran en el Zócalo. Después, pretendieron ningunearlos y les presentaron el
Plan Puebla Panamá como panacea. Desde las universidades y los medios de
comunicación de medio mundo contemplamos atónitos semejante flojera mental. ¿No
habían reclamado los políticos mexicanos que el EZLN volviera a los
cauces de la legalidad y el diálogo? Nunca se dispuso de una mejor oportunidad
para saldar la deuda histórica con los pueblos indígenas de México y parecía
desperdiciarse.
Desde
las universidades de muchos países seguimos día a día la experiencia
zapatista. Lo mismo sucede en las más importantes ONG y grupos civiles que
alimentan el tejido social y tienen voz en los medios de comunicación. No
se trata de pobres diablos de izquierda alguna vergonzante. Es algo más, mucho
más. Hoy ya no se puede delinquir ni avasallar impunemente. Algo bueno tenía
que tener la globalización. Somos millones las personas que, cualificadas
intelectual y socialmente, no tenemos reparo alguno, antes al contrario, en
decir "Nosotros también somos Marcos". Quizás el amanecer esté
más cerca de lo que piensan los que medran en la negrura de la noche.
Fox
pretende firmar la "pacificación" con el EZLN como
"corolario de la paz". De ahí la sorpresa ante el anuncio de Marcos
de regresar a la selva por las demoras en el cumplimiento de los Acuerdos. La
paz en Chiapas pasa por la aprobación de la Ley de derechos Indígenas sin
demoras ni cortapisas.
Autor:
José
Carlos García Fajardo
Profesor
de Pensamiento Político y Social y
Presidente
de la ONG Solidarios
23 de marzo de 2001
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