Los 
          muertos a causa del Nemagón (bananeros) y de la Creatinina (cañeros) 
          aumentan cada día, y no son sólo números, sino seres humanos caídos a 
          causa de la desesperada necesidad de trabajar y ganar un sueldo 
          miserable que ni siquiera alcanza para matar el hambre de la familia. 
          Ahora son 903.
          
           
          
          
          Como ocurre a menudo en esta parte del mundo, el trabajo 
          en condiciones infrahumanas, mal pagado y sin la esperanza de que 
          pueda permitir un mejoramiento real en las condiciones de vida de la 
          familia no es una excepción, es la regla.
           
          
          Si a esto agregamos que a la frustración se suma el 
          contacto con agrotóxicos venenosos, el cuadro está completo. Los 
          trabajadores y trabajadoras en lucha acampando ante la Asamblea 
          Nacional de Nicaragua saludaron por última vez a Bernardo Ríos, líder 
          bananero que hasta hace pocos días coordinaba uno de los grupos que 
          todavía resisten en la “Ciudadela del Nemagón”.
           
          
          Murió en el hospital al que fue conducido de urgencia 
          después de semanas de campamento, expuesto al sol calcinante del abril 
          nicaragüense, al frío de la noche y a la escasa alimentación. El 
          cáncer del cual sufría hacía tiempo a causa de la exposición al 
          Nemagón durante sus años de trabajo no le dio tregua. Según el conteo 
          es el número 903,  pero se sospecha que son muchos más. 
          Ese adiós fue una escena acongojante en la que 
          participaron miles de personas y decenas de medios de comunicación que 
          nunca faltan cuando se trata de difundir muerte y desolación.
           
          
          Los miles de presentes se estrecharon entorno a la familia 
          de Bernardo que aceptó traerlo aquí, en medio de sus compañeros y 
          compañeras, para un último saludo.
           
          
          Desde el inicio de la “Marcha sin Retorno”, hace un mes y 
          medio, han muerto 80 personas. Dos vidas perdidas cada día. Sumando 
          los dos sectores en lucha, cañeros y bananeros, los muertos ya son 2 
          mil. En este momento más de 40 personas están en el hospital de 
          Managua y otros fueron enviados de regreso a sus casas porque era ya 
          no podían permanecer en el campamento. Un exterminio aún más feroz 
          cuando se suma el vergonzoso consentimiento de las instituciones.
           
          
          Cada vez que releo el primer documento escrito a principio 
          de 2001, durante una entrevista con Victorino Espinales, me parece 
          increíble que hace apenas cuatro años las víctimas del Nemagón eran 
          110. Como dice Victorino, La lucha de hoy no es más por la 
          indemnización, o por una respuesta del gobierno o de los diputados, es 
          para rescatar y preservar la vida, y ya no sabemos qué hacer para que 
          la gente lo entienda”.
           
          
          La gente apretó las filas ante este enésimo drama y cada 
          uno recordó íntimamente a sus seres queridos que no están más, y pensó 
          cuándo será su turno.
           
          
          Poco después llegó la noticia de que la embajada 
          estadounidense negó la visa de ingreso a las personas designadas que 
          debían ir a Los Ángeles para presenciar el proceso contra las 
          transnacionales. Ninguna explicación, sólo un “no” definitivo.
           
          
          Es país que se precia de ser el más democrático del mundo, 
          demostró una vez más de qué es capaz para defender los intereses 
          comerciales de sus poderosas empresas.
           
          
          
          “Estamos aquí para expresar nuestra solidaridad con la 
          familia de Bernardo Ríos, un compañero bananero que trabajó durante 
          los años 70 en la finca ‘Alfonso Angelina’. Un hombre especial, porque 
          también luchó contra la dictadura somocista. El era nuestro dirigente, 
          y hoy hacemos nuestro el dolor de su familia. Las culpables son las 
          transnacionales Standard Fruit, Dole, Dow Chemical y las otras empresas 
          que fabricaron y usaron este producto mortal.
          
          
          
          En estos últimos dos años nuestro hermano Bernardo ha 
          estado en una lucha permanente con
          
          cáncer que lo llevó a la muerte. 
          Hoy es parte de los 903 compañeros y compañeras muertos. Sabemos que 
          en días próximos, cualquiera de nosotros seguirá su camino y que en 
          Nicaragua las instituciones continúan desinteresadas en este caso. 
          Queremos denunciar que el gobierno, los diputados, las transnacionales 
          y la embajada estadounidense han elaborado un plan para doblegarnos, 
          negándose a darnos una respuesta, abandonándonos a la intemperie y 
          apresurando nuestra muerte. Parecería que la única que nos quiere 
          recibir es la tumba. Queremos consignar ante los medios de 
          comunicación la lista de las personas muertas en los últimos dos 
          meses. Son 82, lo que indica una altísima mortalidad entre los 
          bananeros. Consignamos también otra lista de 78 compañeros que 
          actualmente están en el hospital o en sus lechos y que están muriendo. 
          Llamamos a toda la sociedad nicaragüense a luchar contra el uso 
          indiscriminado de productos químicos que el gobierno permite.
           
          
          Queremos decirle a Bernardo que su muerte no será 
          olvidada, como ninguna de las demás 902 víctimas. Continuaremos 
          luchando hasta que llegue el día en el cual derrotaremos a las 
          trasnacionales criminales, y a los vergonzantes diputados, ministros y 
          al gobierno que no ha querido hasta ahora darnos una respuesta. Un día 
          moriremos, pero será sin dolor, porque el dolor que se siente ahora es 
          terrible...
           
          
          Lloro, lloro con coraje, y déjenme decirles que debemos 
          luchar cívicamente, debemos permanecer aquí y luchar para desnudar a 
          estos monstruos que tenemos por diputados y gobernantes.
           
          
          ¡82 muertos en los últimos doce meses! Pregúntenles al 
          gobierno, a los diputados, a la embajada estadounidense, a las 
          transnacionales qué es esto: ¿no es acaso un crimen? ¿No es un 
          aniquilamiento de la especie humana? Gracias a todos, y especialmente 
          a la familia de Bernardo por habernos permitido saludar a nuestro 
          hermano”.
          
           
          
          La camioneta con el féretro salió hacia Chontales, donde 
          será sepultado. Espontáneamente, la multitud corre detrás del 
          automóvil y comienza a gritar, a llorar, a lanzar insultos contra la 
          Asamblea Nacional y a bloquear el tránsito. Un caos total. Hay gente 
          que llora y que grita por todos lados. No se entiende más nada y hasta 
          los medios corren detrás de la gente en cualquier dirección.
           
          
          
          La gente está rabiosa y se desahoga
          
           
          
          
          “¿Cómo se resuelve todo esto? Nosotros no nos iremos. 
          Moriremos todos y moriremos aquí. Mi marido murió hace ocho meses. Es 
          demasiado lo que estamos soportando. Que el gobierno eche mano a su 
          conciencia y nos dé una respuesta, porque ya son demasiados los 
          muertos. El Presidente se precia de ser católico, y recientemente fue 
          a Roma para el funeral del Papa, pero ¿dónde está su conciencia?”.
           
          
          Los ánimos se aplacan lentamente y la gente regresa al 
          campamento. Muy cerca 45 personas continúan su huelga de hambre que ya 
          llega al tercer día.
           
          
          Mañana habrá un encuentro con la ministra de Salud para 
          intentar zurcir la ruptura de las negociaciones ocurrida ayer. Como 
          punto irrenunciable: la presencia de la sociedad civil.
           
          
          Se enviará también una carta numerosas personalidades 
          nicaragüenses, no solamente a los concernidos por la actividad 
          política, invitándolas a formar un grupo de apoyo a la lucha de los/as 
          acampados/as en Managua. 
          
           
           
          
          Texto y 
          fotos, en Managua: 
          
          Giorgio Trucchi
          
          18 de abril de 2005